Somos la suma de cuatro hospitales: el General, el Infantil, el de la Mujer y el de Traumatología, Rehabilitación y Quemados. Estamos ubicados en el Vall d'Hebron Barcelona Hospital Campus, un parque sanitario de referencia internacional donde la asistencia es una rama imprescindible.
El paciente es el centro y el eje de nuestro sistema. Somos profesionales comprometidos con una asistencia de calidad y nuestra estructura organizativa rompe las fronteras tradicionales entre los servicios y los colectivos profesionales, con un modelo exclusivo de áreas de conocimiento.
¿Quieres saber cómo será tu estancia en el Hospital Universitario Vall d'Hebron? Aquí encontrarás toda la información.
La apuesta por la innovación nos permite estar en vanguardia de la medicina, proporcionando una asistencia de primer nivel y adaptada a las necesidades cambiantes de cada paciente.
El osteosarcoma o sarcoma osteogénico es un tipo de cáncer que se desarrolla en las células óseas. Es un tumor maligno que puede propagarse a casi cualquier órgano o tejido del cuerpo. Suele empezar en los extremos de los huesos de las piernas y los brazos, pero se puede encontrar también en otros huesos.
Los huesos más comunes en los que se encuentra son el fémur distal (por encima de la rodilla), la tibia proximal (por debajo de la rodilla) y el húmero proximal (en el brazo por debajo del hombro).
Puede propagarse a casi cualquier órgano o tejido del cuerpo, pero suele hacerlo primero a los pulmones. Se presenta muy a menudo en niños y jóvenes de 10 a 20 años que están experimentando un crecimiento rápido. Suele aparecer en una zona donde ha habido un traumatismo, pero actualmente no se conoce la relación que existe entre el traumatismo y el riesgo de desarrollar un osteosarcoma.
Los más frecuentes son dolor en la zona del tumor y una inflamación o bulto.
El movimiento puede causar un aumento del dolor.
Si el tumor está en la cadera o la pierna, el niño puede cojear.
Las neoplasias malignas en niños y adolescentes son enfermedades poco frecuentes, pero son una de las causas de mortalidad más importante en estos grupos de edad. El osteosarcoma representa el 4% de los cánceres diagnosticados a niños en el Estado español. En nuestro país cada año hay 40 casos nuevos en menores de 14 años.
Hay diferentes herramientas para detectar un osteosarcoma:
Estos exámenes ayudarán a determinar la ubicación y el tamaño del tumor y si se ha propagado a otra parte del cuerpo. Esta información determina la fase en la que se encuentra y es necesaria para decidir el tratamiento que se debe seguir.
El osteosarcoma se trata con dos tipos de terapia: la cirugía (salvando la extremidad o amputándola) y con quimioterapia.
Normalmente la quimioterapia se administra unas semanas antes y después de la cirugía. El tipo de cirugía depende del tamaño del tumor, su ubicación y la edad del niño.
Actualmente no hay medidas que permitan prevenir este tumor.
La difteria es una enfermedad infecciosa aguda causada por la bacteria Corynebacterium diphtheriae, que afecta exclusivamente a los humanos. Se puede manifestar con una afectación en el tracto respiratorio superior (amígdalas, laringe, faringe y mucosa nasal). La bacteria produce una exotoxina que es la responsable de las manifestaciones clínicas de la enfermedad. En adultos, puede llegar a ser mortal entre un 5 y un 10% de los casos y, en niños, la mortalidad llega al 20%.
La manifestación característica de la difteria respiratoria es la formación de membranas de color blanco grisáceo (pseudomembranas) en las amígdalas y la faringe. Las membranas suelen estar muy adheridas y eso hace que sangren con facilidad.
Los síntomas más frecuentes son:
Gracias a la vacunación, hacía más de tres décadas que no se diagnosticaba en el Estado español. Sin embargo, en 2015 se produjo un caso en un niño que no había sido vacunado.
La transmisión de la difteria se produce por vía respiratoria o por contacto físico estrecho con una persona enferma o una portadora sana de la bacteria que no haya desarrollado nunca los síntomas.
El periodo de incubación es de dos a siete días, y se transmite desde siete días antes del inicio de los síntomas hasta dos o tres semanas después.
El diagnóstico de confirmación se hace mediante un cultivo microbiológico de muestras clínicas (exudado nasal, faríngeo o de las pseudomembranas).
Es necesario administrar lo antes posible (en las primeras 48 horas del inicio de los síntomas, sin esperar a la confirmación diagnóstica del laboratorio) la antitoxina diftérica y el tratamiento antibiótico con penicilina G procaína.
