Somos la suma de cuatro hospitales: el General, el Infantil, el de la Mujer y el de Traumatología, Rehabilitación y Quemados. Estamos ubicados en el Vall d'Hebron Barcelona Hospital Campus, un parque sanitario de referencia internacional donde la asistencia es una rama imprescindible.
El paciente es el centro y el eje de nuestro sistema. Somos profesionales comprometidos con una asistencia de calidad y nuestra estructura organizativa rompe las fronteras tradicionales entre los servicios y los colectivos profesionales, con un modelo exclusivo de áreas de conocimiento.
¿Quieres saber cómo será tu estancia en el Hospital Universitario Vall d'Hebron? Aquí encontrarás toda la información.
La apuesta por la innovación nos permite estar en vanguardia de la medicina, proporcionando una asistencia de primer nivel y adaptada a las necesidades cambiantes de cada paciente.
Es una enfermedad cerebral crónica que puede afectar a personas de cualquier edad. Se caracteriza por convulsiones recurrentes provocadas por descargas eléctricas excesivas de grupos de células cerebrales.
Las consecuencias pueden ser neurológicas, cognitivas, psicológicas y sociales.
La epilepsia fue definida en 2005 como “un desorden del cerebro que se caracteriza por una predisposición permanente a generar crisis epilépticas”. De esta manera, se diagnostica epilepsia cuando los pacientes sufren dos crisis o más, separadas por un espacio de tiempo que va desde las 24 horas hasta los 10 años.
La epilepsia causa episodios breves de ausencias, movimientos involuntarios, succiones, pérdida de conciencia, etcétera. Tienen su origen en una zona del cerebro (crisis focales) o en su totalidad (crisis generalizadas). A veces, van acompañadas de pérdida de la conciencia y/o del control de los esfínteres. Tienen una frecuencia que puede variar desde una a lo largo de diez años hasta varias al día.
Las crisis (ausencias, contracción muscular, etcétera) son los síntomas fundamentales y varían según el lugar del cerebro donde se inicie la crisis epiléptica.
En las crisis tonicoclónicas generalizadas (CTCG), por ejemplo, es frecuente observar la aparición de temblores, contracción muscular, sacudidas, etcétera. Son las denominadas mioclonías, simétricas o asimétricas, con la desviación de los ojos. Posteriormente, suelen ir acompañadas de un espasmo con un cierre brusco de la boca, expiración forzada y grito epiléptico.
La epilepsia es una enfermedad que afecta a toda la población, independientemente de su edad, desde antes de nacer hasta personas de más de 90 años. Se estima que tiene una prevalencia de 8 de cada 1.000 personas.
Factores asociados:
En algunos casos, la causa de la epilepsia puede ser desconocida, es decir que, aunque hay un foco de actividad epiléptica en el cerebro, las tecnologías actuales no permiten descubrir la causa que las genera. La epilepsia también puede ser genética.
Es la segunda enfermedad neurológica –después del ictus– más atendida en urgencias. Se estima que cada año unos 3.000 pacientes se visitan en nuestro centro. Un 3% de la población acudirá alguna vez en su vida a un centro sanitario para descartar que los síntomas que tiene sean epilepsia.
Para hacer el diagnóstico tenemos que realizar:
Se recomienda evitar todo tipo de situaciones que puedan generar:
Cuando nos encontramos ante una crisis, se tienen que hacer una serie de recomendaciones para evitar posibles daños en la persona que la sufre.
El síndrome de la hipoplasia de cavidades izquierdas engloba una serie de anomalías que tienen en común la presencia de un ventrículo izquierdo muy pequeño, denominado hipoplásico, que es incapaz de bombear la cantidad de sangre necesaria para alimentar todos los órganos y tejidos del cuerpo.
En esta situación, el ventrículo derecho es el que mantiene la circulación de la sangre.
Los niños que presentan este tipo de anomalías suelen tener otras estructuras del lado izquierdo del corazón de menor tamaño. A menudo la válvula mitral, la válvula aórtica o la propia arteria aorta son más pequeñas de lo que deberían. El síndrome de hipoplasia de cavidades izquierdas es una de las cardiopatías más graves que existen, aunque en centros experimentados, como el nuestro, se obtienen muy buenos resultados.
