Somos la suma de cuatro hospitales: el General, el Infantil, el de la Mujer y el de Traumatología, Rehabilitación y Quemados. Estamos ubicados en el Vall d'Hebron Barcelona Hospital Campus, un parque sanitario de referencia internacional donde la asistencia es una rama imprescindible.
El paciente es el centro y el eje de nuestro sistema. Somos profesionales comprometidos con una asistencia de calidad y nuestra estructura organizativa rompe las fronteras tradicionales entre los servicios y los colectivos profesionales, con un modelo exclusivo de áreas de conocimiento.
¿Quieres saber cómo será tu estancia en el Hospital Universitario Vall d'Hebron? Aquí encontrarás toda la información.
La apuesta por la innovación nos permite estar en vanguardia de la medicina, proporcionando una asistencia de primer nivel y adaptada a las necesidades cambiantes de cada paciente.
El LES es una enfermedad autoinmunitaria sistémica. En condiciones normales, el sistema inmunitario produce proteínas (anticuerpos) para protegernos de bacterias, virus y otras sustancias extrañas (lo que denominamos antígenos). En las enfermedades autoinmunitarias como el LES, el sistema inmunitario se «confunde» y no distingue entre las partículas extrañas y las propias células, de manera que produce anticuerpos en contra del mismo organismo, lo que provoca inflamación y daño en los distintos órganos.
Al ser una enfermedad sistémica, esto significa que puede afectar a la mayoría de órganos del cuerpo: piel, articulaciones, riñón, pulmón... Se trata de una enfermedad crónica que presenta brotes, es decir, que alterna periodos de más actividad (brotes) con otros periodos de inactividad.
El síndrome antifosfolipídico se caracteriza por la aparición de trombosis (coágulos) que pueden aparecer en cualquier zona del cuerpo, complicaciones del embarazo (fundamentalmente abortos de repetición y partos prematuros) y presencia de anticuerpos contra los fosfolípidos. En la mitad de los casos, el SAF se asocia al LES.
El LES puede afectar casi a todos los órganos del cuerpo. Los síntomas más frecuentes son:
Las manifestaciones clínicas más características del SAF son las trombosis (coágulos) y los abortos de repetición.
Las trombosis pueden originar trombosis venosas de las piernas, ictus o hemorragias cerebrales, infartos de miocardio, trombosis pulmonares, oculares...
Dentro de las complicaciones que conlleva el SAF durante el embarazo, las más frecuentes son los abortos de repetición (los más habituales, antes de la semana 10 de gestación), aunque también puede dar lugar a partos prematuros (antes de la semana 34 de gestación).
Aparte de las trombosis y las complicaciones obstétricas, los pacientes con SAF también pueden mostrar anemia, afectación del riñón, convulsiones, arritmias y distintas clases de lesiones en la piel.
El LES es una enfermedad que afecta predominantemente a las mujeres; se diagnostica un caso en hombres por cada nueve casos en mujeres. Se puede manifestar a cualquier edad, aunque en la mayoría de los casos aparece entre los 17 y los 35 años.
Se desconoce la causa exacta que provoca la enfermedad. Se cree que algún agente infeccioso puede desencadenar la enfermedad, pero es necesario al mismo tiempo que el individuo presente factores genéticos y hormonales.
El SAF también afecta más a las mujeres (entre un 60 % y un 80 %) que a los hombres. Se desconoce con exactitud por qué hay personas en quienes se detecta algún anticuerpo antifosfolípido positivo, pero no ha presentado nunca ninguna trombosis o aborto, mientras que otros sí.
El diagnóstico del LES es clínico y se basa en tres aspectos principales: los síntomas que refiere el paciente, las alteraciones que se observan en la exploración física y los resultados de la analítica de sangre y orina. No hay una única prueba para diagnosticar el LES.
En los análisis hay algunas alteraciones que deben hacer sospechar que el o la paciente presenta un LES. Es frecuente que los pacientes tengan un número bajo de leucocitos, linfocitos o plaquetas. También podremos detectar la presencia de anticuerpos como los antinucleares (ANA). Casi el 100 % de los pacientes con LES los tienen positivos, pero este hecho no diagnostica la enfermedad, ya que se pueden encontrar presentes en personas sanas o con otras enfermedades.
