Somos la suma de cuatro hospitales: el General, el Infantil, el de la Mujer y el de Traumatología, Rehabilitación y Quemados. Estamos ubicados en el Vall d'Hebron Barcelona Hospital Campus, un parque sanitario de referencia internacional donde la asistencia es una rama imprescindible.
El paciente es el centro y el eje de nuestro sistema. Somos profesionales comprometidos con una asistencia de calidad y nuestra estructura organizativa rompe las fronteras tradicionales entre los servicios y los colectivos profesionales, con un modelo exclusivo de áreas de conocimiento.
¿Quieres saber cómo será tu estancia en el Hospital Universitario Vall d'Hebron? Aquí encontrarás toda la información.
La apuesta por la innovación nos permite estar en vanguardia de la medicina, proporcionando una asistencia de primer nivel y adaptada a las necesidades cambiantes de cada paciente.
La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) es la enfermedad degenerativa de las neuronas motoras más frecuente en el adulto. Se la conoce también como enfermedad de Charcot en honor al famoso neurólogo francés Jean-Martin Charcot quien la describió en 1869. En Norteamérica la denominan enfermedad de Lou Ghering, dedicado a un famoso jugador de beisbol que falleció a la edad de 38 años a consecuencia de esta enfermedad.
La Esclerosis Lateral Amiotrófica, se manifiesta en forma de parálisis progresiva que va afectando a la mayoría de músculos incluido el diafragma. La esperanza de vida es inferior a 5 años. Excepcionalmente pueden observarse supervivencias mayores, sobre todo si se ofrecen dispositivos de ventilación artificial.
La ELA es una enfermedad neurodegenerativa producida por la muerte de las neuronas motoras del cerebro y de la médula espinal.
Hay dos variedades de neuronas motoras: superiores e inferiores. Las primeras se encuentran en la corteza motora y establecen conexiones con las neuronas motoras inferiores localizadas en tronco del encéfalo y médula espinal encargadas de inervar los músculos. Cuando las neuronas motoras superiores mueren aparecen espasticidad, debilidad e hiperreflexia.
Cuando lo hacen las neuronas motoras inferiores aparecen fasciculaciones, debilidad y atrofia muscular. Otras poblaciones neuronales también pueden afectarse, tales como los circuitos temporales y circuitos frontales conductuales-ejecutivos
Epidemiológicamente, la ELA tiene una incidencia de 1,5-2 nuevos casos por año por cada 100.000 habitantes (se diagnostican 3 nuevos casos por día en España). El número total de casos, es decir su prevalencia, es de 3-5 por 100.000). Según estos datos, el número total de pacientes con ELA en España es aproximadamente de unos 4.000 casos. Por este motivo se la incluye en el grupo de enfermedades raras o minoritarias.
El 90% de los casos de ELA son esporádicos (sin antecedentes familiares). Alrededor del 10% de los casos de ELA son familiares, generalmente hereditarios como rasgos dominantes. La incorporación de las nuevas técnicas de Genética Molecular en el ámbito de la Investigación ha permitido identificar a más de 25 genes implicados.
Como consecuencia de la disminución continua de neuronas motoras aparecen los primeros síntomas de la enfermedad. Éstos acostumbran a depender de la localización de las neuronas motoras en proceso de degeneración más avanzado. En la mayoría de pacientes (70%) el primer síntoma consiste en una pérdida de fuerza con atrofia muscular en la mano o bien torpeza durante la marcha con caídas frecuentes. Aproximadamente en el 25% de los pacientes, el síntoma inicial consiste en problemas en el habla o dificultad para tragar, lo que indica que la población de neuronas motoras bulbares en proceso degenerativo es la más intensa. También hay otras posibilidades de presentación clínica de esta enfermedad, aunque mucho menos frecuentes: insuficiencia respiratoria, pérdida de peso o astenia de causa inexplicada, calambres y fasciculaciones en ausencia de debilidad muscular, espasticidad en piernas, labilidad emocional o deterioro cognitivo.