Con frecuencia se hace durante la vida fetal mediante una ecocardiografía. Con esta prueba se identifican las estructuras afectadas por el síndrome para determinar cuál es el mejor tratamiento.
Estas anomalías se suelen tratar con una intervención quirúrgica durante la primera semana de vida del bebé. Con esta operación se conectan todos los vasos que salen del corazón en uno solo para asegurar el paso de la sangre hacia el cuerpo. Esta intervención se llama operación de Norwood.
En esta primera cirugía, la sangre llega a los pulmones a través de un conducto que sale de la aorta (fístula sistémico-pulmonar). Después de esta intervención se deberán realizar dos más. El objetivo de esta cirugía es hacer trabajar el corazón solo con la sangre oxigenada que recibe de los pulmones y bombearla hacia los tejidos del cuerpo. La sangre fluye hacia los pulmones mediante la conexión de venas que llevan sangre no oxigenada (operación de Glenn y Fontan).
A los niños que han sufrido esta cardiopatía se les tiene que hacer un seguimiento estricto del neurodesarrollo guiado por expertos en este campo para evaluar la escolarización y el crecimiento del niño. Desde el punto de vista cardiológico es necesario un seguimiento estrecho, sobre todo durante el primer año de vida. Si se controla el paciente se podrá indicar el momento en el que hay que realizar cada corrección quirúrgica, cuál tiene que ser el manejo médico y cómo se tienen que tratar las complicaciones, si las hubiese.
Por desgracia, en la actualidad no existen medidas que permitan prevenir estas anomalías.
Es un tipo de cáncer situado en los huesos o en los tejidos blandos. El sarcoma de Ewing es el segundo cáncer de hueso más común en niños, y normalmente se presenta entre los diez y los veinte años. También es más común en hombres que en mujeres.
El sarcoma de Ewing y los tumores neuroectodérmicos primitivos (PNET) son un tipo de cáncer que incluyen diversos tipos de tumores malignos que comparten una anormalidad cromosómica común.
El tumor de Ewing situado en el tejido blando se denomina sarcoma de Ewing extraesquelético. Y se suele dar en el muslo, la pelvis, en áreas de la columna, en la pared del tórax o en los pies.
El tumor neuroectodérmico primitivo en huesos o tejidos blandos es el menos común de la familia de tumores del sarcoma de Ewing. Está formado por células nerviosas inmaduras.
Los síntomas más comunes del sarcoma de Ewing son:
También puede haber inflamación o una masa alrededor del hueso o del tejido afectado. Muy a menudo, en el momento del diagnóstico se encuentra una fractura patológica (una rotura sin traumatismo), ya que el tumor ha debilitado el hueso. Otros síntomas menos comunes de este tipo de tumor son la pérdida de peso y la fiebre.
Las neoplasias malignas en niños y adolescentes son enfermedades poco frecuentes, pero son una de las causas de morbilidad más importante en estos grupos de edad. El sarcoma de Ewing representa el 3% de los cánceres diagnosticados a niños en España. Cada año hay 30 nuevos casos en menores de 14 años.
En caso de que el niño presente síntomas de este sarcoma, el médico puede hacer varios exámenes de diagnóstico que pueden incluir:
Estos exámenes ayudarán a determinar el tamaño y la ubicación del tumor y a indicar si se ha propagado a otras partes del cuerpo
Frecuentemente se utilizan tres tipos de terapia para tratar los tumores de Ewing. Siempre se utiliza la quimioterapia porque la cirugía (sea para salvar el miembro o sea para amputarlo) o la radiación se usan para el control local. El tipo de terapia va a depender de la edad del niño, de la ubicación del tumor y de si se ha propagado a otras partes del cuerpo.
Actualmente no hay medidas que permitan prevenir este tumor.
El ductus o conducto arterioso es una estructura vascular que conecta la aorta con la arteria pulmonar. Esencial para la vida fetal, se cierra espontáneamente después de nacer en la mayor parte de los recién nacidos a término. En los niños prematuros, sin embargo, el cierre del ducto se produce, con frecuencia, más allá de la primera semana de vida.
El signo clínico más frecuente es la aparición de un soplo por debajo de la clavícula izquierda. La persistencia del ducto arterioso puede venir acompañada de frecuencias cardíaca y respiratoria elevadas y también del aumento del flujo pulmonar. Este aumento provoca congestión y eso dificulta la maduración pulmonar en los casos de niños prematuros.