El diagnóstico del SAF también se hace por la confluencia de las características clínicas antes mencionadas (presencia de trombosis o afectación obstétrica en forma de abortos o partos prematuros) y la presencia de alguno de los anticuerpos típicos de la enfermedad (anticoagulante lúpico, anticuerpos contra la cardiolipina y anticuerpos anti ꞵ2-glicoproteína)
No hay un tratamiento único y curativo para el LES, ya que varía en función de cada paciente y de las manifestaciones clínicas que presenta. El tratamiento suele ser de larga duración o crónico. De forma general, se prescriben antiinflamatorios y corticosteroides para tratar los brotes y, en función de los órganos afectados, se asocian inmunosupresores (hidroxicloroquina, metotrexato, azatioprina, micofenolato...) para tratar y prevenir nuevos brotes. Actualmente, se dispone de un único fármaco biológico aprobado contra el LES, el belimumab, aunque se están llevando a cabo numerosos estudios con el objetivo de encontrar nuevos fármacos eficaces para tratar esta enfermedad.
El tratamiento del SAF incluye, principalmente, la administración de un tratamiento antiagregante (aspirina) o anticoagulante, en función de las manifestaciones clínicas presentadas y del perfil de autoanticuerpos del paciente.
La prueba complementaria más utilizada para diagnosticar el LES y el SAF es el análisis de sangre, que incluye la determinación de autoanticuerpos.
De forma simultánea, se hacen otros estudios en función de la sintomatología que presente el o la paciente: estudio de orina para evaluar si el riñón está afectado, radiografía de tórax y ecocardiograma cuando hay afectación cardiaca o pulmonar, biopsia renal si se detecta afectación renal o biopsia de la piel, TAC craneal o resonancia magnética si aparecen síntomas neurológicos, etc.
No hay una medida concreta para prevenir la aparición del LES y el SAF.
Una vez se manifiesta, es de vital importancia hacer un diagnóstico precoz de las dos entidades para poder instaurar un tratamiento con rapidez y así evitar que se presenten posibles complicaciones. Debe hacerse un seguimiento regular y próximo con los especialistas.
Asimismo, tanto en el LES como en el SAF es muy importante controlar de manera estricta los factores de riesgo cardiovascular clásicos (hipertensión arterial, diabetes, dislipemia, obesidad y tabaquismo), porque pueden contribuir muy negativamente al pronóstico de las dos entidades.
Lupus-Eritematoso
American College of Rheumatology: Lupus
American College of Rheumatology: Síndrome Antifosfolípido
American College of Rheumatology: Tratamientos
La artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria crónica, con afectación principalmente articular, aunque puede comprometer otros órganos. Hay un componente genético, pero se desconoce la causa.
Se manifiesta principalmente como dolor e inflamación de las articulaciones (manos, pies, hombros, rodillas...) y rigidez matutina. Puede ir acompañada de fiebre, malestar general o fatiga.
La artritis reumatoide sin tratamiento puede acabar produciendo deterioro y deformidad de las articulaciones afectadas, lo que ocasiona importantes incapacidades. No obstante, el diagnóstico precoz y la cantidad de fármacos de los que disponemos hoy en día han significado que la mayoría de pacientes con artritis reumatoide puedan llevar una vida prácticamente normal. Para una buena evolución de la artritis reumatoide es muy importante hacer un diagnóstico precoz y empezar el tratamiento lo antes posible, ya que los primeros años en los que se presenta la enfermedad son cruciales para mejorar el pronóstico y la evolución de estos pacientes.
La sintomatología más frecuente es dolor e inflamación de las articulaciones. Las articulaciones que se ven afectadas más a menudo son los nudillos de las manos, las muñecas y los pies, pero la enfermedad también puede afectar a cualquiera de las otras articulaciones del cuerpo (codos, hombros, caderas, rodillas...) y es típico que se asocie a rigidez matutina. Las articulaciones de la columna vertebral no suelen verse afectadas, y cuando lo hacen es en la zona del cuello (afectación cervical).
Aparte de los síntomas en las articulaciones, la artritis reumatoide puede presentar otros síntomas o afectar a otros órganos.
Por otra parte, los pacientes con artritis reumatoide pueden presentar otras enfermedades asociadas con mayor frecuencia que la gente que no sufre artritis. Hay un riesgo más elevado de sufrir osteoporosis (descalcificación de los huesos) y tener problemas cardiovasculares, como infartos de miocardio o ictus. Por este motivo, en las y los pacientes con artritis reumatoide es especialmente importante controlar otros factores que la pueden agravar, como el colesterol, la diabetes, la hipertensión arterial, el tabaquismo y la obesidad.
Puede afectar a cualquier persona, de cualquier raza, en cualquier lugar del mundo, pero afecta más a las mujeres que a los hombres (aproximadamente tres mujeres por cada hombre) y con edad comprendida entre los 40 y los 60 años.