En fases avanzadas de la enfermedad pueden paralizarse también los músculos oculares. En las etapas finales de la enfermedad, la parálisis de los músculos respiratorios conduce a insuficiencia respiratoria que suele ser la causa de fallecimiento.
La enfermedad afecta, especialmente, a personas de edades comprendidas entre los 40 y 70 años. La incidencia es algo mayor en los hombres (3,0 H versus 2,2 M por 100.000) en las formas esporádicas. La edad de aparición de los primeros síntomas alcanza su valor más alto (pico) en la franja comprendida entre los 58-63 años en los casos esporádicos y entre 47-52 años en las formas familiares. La incidencia disminuye marcadamente después de la edad de 80 años. El riesgo de padecer ELA es de 1:400 para mujeres y de 1:350 en los hombres.
La heterogeneidad en la forma de manisfestarse la ELA es una de las dos razones del retraso en la sospecha diagnóstica de la enfermedad, que puede alcanzar hasta 15 meses. La otra es que no disponemos de ningún test ni tampoco de biomarcadores que confirmen objetivamente el diagnóstico en las etapas iniciales de la enfermedad. El diagnóstico de ELA es un diagnóstico de exclusión, fundamentado en criterios clínicos y en la realización de pruebas (RM, análisis clínicos, test genéticos, EMG, EMTC, estudio neuropsicológico, técnicas de Medicina Nuclear, y otras) para descartar otras enfermedades con hallazgos clínicos parecidos. En la mayoría de Unidades especializadas en ELA, se utilizan como criterios diagnósticos de la enfermedad los de El Escorial revisados y los de Awaji-shima.
En la actualidad no disponemos de ningún medicamento capaz de curar o parar la enfermedad. Riluzole y Edaravone son los únicos medicamentos aprobados para el tratamiento de la ELA, aunque el efecto sobre la supervivencia es moderado (meses).
Las asociaciones europea (EFNS) y americana (ANA) de Neurología recomiendan que la atención de los pacientes con ELA sea en centros especializados, a ser posible en Unidades Multidisciplinarias, que permitan anticiparse a las complicaciones. Estas Unidades deben ofrecer soluciones para controlar los síntomas, incluidos el uso de alimentación a través de sonda de gastrostomía, control de secreciones salivales, dispositivos para ayudar a la tos (cough-assist), respiradores para recibir ventilación mecánica, tecnología para mejorar la capacidad de movilizarse y facilitar la comunicación en aquellos pacientes que perdieron la capacidad del habla.
Estas Unidades Multidisciplinares son los centros preferidos por los promotores de ensayos de nuevos medicamentos.
La realidad es que actualmente no existe ningún tratamiento efectivo, aún así pacientes y familiares buscan desesperadamente en internet fármacos milagrosos capaces de curar su enfermedad. Con el objetivo de proteger a estos pacientes de la numerosa oferta publicitada nace ALSUNTANGLED, un grupo constituido por 80 expertos mundiales en ELA. Su misión es revisar la veracidad y seguridad de aquellos tratamientos alternativos ofertados por internet y que no han seguido los procedimientos regulatorios sanitarios. Publica sus resultados en la revista oficial de la enfermedad y en su página web.
Técnicas de diagnóstico por imagen (RM, TC, PET), Electrofisiología (EMG, EMTC, PESS), Laboratorio de análisis (hematología, bioquímica, anticuerpos, hormonas, enzimas, serologías, anticuerpos, genética), pruebas funcionales respiratorias, gasometría, pulsioximetría, pulsioximetría nocturna, capnografía, BMI, calorimetría, punción lumbar, escala funcional para la enfermedad (ALS-FRS-R). Excepcionalmente puede ser necesaria una biopsia muscular. Es aconsejable realizar un ingreso para agilizar todas las pruebas y ofrecer un informe al alta detallando categoría de diagnóstico de ELA y grado de repercusión funcional (ALS-FRS-R).