Afecta básicamente a los bebés que nacen de manera prematura. La incidencia de persistencia de ducto arterioso en prematuros con menos de 1.500 g de peso es de un 30%.
La persistencia del ducto arterioso se detecta mediante una ecocardiografía.
Cuando el ducto repercute sobre el estado del bebé, el tratamiento inicial es médico y farmacológico.
La indometacina es el fármaco que se utiliza como tratamiento estándar para el cierre farmacológico del ducto arterioso. También se puede utilizar el ibuprofeno, un antiinflamatorio que también da buenos resultados en estos casos.
El cierre por cateterismo es una práctica habitual. Consiste en insertar un dispositivo en el ducto arterioso para cerrarlo. Normalmente, los candidatos para este tipo de cierre serían los de ductus arteriosus más pequeños de 3mm de diámetro y con un peso adecuado.
El tratamiento quirúrgico se reserva para aquellos pacientes en los cuales ha fracasado el tratamiento farmacológico, o cuando este está contraindicado, y en los casos en los que el cierre por cateterismo no sería recomendado.
El pronóstico es excelente tanto en el cierre por cateterismo como en el quirúrgico. Las tasas de recanalización del ducto se estiman entre un 0 y un 3%.
La epidermólisis ampollosa (EA) es una enfermedad que engloba un grupo de desórdenes determinados genéticamente y que se caracterizan por la excesiva fragilidad de la piel y las mucosas ante traumas mecánicos mínimos. La enfermedad aparece en el momento del nacimiento o en los primeros años y dura toda la vida. El pronóstico es variable, pero suele ser grave. La edad de supervivencia son los 50 años y la enfermedad comporta complicaciones infecciosas, nutricionales o neoplásicas. Actualmente no tiene un tratamiento eficaz.
En función de la zona de la piel donde se produce la ampolla, la enfermedad se divide en cuatro grandes grupos y, a su vez, en más de 32 subgrupos.
Los síntomas cutáneos más frecuentes son la aparición de ampollas en las zonas de más fricción como las manos y los pies. Son lesiones hemorrágicas que pueden producir costras que se infectan con facilidad y prurito constante. El rascado contribuye a la aparición de nuevas lesiones y a la sobreinfección de las ya existentes.
Una vez se ha curado la ampolla, aparecen quistes de millium, cicatrices atróficas o hipertróficas que originan sindactilias de manos y pies, contracturas articulares, así como deformidades estéticas y limitación funcional en el uso de las manos o en la deambulación. Todo eso comporta una pérdida de autonomía.
Además, las heridas crónicas pueden producir carcinomas cutáneos de gran agresividad.
Aparte de eso, también puede desencadenar manifestaciones extracutáneas, como la participación en anexos de la piel, los dientes y los sistemas gastrointestinal, tracto urinario y el epitelio pulmonar.
La enfermedad presenta una prevalencia baja y afecta a uno de cada 17.000 nacidos vivos en el mundo.
Para detectar la enfermedad principalmente se hace un mapeo por inmunofluorescencia y microscopia electrónica. Además, en el caso de estos pacientes el diagnóstico genético es obligado porque la enfermedad puede implicar una evolución y pronóstico diferentes.
Aunque se está investigando, de momento, es una enfermedad que no tiene cura, pero sí se pueden hacer tratamientos preventivos y sintomáticos de las lesiones cutáneas, así como de las complicaciones sistémicas. Cuando se manifiesta la patología es vital la actuación rápida, ya que de ello depende la calidad y la esperanza de vida de los pacientes.
Actualmente, se están investigando nuevas terapias celulares y moleculares para combatir la enfermedad.
El virus del papiloma humano (VPH) en general se transmite por la vía sexual y, principalmente, infecta la piel (pene, vulva, ano) o las mucosas (vagina, cuello uterino y recto) de las áreas genitales tanto de los hombres como de las mujeres. Asimismo, puede surgir en el área bucal y de la zona faringoamigdalar.
Es una transmisión muy frecuente y en la mayoría de casos no produce ninguna patología. No obstante, puede desencadenar una enfermedad benigna en forma de verrugas o, con menor frecuencia, diferentes tipos de cáncer. En el caso de la mujer, el VPH puede producir cáncer en el cuello uterino.