La principal medida para prevenir la difteria es la vacunación, que protege en el 95% de los casos. Se tienen que administrar dosis de forma periódica, ya que el efecto no dura para siempre.
La vigilancia epidemiológica y la profilaxis son fundamentales para tener la bacteria controlada y para que no aparezcan casos secundarios.
La meningitis es la inflamación de las meninges, que son las membranas que recubren el cerebro y la médula espinal. Generalmente viene causada por una infección, ya sea por bacterias, virus u hongos.
La meningitis también puede ser el resultado de varias causas no infecciosas como traumatismos o tumores.
Hay dos tipos de meningitis:
Los síntomas más comunes son:
La meningitis también puede comportar náuseas y vómitos, sensibilidad a la luz intensa, somnolencia, estado de coma o convulsiones.
Los síntomas iniciales de la meningitis bacteriana y vírica son similares. Pero la meningitis bacteriana, generalmente, es grave y puede causar complicaciones serias, como daño cerebral o discapacidades en el aprendizaje.
En la meningitis bacteriana, el paso de la bacteria a la sangre puede dar lugar a otra enfermedad grave,la septicemia, que es la reacción generalizada del cuerpo ante una infección y puede tener diferentes consecuencias, como:
En los casos más graves, puede llegar a ser mortal. En este caso, un síntoma de alarma es la aparición de pequeñas manchas en la piel.
La meningitis bacteriana se puede sufrir a cualquier edad, pero los grupos con mayor riesgo son las personas mayores y los niños. Su epidemiología ha cambiado de forma importante en las dos últimas décadas con la introducción de las vacunas conjugadas en los calendarios de vacunación infantil.
Mientras que el meningococo es la primera causa de meningitis bacteriana en el mundo, en nuestro país la enfermedad meningocócica es endémica, con una incidencia anual inferior a los 5 casos cada 100.000 habitantes. La meningitis meningocócica puede llegar a comportar la muerte en entre un 3 y un 15% de los casos.
Con respecto a los virus que causan la enfermedad, hay algunos que están dispersados por todo el mundo y otros que solo viven en unas zonas geográficas concretas.
Ante la sospecha de un caso de meningitis, se analizan muestras de sangre y de líquido cefalorraquídeo, el líquido que rodea la médula espinal y el cerebro, que se obtiene mediante una punción lumbar. El análisis ayudará a confirmar la enfermedad y conocer el microorganismo que lo está causando.
La mayoría de los casos de meningitis infecciosa o vírica mejoran sin tratamiento en siete o diez días. Sin embargo, es muy importante que todas las personas con síntomas de meningitis reciban atención médica inmediata para hacer un correcto diagnóstico de la enfermedad, determinar el tipo de meningitis y poder recibir el tratamiento adecuado.
En la meningitis bacteriana se tiene que administrar un tratamiento antibiótico por vía intravenosa tan pronto como sea posible. También se pueden utilizar antiinflamatorios para tratar las complicaciones que puedan aparecer.
Las quemaduras se producen porque el organismo interacciona con una fuente de energía que eleva la temperatura del tejido. Este hecho provoca unas lesiones de los tejidos que coagulan las proteínas y producen la muerte celular. Aunque pueden ser una lesión local, pueden acabar repercutiendo en el funcionamiento de órganos y de sistemas internos. En la mayoría de los casos las quemaduras se producen porque el cuerpo interactúa con una fuente energética térmica, es decir, que tiene una temperatura más alta que la nuestra y nos transmite calor. Es el caso de las llamas, el agua hirviendo, los objetos calientes y las radiaciones solares. También hay quemaduras que se originan por una energía mecánica de fricción como en los casos de arrastre.
Cuando una quemadura es extensa y afecta al 15% del cuerpo de un adulto o al 10&% del de un niño o de una persona mayor de 50 años, se denomina enfermedad del gran quemado. En esta enfermedad se liberan una gran cantidad de factores proinflamatorios desde la quemadura hasta el resto del cuerpo a través de la corriente sanguínea. La fase aguda incrementa la permeabilidad de las membranas de los vasos sanguíneos y de las células del cuerpo, lo que provoca cambios en la distribución corporal de los líquidos y depresión de la función celular.
Para hacer frente a la quemadura, el cuerpo inicia al cabo de pocos días una respuesta inflamatoria generalizada que consiste en un aumento notable del catabolismo para conseguir recursos energéticos. Además, ofrece también una respuesta hiperdinámica que traslada los recursos a las zonas lesionadas. Si la quemadura no se cuida pronto, la respuesta inflamatoria puede acabar consumiendo los recursos, agotar al enfermo, provocar el fallo de los órganos y, finalmente, la muerte.