Aunque se han propuesto múltiples factores de riesgo ambientales (geográficos, profesionales, hábitos alimenticios, proximidad a centrales eléctricas, contacto con pesticidas u otros productos neurotóxicos) no existe consenso sobre medidas preventivas a tomar.
En las formas familiares es posible ofrecer consejo genético a los miembros con deseo de descendencia.
Durante la historia natural de la enfermedad suelen aparecen complicaciones que deben prevenirse y tratarse. Entre las más importantes destacan desnutrición, insuficiencia respiratoria, sialorrea, espasticidad, dolor, pérdida de autonomía para desplazarse y para comunicarse, depresión, ansiedad, trastornos del sueño, úlceras por decúbito, déficits cognitivos y sobrecarga de los cuidadores.
La Unidad Multidisciplinaria en ELA del servicio de Neurología del Hospital Universitari Vall d’Hebron está acreditada por la Generalitat de Catalunya, Gobierno de España (CSUR) y por la European Reference Network for the thematic grouping of rare neuromuscular diseases (EURO-NMD).
Profesionales de las siguientes especialidades integran esta Unidad: Gestor de casos, Enfermeras, Asistente Social, Neurólogos, Neumólogos, Rehabilitadores, Soporte Nutricional, Neuropsicologos, Fisioterapeutas, Logopedas-Foniatras, Endoscopistas, Radiólogos intervencionistas, Técnicos para aumentar comunicación (UTAC).
El coordinador es el Dr. Josep Gamez.
El sistema inmune es un sistema de defensa y adaptación de nuestro organismo en el exterior. Permite discriminar que aceptamos y que no de todo lo que nos rodea: alimentos, gérmenes, productos químicos, células propias envejecidas o deterioradas, etc., con el fin de preservar nuestro organismo con buena salud. Todos los trastornos, por exceso o defecto de esta función, forman parte de estas enfermedades. Tiene dos partes fundamentales: la inmunidad innata, que depende de los genes de nuestra especie y que no debe ser entrenada para funcionar. Y la inmunidad adquirida, que depende del aprendizaje que hace nuestro cuerpo con el contacto con infecciones, alimentos o productos químicos. Ambas trabajan en colaboración y en un estrecho equilibrio.
Hay enfermedades inmunitarias por:
a) falta de función: Inmunodeficiencias primarias, inmunodeficiencias adquiridas
b) exceso de función: Enfermedades autoinmunes en las que el organismo con un ejercicio excesivo de las defensas se agrede a sí mismo porque pierde una función esencial: la autotolerancia.
Esto significa que en condiciones normales, en ningún caso una célula propia hará un ataque contra otra célula propia. En el primer caso, el de las inmunodeficiencias, la aparición de infecciones repetidas es el signo clave para su detección. Se puede producir en las primeras etapas de la vida por una alteración genética o en la vida adulta debido a tratamientos recibidos por otras enfermedades, como las oncológicas. O puede ser adquirida por una infección vírica, una de las más importantes es el VIH (virus de la inmunodeficiencia humana). En el segundo caso, es la aparición de inflamaciones sin causa aparente en las articulaciones (el pulmón, el riñón, el hígado o en otros órganos) lo que nos avisa de una enfermedad autoinmune.
Dependen básicamente de si se deben a un defecto de función (infecciones repetidas) o bien a un exceso de función (enfermedad inflamatoria de uno o varios órganos).
Puede afectar a cualquier persona durante toda la vida. En general se puede decir que las inmunodeficiencias son más frecuentes en la primera infancia y las enfermedades autoinmunes afectan a los adultos jóvenes y con más frecuencia en las mujeres.