El virus del VPH se transmite por contacto directo, piel con piel y sexual, y no por los fluidos. En la mayoría de las ocasiones, un 90% de los casos, desaparece de manera espontánea, pero mientras el virus está presente es transmisible.
El VPH se clasifica en función del riesgo que tiene o no de desarrollar cáncer:
Hay que destacar que una persona se puede infectar con más de un tipo de VPH. Además, la persistencia de una infección puede acabar desarrollando un cáncer en el cuello uterino, la vulva, el pene, el ano o la orofaringe.
En concreto, el virus inicia unos cambios displásicos en las células epiteliales que evolucionan hasta que se produce un cáncer invasivo. Eso sucede progresivamente y desde que se produce la infección hasta que se desarrolla la enfermedad pueden pasar hasta veinte años.
Pueden aparecer verrugas genitales o salir como pequeñas protuberancias o grupos de ellas en la zona genital de varios tamaños y formas.
En el caso del cáncer no aparecen síntomas hasta que no se está en un periodo muy avanzado. En el de cuello uterino los síntomas que se manifiestan son:
En Cataluña la incidencia del cáncer uterino es de 7,2 casos por cada 100.000 mujeres al año (2003-2007), lo que implica que represente el 2,8% de todos los tumores del sexo femenino. Entre la franja de edad de entre 35 y 64 años esta incidencia asciende hasta los 16,1 casos por cada 100.000 mujeres. Además, el riesgo de desarrollar esta patología es de una por cada 106 de las mujeres que viven hasta los 75 años.
En el caso del cáncer anal tiene una incidencia anual de 1,8 casos por cada 100.000 habitantes, pero en el caso del grupo de hombres que tienen relaciones con otras personas del mismo sexo y están infectados por el VIH la afectación sube hasta los 70 o 128 casos por cada 100.000 hombres.
Cuando aparecen verrugas, el diagnóstico suele ser clínico o por biopsia. Con respecto al cáncer, se detecta por medio de una citología, que permite ver los cambios anómalos en las células antes de que se desarrolle. Si esta prueba resulta anómala se puede complementar con una colposcopia, que permite examinar el cuello del útero a través de una lupa y tomar muestras.
Principalmente, la detección del VPH forma parte de una estrategia preventiva para detectar el virus antes de que este se convierta en una patología.
No existe un tratamiento antiviral específico para el VPH.
Con respecto a las verrugas, en la mayoría de los casos se pueden eliminar por medio de una cirugía, pomadas u otros tratamientos.
Si se desarrolla un cáncer, dependerá de la etapa en la que se diagnostique. Por ejemplo, si se detecta de una manera precoz en el cuello uterino puede comportar la extirpación de tejidos lesionados, mientras que, cuando está más avanzado, puede requerir una histerectomía, radioterapia o quimioterapia.
Para evitar la infección del VPH es esencial el uso del preservativo. En cambio, en el cáncer del cuello uterino la prevención se basa en una vacuna, que es altamente eficaz. También se realiza un cribado periódico mediante una citología cervical (prueba de Papanicolau). Sin embargo, esta estrategia se está cambiando por el uso de técnicas de detección del virus y así, junto con la citología, poder seguir las diferentes etapas del proceso de la enfermedad (adquisición, persistencia, progresión a lesiones precancerosas e invasión).
Es una cardiopatía que presenta una grieta en la pared que separa las cavidades derecha e izquierda del corazón y una malformación de la válvula mitral.
Los pacientes con canal auriculoventricular presentan una grieta en la pared que separa las cavidades derecha e izquierda del corazón y una malformación de la válvula mitral, que es la que regula el flujo de sangre de la cavidad izquierda del corazón.
En el caso de canal auriculoventricular parcial puede verse afectada la parte superior (auricular) o inferior (ventricular) de la pared. En caso de canal auriculoventricular completo, la grieta afectaría tanto a la cavidad auricular como a la ventricular de la pared.
Según el tamaño de la grieta interauricular y el grado de insuficiencia mitral, esta cardiopatía puede presentar síntomas o no.
En caso de que aparezcan, los más habituales son los asociados a la insuficiencia cardíaca:
Se lleva a cabo mediante una ecocardiografía que identifica la presencia del defecto y el grado de insuficiencia mitral.