Se desconoce la causa de la enfermedad. Se sabe que en su aparición intervienen distintos componentes:
Por tanto, la artritis reumatoide aparece cuando confluyen varias de las circunstancias anteriores. Alteraciones en el sistema inmunitario que se producen en personas genéticamente predispuestas y que se pueden sumar a factores hormonales o ambientales. Se desconoce con exactitud cómo se desarrolla este proceso.
El diagnóstico de la enfermedad se hace de manera global teniendo en cuenta los síntomas que refiere el paciente, la exploración física, los resultados analíticos y de las radiografías. Cabe tener en cuenta que no hay ninguna analítica ni ninguna otra prueba que diagnostique la artritis reumatoide de manera independiente; siempre es necesaria una valoración médica de toda la situación en conjunto por parte del especialista en reumatología.
Los síntomas que detalla el o la paciente suelen ser los que hemos comentado en el apartado de síntomas, y en la exploración física habitualmente se observa dolor, inflamación y limitación en una o varias articulaciones, que se suelen ver afectadas de manera simétrica.
En los análisis, con frecuencia se observa un aumento de los marcadores de inflamación, como son la velocidad de sedimentación globular (VSG) y la proteína C reactiva (PCR). También puede aparecer anemia leve.
El factor reumatoide (FR) es una prueba analítica que es positiva en el 70 % u 80 % de los pacientes con artritis reumatoide, pero cabe remarcar que hasta un 30 % de las personas sanas sin artritis también pueden dar positivo. Por tanto, el hecho de tener este factor positivo no implica definitivamente que se sufra la enfermedad.
En el caso de los anticuerpos antipéptidos citrulinados (ACPA), son más específicos de la artritis reumatoide. Eso quiere decir que, en una persona que tiene artritis, el resultado positivo prácticamente asegura el diagnóstico, mientras que, si salen negativos, no se descarta la enfermedad, ya que hasta un 40 % de los pacientes con artritis reumatoide presentan un resultado negativo.
La base fundamental del tratamiento son los fármacos que denominamos fármacos modificadores de la enfermedad (FAME). Estos fármacos actúan sobre las células y moléculas que participan en el proceso de la enfermedad y consiguen cambiar su evolución natural. Los dividimos en tres grupos: tradicionales, biológicos y sintéticos.
Aparte de los FAME, otra parte importante del manejo de la artritis son los tratamientos sintomáticos. Incluyen los analgésicos y antiinflamatorios convencionales, que suelen recetarse para complementar los FAME en periodos en que la enfermedad se reactiva o mientras estos hacen efecto. Actúan rápidamente, pero su efecto dura poco y desaparece al cabo de pocas horas de haber tomado la dosis.
Dentro de este grupo también se incluyen los corticosteroides, que son los fármacos más eficaces para controlar la inflamación articular de manera rápida. Se pueden administrar por vía oral o mediante infiltraciones en las articulaciones inflamadas.
Desgraciadamente, no hay ninguna acción concreta para prevenir la aparición de la artritis reumatoide. No obstante, dado que se sabe que el tabaquismo es el único factor ambiental que puede contribuir a la aparición y al empeoramiento del pronóstico de la artritis, se recomienda evitar este hábito de forma general en toda la población, y en concreto en a los y las pacientes con riesgo de artritis.
Sociedad Española de Reumatología: aprendiendo a convivir con la Artritis Reumatoide
American College of Rheumatology (ACR): la Artritis Reumatoide
American College of Rheumatology (ACR): web amb informació detallada dels tractaments més utilitzats en reumatologia
Las espondiloartritis son un grupo de enfermedades que tienen como nexo común la afectación inflamatoria del esqueleto axial (espalda), aunque también pueden afectar a las articulaciones periféricas (manos, pies, rodillas...). Dentro de este grupo, incluimos las enfermedades siguientes: espondiloartritis axial (o espondilitis anquilosante en su fase más avanzada), artritis psoriásica, artritis relacionada con la enfermedad inflamatoria intestinal, artritis reactiva y un subgrupo de la artritis idiopática juvenil.
El síntoma más frecuente es el dolor en la parte baja de la espalda o en las nalgas (dolor lumbar inflamatorio). Este dolor se caracteriza porque empeora con el reposo y mejora con el ejercicio, se asocia a la rigidez matutina prolongada, despierta por la noche y mejora con antiinflamatorios. También puede afectar a las articulaciones periféricas; esto es más común en la artritis psoriásica, donde se manifiesta como dolor e inflamación en los nudillos de las manos, muñecas, pies y otras articulaciones.
Las espondiloartritis también afectan a lo que denominamos entesis, la inserción de los tendones en los huesos. Las entesis más afectadas son el tendón de Aquiles y los epicóndilos (codos), aunque se puede ver afectada la inserción de cualquier tendón.