La capacidad de defensa del organismo se mide de dos maneras. En estado basal, es decir en la situación ordinaria del paciente. Y después de la estimulación de las células de defensa en el laboratorio. En el caso de las enfermedades autoinmunes se estudian todos aquellos factores presentes en la sangre que al estar aumentados revelan una actividad anómala contra el mismo cuerpo. Hay diferentes exploraciones diagnósticas:
a) estudio de la inmunidad innata
b) estudio de la inmunidad adquirida
c) estudio de la capacidad funcional del sistema inmune
d) estudio de los factores que caracterizan la enfermedad autoinmune
Para evaluar la competencia inmunológica, es decir de defensa, se puede hacer de varias maneras:
-con la detección y recuento de las células encargadas de la defensa del organismo, y específicamente de los linfocitos
-con la estimulación de los linfocitos en el laboratorio para ver su funcionalidad
-con el estudio en la sangre o en una biopsia de los factores que hacen que se produzca una autoagresión.Estos factores pueden ser autoanticuerpos (proteínas de defensa con función anómala de autoagresión)
-con el estudio de mensajeros celulares elevados que indican la actividad de estas células contra el propio organismo.
En el caso de la inmunodeficiencia es el de la restitución de la capacidad funcional del sistema inmune.
En el caso de la autoinmunidad es la modulación o el freno de la capacidad de autoagresión que ha desarrollado el sistema inmune.
Son pruebas de laboratorio para valorar la funcionalidad del sistema inmune. También pruebas genéticas que ayudan al diagnóstico.
Aparte de las recomendaciones generales para una alimentación sana y natural, ejercicio físico y abstención de fumar, se puede decir que el cumplimiento del calendario vacunal en la infancia es básico. Además de tener defensa para las infecciones para las que se vacuna, ayuda a una mejora de las capacidades de defensa global.
La lesión medular aguda, tanto en el adulto como en el niño, es un problema de salud complejo y relevante, que impacta negativamente sobre la persona que la sufre en términos de mortalidad y morbilidad, pero también sobre su entorno personal.
Los síntomas principales son los derivados de la parálisis motora y la ausencia de sensibilidad por debajo del nivel de lesión, también y especialmente por afectación del sistema nervioso autónomo, que produce alteración del aparato cardiovascular y respiratorio, del tracto urinario con alteración por la capacidad de almacenaje y evacuación de la orina, del aparato digestivo dando lugar a estreñimiento severo, incontinencia e impactación fecal, así como alteraciones sexuales.
El tratamiento es la rehabilitación integral, dirigida a instaurar un tratamiento precoz, una vez producida la lesión medular aguda, para prevenir las posibles complicaciones y lograr la mayor autonomía funcional: física, emocional y social. Restablecer la autoestima potenciando las capacidades preservadas; favorecer la mejor reinserción social posible (activa, independiente y satisfactoria), e informar y asesorar en el entorno familiar en la comprensión y el manejo de la nueva situación de discapacidad.
La prevención de la lesión medular compleja está dirigida, en el caso de los jóvenes, a evitar las prácticas de riesgo: conducción temeraria o bajo los efectos del alcohol y las drogas, zambullidas en aguas poco profundas y deportes de riesgo como escalada, BTT o esquí; y en adultos, especialmente de la tercera edad, eliminación de elementos de riesgo para prevenir las caídas, como alfombras o subir alturas, utilizar bastones y el control de los fármacos que reciben para evitar crisis de ortostatismo que pueden producir caídas.
La enfermedad de Parkinson es una disfunción de los ganglios basales causada por la degeneración de las células productoras de dopamina en la sustancia negra. La función normal de la sustancia negra se sintetizar y segregar diferentes neurotransmisores para un acompasamiento entre movimientos voluntarios e involuntarios. Cuando este equilibrio se rompe, aparecen el tremblor y la rigidez.