Esta cardiopatía se corrige con cirugía, en la que se cerrará la comunicación interauricular con un parche y se reparará la válvula mitral mediante el cierre de la grieta. La edad ideal para corregir la cadena AV parcial es entre el año y los cuatro años de vida.
La gran mayoría de pacientes a los que se les corrige un defecto de este tipo logran una expectativa y calidad de vida parecidas a las de la población general. Los pacientes a los que no se les corrige pueden desarrollar hipertensión pulmonar, una enfermedad que disminuye drásticamente la edad de supervivencia a partir de los treinta y cuarenta años.
La displasia acetabular o de la cadera en adolescentes y adultos jóvenes es una malformación de la cadera. Se caracteriza por la pérdida de la concavidad del cótilo (poco profundo y allanado) y la verticalización del techo acetabular, con una mala posición y cobertura de la cabeza femoral que genera una inestabilidad de la cadera.
El dolor suele aparecer de forma lenta, pero a veces de manera brusca debido a un incremento de la actividad física o deportiva, aumento de peso o embarazo.
A pesar de la implementación rutinaria del examen clínico y ecográfico del bebé para la detección y el tratamiento precoz de la displasia del desarrollo de la cadera, esta enfermedad sigue siendo la causa más frecuente de displasia acetabular del adolescente y del adulto joven, y responsable de más del 50% de las artrosis degenerativas de la cadera que necesitarán un tratamiento quirúrgico mediante una prótesis total u otras técnicas de preservación de la cadera.
La mayor parte de los casos están causados por la displasia del desarrollo de la cadera; pero en otros, por un desarrollo y crecimiento anómalo del acetábulo debido a una deformidad en la cabeza femoral. La sobrecarga en la articulación hace que el cartílago articular se deteriore más rápido.
La incidencia en los adultos es muy variable. La incidencia de la displasia del desarrollo de la cadera es del 1 o 2% en los recién nacidos y el 60% de las artrosis de cadera tienen su origen en secuelas de la displasia acetabular.
La exploración física puede ser normal o provocar dolor inguinal al realizar una flexión forzada con rotación interna y aducción de la cadera impingement test que denota una anomalía interarticular.
Las radiografías AP en bipedestación y falso perfil y axial de cadera son útiles para el diagnóstico y valoración de la gravedad. La resonancia magnética de alta definición de la que disponemos en nuestro centro permite ver las estructuras y la calidad del cartílago articular. Si persisten dudas, es útil la artroscopia.
El diagnóstico precoz de la displasia del desarrollo de la cadera en el periodo posnatal con la exploración física rutinaria (tests de Barlow y Ortolani) y la ecografía de cadera permiten un tratamiento precoz y prevenir la displasia acetabular residual.
El neuroblastoma es uno de los cánceres más comunes en niños menores de cinco años y representa la mitad de los cánceres en los bebés. Es muy raro que este tipo de cáncer se presente en niños más mayores o en adolescentes. El neuroblastoma se forma a partir de unas células del embrión formadas por los ganglios simpáticos y la médula suprarrenal y puede tener, por lo tanto, diferentes localizaciones y una presentación clínica muy variada.
Actualmente, no se conoce su causa, pero sí se sabe que muy pocas veces es hereditario. Aproximadamente dos terceras partes de los neuroblastomas se presentan en la glándula suprarrenal (que se localiza por encima de los riñones) o cerca de la médula espinal, en las células de nervios que controlan el ritmo del corazón, la presión y la digestión. Otros neuroblastomas pueden aparecer en el pecho, el cuello o a la pelvis. Muchas veces, cuando se realiza el diagnóstico ya se han propagado, hay metástasis en los ganglios linfáticos, el hígado, los huesos, la médula ósea o en otros órganos.
El neuroblastoma se puede dividir en otros dos tipos de tumor:
Los síntomas iniciales de los neuroblastomas pueden ser imprecisos e incluir fatiga, pérdida de peso o pérdida del hambre.
Los tumores abdominales pueden causar dolor abdominal o problemas para orinar o evacuar.
Los tumores que presionan la médula espinal pueden causar debilidad de los brazos o las piernas y provocan que el paciente tenga dificultades para mover los brazos o para caminar.
