Impacto y secuelas frecuentes después de un ictus
Después de sufrir un ictus, el paciente puede convivir con secuelas y complicaciones físicas o cognitivas. A pesar de la rehabilitación, no siempre se consigue una recuperación completa y puede quedar una discapacidad secundaria que afecte al movimiento, la coordinación o el control.
Es importante tener en cuenta que, más allá de la parte física, el enfermo también puede sufrir heridas psicológicas que necesitarán tratamiento.

Los pacientes que han sufrido un ictus pueden experimentar una gran variedad de limitaciones y complicaciones que pueden dificultar la recuperación óptima. Las secuelas más frecuentes son:
Secuelas físicas
Dentro de esta área, se engloban todas aquellas lesiones o complicaciones que afectan al paciente a nivel orgánico. Las más frecuentes están relacionadas con déficits motores, alteraciones sensitivas o del lenguaje e incontinencia urinaria:
- Los pacientes que han sufrido un ictus tienen que trabajar para fortalecer la musculatura y entrenar el equilibrio, dado que tienen un riesgo de caída superior.
- El trabajo con el logopeda se realiza cuando existen trastornos con el lenguaje, como:
- Incomprensión o problemas para emitir el lenguaje adecuado (afasia).
- Alteraciones en el habla que se manifiestan en dificultades para articular palabras (disartria).
- Incapacidad para pronunciar palabras (mutismo).
- Los enfermos de ictus también pueden sufrir alteraciones sensitivas en el lado donde presentan problemas de movilidad, en forma de hormigueo, sensaciones desagradables o falta de tacto. Se debe tener especial cuidado para evitar que se produzcan heridas o quemaduras sin que se dé cuenta.
- La espasticidad o contracción permanente de ciertos músculos puede ocasionar rigidez, dolor, contracturas y dificultad de algunos movimientos. El especialista recomendará el tratamiento más adecuado.
- El dolor del hombro del brazo paralizado necesita rehabilitación y es la complicación más frecuente en personas con hemiplejia.
A pesar de ser menos habituales, también pueden aparecer otras lesiones, como alteraciones visuales, dolor central o infecciones.
- Los trastornos visuales están relacionados con la pérdida de visión de la mitad del campo visual (hemianopsia). Sin embargo, el paciente no siempre es consciente de ello y se le tiene que recordar que mire al lado afectado, ya que el entrenamiento es el eje principal de la recuperación.
- En caso de dificultad para tragar (disfagia) se tendrá que modificar la dieta y utilizar técnicas de alimentación seguras. En los casos más graves puede ser necesario recurrir a una sonda nasogástrica o, si se debe utilizar durante un largo periodo de tiempo, una gastrostomía.
- El dolor central es quemante o punzante, y empeora con el simple tacto, el agua o los movimientos.
- La incontinencia urinaria suele ser transitoria aunque puede perdurar en pacientes con secuelas importantes.
Alteraciones en el estado de ánimo
Durante la convalecencia, la rehabilitación, o al finalizarla, pueden aparecer alteraciones del estado de ánimo. Habitualmente, se producen en los primeros tres meses después del ictus, aunque hay casos en que se presentan más tarde. Los síntomas son similares a los de otras depresiones: alteraciones del sueño, dificultad de concentración y reducción del hambre.
Los problemas psicológicos más habituales son la depresión y la ansiedad. La depresión se suele presentar en uno de cada tres pacientes, es más frecuente en mujeres y en pacientes con depresión previa, algún trastorno psiquiátrico o aislamiento social o una estructura familiar deficiente.
También pueden producirse labilidad emocional, apatía, irritabilidad y falta de conciencia de las secuelas del ictus.
Alteraciones cognitivas
En este caso, el deterioro cognitivo más frecuente se presenta en forma de demencia, déficits de atención o disminución de la memoria. También hay pacientes que presentan alteraciones relacionadas con la orientación, la dificultad en la planificación y en la organización de las tareas.
Decálogo para el cuidador
Todos estos factores generan un impacto en la familia del paciente. La persona que asume el rol de cuidador en un 60 % de los casos sufre sobrecarga y ansiedad en el alta. Es importante:
- Pedir ayuda y utilizar los recursos sociosanitarios y de la comunidad.
- Planificar actividades y buscar tiempo para el propio cuidador.
- No abandonar la relación con las amistades.
- Expresar pensamientos y emociones sin juzgar los propios sentimientos.
- Poner límites y no automedicarse.
- Participar en asociaciones de familiares y grupos de ayuda, y en programas de respiro familiar.
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Fecha de modificación: 17.05.2023, 11:36