Es una enfermedad neurodegenerativa progresiva del sistema nervioso central que afecta estructuras del cerebro encargadas del control y la coordinación del movimiento, del mantenimiento del tono muscular y de la postura. Se caracteriza por afectar a la movilidad involuntaria de los movimientos y temblor de las manos en estado de reposo que desaparece al hacer un movimiento voluntario o cuando hay una profunda relajación en el sueño. También están presentes la rigidez y el desequilibrio y la pérdida progresiva de la mímica facial.
La prevalencia de enfermos de Parkinson en Cataluña es de 229 por 100.000 habitantes.
Está enfocado a dar poder a los pacientes y sus cuidadores para lograr cambios de comportamiento en su autocontrol y motivarlos para que sigan el tratamiento a largo plazo. También a reducir la medicación y ganar calidad de movimiento. El principal objetivo es la independencia funcional del individuo y la forma física general desde el inicio de la enfermedad. Todo para poder minimizar las complicaciones secundarias y el riesgo de caídas.
El tratamiento con el fármaco levodopa permite recuperar muchas de las funciones deterioradas o perdidas a causa de la enfermedad. Pero su efecto transitorio y fluctúa; cuando termina la medicación el paciente se encuentra bien, en ON y cuando se le acaba el efecto se encuentra en OFF y los síntomas reaparecen.
Hay otros tratamientos farmacológicos y neuroquirúrgicos, como estimulación eléctrica de partes del cerebro mallado, a través de estereotaxia con ultrasonidos, ahorrando la trepanación y cirugía.
Crece el número de estudios que enfatizan que el ejercicio aeróbico podría tener un efecto neuroprotector. Por otro lado, durante el tratamiento se insiste en la prevención de la inactividad, de las caídas y del miedo a moverse o caer.
La artrosis es una enfermedad que causa el deterioro del cartílago articular, que es la cubierta que desarrolla el hueso para protegerse del desgaste que le provoca el funcionamiento de la rodilla. Una vez que se ha iniciado este deterioro, la evolución es progresiva. En fases avanzadas de la enfermedad, este deterioro causa dolor e impide al paciente andar o estar de pie con normalidad, y en la actualidad no hay medicamentos para detener el deterioro en estas fases.
Cuando el dolor no se puede controlar con los analgésicos habituales, se debe realizar una operación de reemplazo total de rodilla, también conocida como PTR.
Los objetivos de la cirugía de reemplazo de rodilla son:
En la cirugía, se sustituyen las superficies articulares que sufren la pérdida de cartílago por un implante artificial hecho de cromo, cobalto o titanio.Una vez que se extrae la parte afectada, se coloca el implante metálico y se fija en el hueso con cemento.
En el Hospital Vall d'Hebron practicamos hasta 500 intervenciones de prótesis de rodilla al año.
La atención precoz por parte de neurólogos expertos y el ingreso en unidades especializadas reducen significativamente la mortalidad y la dependencia a largo plazo de las personas que sufren un ictus agudo. Por eso, es fundamental, ante una sospecha de ictus, llamar al 112 y seguir las pautas indicadas para ser atendido en el hospital adecuado.
También es importante hacer constar con la mayor exactitud posible el momento de inicio de los síntomas. Si el paciente no puede dar esta información o se ha despertado con señales de un posible ictus, la hora de inicio se considerará la última hora que estuvo despierto y asintomático.
En el caso del ictus isquémico, la finalidad del tratamiento es deshacer o extraer, en el menor tiempo posible, el coágulo que está cortando la circulación natural de la sangre en el cerebro. Para llevarlo a cabo, hay dos vías de actuación:
En el ictus hemorrágico, el tratamiento pretende frenar el sangrado que se ha producido por la rotura de un vaso y evitar el aumento de tamaño de la hemorragia. Por ello, se realiza una monitorización periódica del paciente para conocer el nivel de conciencia y el déficit neurológico. Esta se mantiene al menos durante las primeras 72 horas después de sufrir un ictus. También se efectúa un control intensivo de la presión arterial, de los niveles de glicemia (azúcar en sangre) y de la fiebre para prevenir posibles complicaciones.