Finalmente, estas enfermedades también presentan manifestaciones extraarticulares que pueden ser la única forma de presentación visible. Estas incluyen la inflamación del ojo (uveítis), del intestino como enfermedad inflamatoria intestinal (colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn) o de la piel (psoriasis). De hecho, un 30 % de los pacientes con psoriasis presentan artritis psoriásica y las lesiones de la piel acostumbran a preceder la enfermedad articular.
Las espondiloartritis pueden afectar a cualquier persona, si bien acostumbran a presentarse entre la adolescencia y los 50 años. La espondiloartritis axial se suele manifestar antes de los 40 años, mientras que la artritis psoriásica se puede iniciar más tarde (entre los 30 y 50 años). Afectan por igual a hombres y mujeres, aunque la espondiloartritis axial es ligeramente más prevalente en los hombres.
Es habitual que las personas que sufren alguna de estas enfermedades tengan familiares con la misma enfermedad o alguna otra del grupo de las espondiloartritis. Por eso se decidió agruparlas con la idea de que su etiología es común. Así pues, la genética es la principal causa de estas enfermedades con unos cuantos genes identificados, entre los que prevalece el HLA-B27, que se puede identificar en el laboratorio, lo que ayuda a hacer el diagnóstico. También se han investigado otras causas como la infecciosa, ya que en muchos casos la enfermedad va precedida por una infección que actúa como desencadenante.
El diagnóstico de la enfermedad se hace de manera global teniendo en cuenta los síntomas que refiere el paciente, la exploración física, los resultados analíticos y de las pruebas de imagen (radiografía, ecografía y resonancia magnética). Cabe tener en cuenta que no hay ninguna analítica ni ninguna otra prueba que diagnostique estas enfermedades por sí sola; siempre se requiere que el especialista en reumatología haga una valoración médica de toda la situación en conjunto.
Como los síntomas que presentan se pueden confundir con enfermedades muy comunes (lumbalgia) y no hay ninguna prueba específica que las diagnostique de manera contundente, es habitual que el diagnóstico se pueda retrasar hasta 10 años. Es usual que los pacientes hayan visitado a múltiples profesionales y especialistas (traumatólogos, fisioterapeutas, osteópatas, médicos de atención primaria...) hasta que se llega al diagnóstico.
Uno de los pilares del tratamiento de las espondiloartritis es el ejercicio físico y la fisioterapia dirigida a las articulaciones. Las opciones farmacológicas principales son los antiinflamatorios y, en caso de que estos no consigan controlar la enfermedad, se utilizarán los que denominamos fármacos modificadores de la enfermedad (FAME). Dentro de los FAME, utilizamos los convencionales, como el metotrexato o la salazopirina y, más recientemente, los FAME biológicos y sintéticos, que representan un avance importante en el tratamiento de estas enfermedades.
Desgraciadamente, no hay una acción concreta que conozcamos para prevenir la aparición de las espondiloartritis. No obstante, el tabaquismo es uno de los factores más importantes involucrados en estas enfermedades y en su progresión, por lo que se recomienda evitarlo. En el caso de la artritis psoriásica, el hecho de que la enfermedad de la piel preceda muchas veces a la enfermedad articular nos proporciona una oportunidad para identificarla de manera precoz y evitar que progrese. Se están investigando marcadores para poder identificarla antes de que aparezca.
Reumatología, Hospital Traumatologia, Rehabilitació i Cremats
Urgencias General, Hospital General
La aceptación de estas condiciones supone que dais el consentimiento al tratamiento de vuestros datos personales para la prestación de los servicios que solicitáis a través de este portal y, si procede, para realizar las gestiones necesarias con las administraciones o entidades públicas que intervengan en la tramitación. Podéis ejercer los derechos mencionados dirigiéndoos por escrito a web@vallhebron.cat, indicando claramente en el asunto “Ejercicio de derecho LOPD”. Responsable: Hospital Universitario Vall d’Hebron (Instituto Catalán de la Salud). Finalidad: Suscripción al boletín del Vall d’Hebron Barcelona Hospital Campus, donde recibiréis noticias, actividades e información de interés. Legitimación: Consentimiento del interesado. Cesión: Sí procede, VHIR. No se prevé ninguna otra cesión. No se prevé transferencia internacional de datos personales. Derechos: Acceso, rectificación, supresión y portabilidad de los datos, así como limitación y oposición a su tratamiento. El usuario puede revocar su consentimiento en cualquier momento. Procedencia: El propio interesado. Información adicional: La información adicional se encuentra en https://hospital.vallhebron.com/es/politica-de-proteccion-de-datos.