Sin embargo, una vez curado, el paciente puede presentar secuelas funcionales y estéticas debido a la cicatrización o la retracción de las cicatrices. Este es el caso de las cicatrices hipertróficas o queloides, bridas cicatrizales que limitan la movilidad de las articulaciones, retracciones palpebrales o microstomías, entre otros.
Según la gravedad de las quemaduras hay diversos grados y se manifiestan de manera diferente:
Las quemaduras son un traumatismo frecuente, grave e incapacitante que, principalmente, se da en accidentes laborales, domésticos o de tráfico. La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria calcula que, al año, tres de cada mil habitantes sufren quemaduras que necesitan atención médica. Los centros de atención primaria (CAP) atienden la mayor parte de los casos, pero entre el 15 y el 20% necesita ingresar en el hospital.
El diagnóstico es clínico y hace falta personal profesional altamente especializado para curarlas, ya que se trata de una patología infrecuente.
Según el grado de la quemadura, los tratamientos pueden ser de:
La mayoría de las quemaduras son evitables y, por lo tanto, las principales herramientas de prevención son la educación de la sociedad y la legislación.
Es un orificio que se puede encontrar en cualquier punto del tabique intraventricular, y es un agujero que puede ser único, múltiple y con un tamaño y forma variables. La CIV puede ir asociada a cardiopatías más complejas como la tetralogía de Fallot, la transposición de grandes arterias o canal auriculoventricular, entre otros.
Las CIV pequeñas reducen su tamaño con el paso del tiempo y en muchos casos se cierran ellas mismas, especialmente, durante los dos primeros años de vida. El porcentaje global de cierre espontáneo es del 30-35% de los casos.
En general, los niños con una CIV pequeña no presentan ningún tipo de síntoma. Por lo tanto, su patrón alimenticio, el crecimiento y el desarrollo son normales. Este orificio, pues, se detecta con un soplo en las primeras semanas de vida.
Los menores que tienen una CIV media o grande desarrollan síntomas en las primeras semanas de vida, como pueden ser:
La CIV es una de las cardiopatías congénitas más frecuentes, si no tenemos en cuenta la válvula aórtica bicúspide. Representa en torno al 20% de todas las enfermedades del corazón.
La CIV se detecta a través de una ecocardiografía, que permite determinar el número, el tamaño, la localización y sus repercusiones funcionales.
Los niños que tienen una CIV pequeña no necesitan ningún tratamiento médico ni quirúrgico.
En cambio, a los menores con una CIV media-grande y que desarrollan insuficiencia cardíaca se les tiene que realizar un tratamiento médico. En caso de que persistan los síntomas, entonces se opta por una cirugía correctora precoz que consiste en cerrar el orificio con un parche, como puede ser el implante de un dispositivo por cateterismo cardíaco.
Si la CIV no tiene otros defectos asociados, su mortalidad quirúrgica es del 0%. Después de la operación, los pacientes pueden llevar una vida normal como el resto de la población.
Es un defecto en el tabique que separa las dos aurículas, que provoca una sobrecarga de volumen en el lado derecho del corazón. Los niños con CIA no presentan síntomas, aunque el lado derecho del corazón tiene que trabajar con un volumen mucho mayor de sangre.
De acuerdo con la posición del defecto en el septo interauricular, la CIA se clasifica de tres maneras:
El defecto ostium primum se considera una enfermedad diferente por las lesiones asociadas que presenta.
La CIA es una de las malformaciones cardíacas más comunes (6-10%) y es más frecuente en las mujeres.
En la mayoría de los casos, los niños con CIA no presentan síntomas. Por eso, la malformación se detecta cuando en una auscultación habitual se oye un soplo cardíaco. Entonces, se tiene que practicar un ecocardiograma al paciente para identificar el defecto y definir las opciones terapéuticas.
Cuando el defecto es pequeño y no hay un paso importado de sangre puede ser que no sea necesario realizar ninguna intervención. En cambio, cuando este es significativo se tienen que valorar las características de la CIA para decidir si hay que cerrarla por cateterismo o por cirugía.
El cierre por cateterismo consiste en poner un dispositivo que cierra el defecto e impide el paso de sangre de una cámara a otra del corazón.
El cierre se tiene que hacer por cirugía cuando el defecto es muy grande o tiene una forma que impide poner el dispositivo percutáneo. Esta intervención consiste en colocar un parche con un tejido sintético o del paciente en el defecto del tabique.