El sangrado cerebral puede causar inflamación del tejido cerebral circundante (conocido como edema). En este caso, es necesario administrar medicamentos por vena para reducirla. En personas que reciben un tratamiento con anticoagulantes orales o que tienen alteraciones de la hemostasia (proceso que realiza el organismo para frenar la hemorragia sanguínea), se debe corregir lo más rápido posible.
En los casos más graves, los especialistas pueden recomendar una cirugía para drenar la hemorragia. La decisión sobre el tratamiento quirúrgico se toma en función de factores como la localización y tamaño de la hemorragia, la edad y los antecedentes del paciente. Se trata de una decisión difícil, dado que no siempre es posible acceder sin producir daños en otras zonas del cerebro.
El propósito de la neurorrehabilitación es recobrar las funciones neurológicas perdidas o disminuidas como consecuencia de un ictus. Existen, sin embargo, fases de recuperación:
De esta manera, el equipo interdisciplinario que interviene a lo largo de las diferentes etapas trabaja para que el paciente tenga la máxima independencia y adaptación a su entorno. Para cumplir estos objetivos, es conveniente iniciar la recuperación tan pronto como sea posible y, desde las fases iniciales, contar con la participación del paciente y sus cuidadores.
Hay que mencionar que, por naturaleza, existe la denominada “recuperación espontánea”: es cuando el cerebro tiene la capacidad para recuperarse de los daños que ha sufrido por sí mismo. Esta recuperación, sin embargo, puede producirse en una dirección incorrecta o no ser suficiente para reducir las secuelas. Por ello es recomendable seguir siempre las indicaciones de los especialistas.
Un equipo interdisciplinario se ocupa de la recuperación de un paciente que ha sufrido un ictus. Cada uno de los profesionales interviene según la evolución de la enfermedad y las necesidades que se derivan en cada momento:
En el proceso de rehabilitación también intervienen otros profesionales, como médicos, enfermeras o técnicos ortopédicos.
En el caso de esta enfermedad que no da síntomas, lo más importante es la prevención para evitar sus complicaciones más temidas, que son las fracturas. Tanto el tratamiento como la prevención tienen que estar supervisados siempre por el médico de cabecera o especialista.
Para prevenir la osteoporosis y el riesgo de que se produzca una fractura, es recomendable seguir una dieta rica en calcio, magnesio y vitamina D: están presentes en alimentos como las legumbres, el aguacate y los frutos secos.
Si no se ingiere suficiente calcio en la dieta, puede ser necesario el consumo de suplementos. La Fundación Nacional de Osteoporosis recomienda 1000 mg por día para la mayoría de los adultos y 1200 mg por día para las mujeres mayores de 50 años o los hombres mayores de 70 años.
Es importante para ayudar al cuerpo a absorber el calcio de los alimentos que se consumen. La dosis diaria recomendada es de 400 a 800 unidades internacionales (llamadas UI) para adultos menores de 50 años y de 800 a 1000 IU para personas de 50 años o mayores. Éstas son las pautas actuales de la Fundación Nacional de Osteoporosis. Se puede necesitar una dosis diferente según el nivel de vitamina D en sangre, a veces de hasta 50.000 unidades por semana durante 12 semanas.
También existen varios fármacos con frenadores de la absorción de hueso y osteoformadores: bifosfonatos, hormona PTH, anticuerpos monoclonales, etc., que serán adaptados por un médico según las necesidades en función de las comorbilidades (que dependen del tipo de trastorno o enfermedad adicional que se padezca) y preferencias del paciente
Se recomienda realizar una actividad física moderada con algo de impacto: saltar, caminar, bailar, así como practicar otras actividades, como el yoga y el taichí, que presentan beneficios añadidos a la hora de prevenir las caídas y fracturas.