Si el tumor se ha propagado a los huesos, puede provocar dolor y, si se propaga alrededor los ojos, puede causar ojos saltones y ojeras. También puede haber inflamación o una masa alrededor del hueso o el tejido afectado. Otros síntomas menos comunes son la pérdida de peso y la fiebre.
Las neoplasias malignas en niños y adolescentes son enfermedades poco frecuentes, pero son una de las causas de morbilidad más importante en estos grupos de edad. Anualmente en el Estado español se diagnostica cáncer a mil pacientes menores de 14 años. El neuroblastoma representa el 10% de los cánceres infantiles.
Si el médico piensa que el niño tiene un neuroblastoma, le hará un examen muy preciso y pedirá varias pruebas de diagnóstico que determinarán el tamaño y la ubicación del tumor. Las pruebas más frecuentes son:
Los tratamientos se administran teniendo en cuenta el estadio de la enfermedad, la edad del niño y la ubicación del tumor.
Algunos neuroblastomas de riesgo bajo pueden desaparecer sin ningún tratamiento y otros se pueden curar con cirugía sin necesidad de otros tratamientos. No obstante, muchos tumores denominados de riesgo alto ya tendrán células del tumor que se han propagado a otras partes del cuerpo y habrá que combinar el tratamiento con quimioterapia, cirugía, radioterapia, trasplante de médula ósea e inmunoterapia.
Actualmente, no hay medidas que permitan prevenir este tumor.
El canal auriculoventricular completo es una cardiopatía congénita causada por una grieta en la pared que separa las cavidades derecha e izquierda del corazón.
Es una cardiopatía congénita causada por una grieta en la pared que separa las cavidades derecha e izquierda del corazón. Esta comunicación afecta tanto a las aurículas (cavidades superiores) como a los ventrículos (cavidades inferiores).
La causa es un defecto en la formación de las almohadillas endocárdicas, que son las encargadas de la creación y unión de las válvulas auriculoventriculares con los septos cardíacos, las paredes que separan las dos cavidades.
Esta cardiopatía también se caracteriza por la presencia de una sola válvula auriculoventricular en lugar de las dos válvulas, tricúspide y mitral.
Los niños con esta cardiopatía presentan los síntomas clásicos de insuficiencia o fallo cardíaco, lo que incluye infecciones respiratorias frecuentes, dificultad en la alimentación y aumento de peso.
Corresponde al 4% de todas las cardiopatías y, aproximadamente, a la mitad de los defectos cardíacos que sufren los niños con síndrome de Down.
El diagnóstico se hace mediante ecocardiografía 2D.
Los bebés que sufren esta cardiopatía se suelen operar cuando tienen unos seis meses. La intervención consiste en el cierre de la comunicación o grieta intraventricular e interauricular mediante un parche. También se reconstruye la válvula auriculoventricular para crear una válvula en el lado derecho y otra en el izquierdo.
En los menores de seis meses que se encuentren muy sintomáticos, se puede realizar previamente una intervención paliativa denominada cerclaje pulmonar. En esta intervención se realiza un estrechamiento de la arteria pulmonar mediante una cinta para disminuir el exceso de flujo pulmonar.
La aceptación de estas condiciones supone que dais el consentimiento al tratamiento de vuestros datos personales para la prestación de los servicios que solicitáis a través de este portal y, si procede, para realizar las gestiones necesarias con las administraciones o entidades públicas que intervengan en la tramitación. Podéis ejercer los derechos mencionados dirigiéndoos por escrito a web@vallhebron.cat, indicando claramente en el asunto “Ejercicio de derecho LOPD”. Responsable: Hospital Universitario Vall d’Hebron (Instituto Catalán de la Salud). Finalidad: Suscripción al boletín del Vall d’Hebron Barcelona Hospital Campus, donde recibiréis noticias, actividades e información de interés. Legitimación: Consentimiento del interesado. Cesión: Sí procede, VHIR. No se prevé ninguna otra cesión. No se prevé transferencia internacional de datos personales. Derechos: Acceso, rectificación, supresión y portabilidad de los datos, así como limitación y oposición a su tratamiento. El usuario puede revocar su consentimiento en cualquier momento. Procedencia: El propio interesado. Información adicional: La información adicional se encuentra en https://hospital.vallhebron.com/es/politica-de-proteccion-de-datos.