Los niños a los que se les realiza un cierre de CIA tienen una expectativa y calidad de vida parecidas a la de los pacientes sanos. En concreto, la supervivencia es superior al 99,7%. En cambio, para los pacientes con CIA que no se operan su esperanza de vida empieza a disminuir a partir de los cuarenta años.
La enfermedad de Chagas es una infección que produce el parásito Trypanosma cruzi, que se transmite por la picadura de un vector (chinche).
Otras vías por las se puede transmitir es a través de la madre a su hijo (transmisión vertical), por transfusión de sangre, por trasplante de órganos de donantes infectados o por ingesta de alimentos contaminados con el parásito.
De momento, se ha conseguido reducir el número de casos nuevos mediante políticas para eliminar el vector en los países endémicos, así como protocolos de cribado de donantes de sangre, de órganos y en las mujeres embarazadas. Los retos de futuro para curar la patología son mantener y aumentar estas medidas, además de desarrollar nuevos marcadores de evolución y respuesta al tratamiento de pacientes en fase crónica y de fármacos nuevos para atender la enfermedad.
La enfermedad de Chagas es endémica de América Latina y es un reto para la salud mundial a raíz de los movimientos migratorios desde países de la región. Principalmente, la transmisión de la picadura del chinche se da en Bolivia, donde encontramos el número más elevado de casos. Además, también hay contagios en el noroeste de Argentina, Perú, Paraguay, Ecuador, Nicaragua y el sur de México. Fuera de estas áreas, la vía de transmisión más frecuente es la de madre a hijo.
La mayoría de pacientes con enfermedad de Chagas son asintomáticos, es decir, que no presentan síntomas, lo que dificulta la detección. La enfermedad se desarrolla en dos fases:
Esta enfermedad afecta a entre seis y siete millones de personas, pero se estima que en torno a 60 millones están en riesgo de infección. En Cataluña hay unos 11.000 casos.
Actualmente, hay dos fármacos que sirven para tratar la enfermedad de Chagas: Benznidazol y Nifurtimox. En caso de que se desarrolle una enfermedad cardíaca y/o digestiva se necesitará un tratamiento específico para estas complicaciones.
En el caso de Cataluña está el Protocolo de cribado y diagnóstico de enfermedad de Chagas en mujeres embarazadas latinoamericanas y en sus bebés desde el año 2011. Con este protocolo se detectan los posibles casos congénitos y al mismo tiempo se criban activamente las donaciones de sangre y de órganos entre los donantes.
El drenaje venoso anómalo pulmonar total (DVAPT) provoca que las venas del pulmón no se conecten bien con el atrio izquierdo. Eso hace que estas estén redirigidas hacia el atrio derecho por medio de una conexión poco frecuente. Esta enfermedad afecta a los bebés y, en función de la gravedad que presenten, pueden necesitar una cirugía urgente. También hay casos menos graves que se detectan cuando el bebé ya tiene unas semanas o unos meses de vida. En dichas circunstancias también se tienen que operar.
En un corazón que funciona con normalidad, las venas llevan la sangre oxigenada desde los pulmones al lado izquierdo y, desde ahí, se envía a todas las partes del cuerpo.
En los que sufren DVPAT, la sangre oxigenada llega al lado derecho, donde se mezcla con la desoxigenada y pasa por un agujero en el tabique interatrial hacia el atrio izquierdo. Eso hace que en estos niños los niveles de oxígeno sean más bajos.
Esta anomalía funciona de distinta manera según su gravedad:
Con un ecocardiograma se detecta si un niño tiene un DVPAT. En los bebés con obstrucción se hace durante las primeras horas de vida. En el resto de menores, se suele hacer esta prueba después de auscultar un soplo cardíaco y detectar bajos los niveles de oxigenación en la sangre.
Además, es habitual hacer una prueba de imagen adicional como una tomografía computarizada (TAC) o una resonancia magnética para estudiar la anomalía o el defecto.
Los pacientes que sufren DVPAT se tienen que operar. Con esta intervención se redirige el flujo de las venas pulmonares al atrio izquierdo y se elimina la comunicación anómala con el derecho.
Los bebés con DVAPT obstructivo se encuentran en una situación crítica. Por eso, es necesario operar a los bebés recién nacidos y corregirles la anomalía.
En los pacientes con DVAPT no obstructivo, hay que hacer la intervención de manera electiva una vez se les realice el diagnóstico.
Los niños intervenidos de DVAPT pueden llevar una vida normal y, a menudo, no necesitan más intervenciones. No obstante, tienen que hacer un seguimiento cardiológico.