El ejercicio frena la atrofia muscular, mejora la movilidad articular, ejerce una acción directa sobre la osteogénesis y mejora la coordinación neuromuscular.
El especialista de rehabilitación es uno de los encargados de asesorar a la familia y al paciente en el tratamiento, con el resto del equipo técnico ortopédico y el fisioterapeuta del equipo del hospital que hacen el seguimiento de la evolución de esta deformidad. Existen diversos tratamientos para la escoliosis, dependiendo del tipo, la curvatura y de la edad del paciente.
La consecuencia más negativa de la escoliosis es que pueda afectar a la función pulmonar. Para evitar esto y las alteraciones estéticas se aplican diversos tratamientos.
En pacientes adolescentes y en edad de crecimiento se aplica un tratamiento conservador, cuyo objetivo es prevenir la progresión de la curva. Se hace un control de la curvatura a través de la observación y se coloca un corsé corrector si la curva progresa más de 25 grados. El corsé reduce el riesgo de progresión de la curva, corrige la deformidad y disminuye la necesidad de cirugía.
Para tratar curvas pequeñas y de bajo riesgo de progresión se recomienda la fisioterapia.
Las curvas menores de 20º no deben tratarse y las superiores a este valor angular deben cumplir una serie de requisitos:
Es importante que todo el equipo, el paciente y la familia entiendan y acepten el tratamiento, sigan los controles y entre todos ayuden al cumplimento del mismo.
Su objetivo es la corrección y mantenimiento de la curva. Otros objetivos serán mejorar el aspecto equilibrando el tronco y reduciendo al mínimo a corto y largo plazo las complicaciones. La cirugía se planteará en los siguientes casos:
En el caso que el paciente requiera tratamiento quirúrgico, el equipo de expertos cirujanos traumatólogos de la Unidad del Raquis será el encargado de continuar con el proceso.
El tratamiento con el fármaco levodopa permite recuperar muchas de las funciones deterioradas o perdidas a causa de la enfermedad. Es el más eficaz, pero a la vez es un tratamiento que necesita mejoras ya que al avanzar la enfermedad su efecto se hace transitorio y fluctúa. Cuando actúa la medicación el paciente se encuentra bien en "On". Y cuando se le acaba el efecto se encuentra en "Off" y los síntomas reaparecen.
Para mejorar los efectos del levodopa se ha administrado por vías diferentes (inhalada, dérmica, intrajejunal) y en diversas formas farmacológicas . Ha sido especialmente exitosa la administración a través de gastrostomía en una infusión de gel de levodopa. Existen otros tratamientos farmacológicos y neuroquirúrgicos, como la estimulación eléctrica de partes del cerebro, que ofrecen buenos resultados. Se está trabajando la posibilidad de incidir en el cerebro enfermo, a través de estereotaxia con ultrasonidos, ahorrando la trepanación y cirugía.
Se han abierto nuevas vías de investigación en la enfermedad de Parkinson para averiguar la causa, evitar la progresión y mejorar al máximo sus síntomas.
La residencia en Medicina Física y Rehabilitación permite adquirir experiencia en la práctica clínica de la medicina de rehabilitación, que es donde se contemplan todas las áreas de competencia de la especialidad. Desde el ámbito ortopédico, neurológico, de lesiones de médula, de rehabilitación infantil, de amputaciones, de linfedema, de suelo pélvico o de foniatría, hasta rehabilitación respiratoria y de base comunitaria, algias vertebrales y quemados.
Itinerario formativo de Medicina física y rehabilitación
Somos un centro activo en la investigación y contamos con un gran número de publicaciones a la vez que participamos en varios programas nacionales e internacionales, además de haber recibido premios en diferentes congresos de la especialidad.
El programa docente de medicina física y de rehabilitación incluye aspectos claves para la investigación, como la formación en epidemiología clínica y la metodología de la investigación clínica. Además, nuestros residentes participan en cursos de suficiencia investigadora para su práctica.
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