Es un tipo de cardiopatía que afecta a los bebés y en el que las dos grandes arterias del corazón (la aorta y la pulmonar) nacen en el ventrículo derecho. Este tipo de enfermedad puede ir asociada a otras alteraciones, como la comunicación interventricular (CIV) o la estenosis de la válvula pulmonar.
La CIV consiste en un defecto en el tabique que separa los dos ventrículos. Esta comunicación es necesaria, ya que permite que la sangre oxigenada del lado izquierdo vaya hasta la aorta.
Con la doble salida del ventrículo derecho (DSVD), en cambio, se mezcla la sangre oxigenada con la que no lo está, hecho que provoca que el nivel de oxígeno sea más bajo de lo que es normal. Según las características de la enfermedad, hay que tomar medidas de corrección diferentes.
Por otra parte, algunos niños presentan estenosis de la válvula pulmonar, que es una obstrucción que se produce en el paso de la sangre hacia los pulmones.
La doble salida del ventrículo derecho se diagnostica mediante un ecocardiograma. Cada vez con más frecuencia se puede detectar en la fase prenatal o cuando el bebé acaba de nacer. En algunos casos, también se tienen que hacer pruebas de imagen o un cateterismo para estudiar en detalle la DSVD y ver cuál es la corrección quirúrgica más adecuada.
La DSVD y las lesiones asociadas se corrigen con una cirugía que se acostumbra a hacer en los primeros seis meses de vida. Con esta intervención se conecta el ventrículo izquierdo con la aorta y, así, se cierra la comunicación intraventricular.
En los bebés que no tienen estenosis pulmonar también se suele realizar un cerclaje, que consiste en colocar una banda que estrecha la arteria pulmonar para disminuir su flujo, que está en aumento.
A los niños con estenosis pulmonar se les debe practicar una intervención diferente. En este caso, se debe reparar la válvula con un parche de ampliación o, en los casos más graves, a través de un conducto. Si la estenosis es grave puede ser necesaria una cirugía intermedia para aumentar el flujo pulmonar y obtener unos niveles de oxígeno en la sangre convenientes antes de la corrección definitiva.
La mayoría de los pacientes no requerirán ninguna intervención más a lo largo de su vida, excepto los menores a los que se les haya colocado una corrección como un conducto hacia la arteria pulmonar. En este caso, seguramente, harán falta otros procedimientos. No obstante, la mayoría de los niños tratados podrán tener una vida normal, aunque tendrán que realizar un seguimiento con un cardiólogo.
Son enfermedades hereditarias que afectan al corazón y la aorta. Incluyen un conjunto de enfermedades como las miocardiopatías, canalopatías y aortopatías de base genética.
Las miocardiopatías son las enfermedades del miocardio. Las hay de varios tipos: dilatada, hipertrófica, no compactada, displasia arritmogénica del ventrículo derecho e izquierdo o ambos y restrictiva. Para su diagnóstico se utilizan las técnicas de imagen. El tratamiento médico y, si es necesario, la implantación de dispositivos de tipo desfibrilador-resincronizador permiten evitar complicaciones y ofrecen una mejor calidad de vida de los pacientes.
Para el diagnóstico de las canalopatías, como el síndrome de Brugada, el síndrome de QT largo y QT corto y la taquicardia ventricular catecolaminérgica polimórfica, son importantes las pruebas de provocación farmacológica. El tratamiento es médico y, en ocasiones, puede ser necesario implantar un dispositivo desfibrilador.
Las aortopatías, o enfermedades de la aorta, familiares como el síndrome de Marfan, Loeys-Dietz y Ehlers-Danlos vascular, entre otros, necesitan técnicas de imagen para hacer un diagnóstico preciso. El tratamiento médico y la cirugía electiva aórtica permiten evitar complicaciones.
Los síntomas de las cardiopatías familiares son:
La prevalencia de estas enfermedades puede variar entre el 1/500 en la miocardiopatía hipertrófica, el 1/5.000 en las canalopatías y el 1/5.000-10.000 en el síndrome de Marfan. Por lo tanto, algunas de estas enfermedades se pueden considerar minoritarias.
Para hacer el diagnóstico se utilizan:
El tratamiento puede necesitar cirugía aórtica, el uso del desfibrilador automático implantable-resincronitzador o la ablación septal.
En el conjunto de cardiopatías familiares es importante la búsqueda de familiares afectados. El cribado familiar permite detectar casos no diagnosticados y hacer un tratamiento precoz y, en algunos casos, un diagnóstico de preimplantación.
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