Somos la suma de cuatro hospitales: el General, el Infantil, el de la Mujer y el de Traumatología, Rehabilitación y Quemados. Estamos ubicados en el Vall d'Hebron Barcelona Hospital Campus, un parque sanitario de referencia internacional donde la asistencia es una rama imprescindible.
El paciente es el centro y el eje de nuestro sistema. Somos profesionales comprometidos con una asistencia de calidad y nuestra estructura organizativa rompe las fronteras tradicionales entre los servicios y los colectivos profesionales, con un modelo exclusivo de áreas de conocimiento.
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La apuesta por la innovación nos permite estar en vanguardia de la medicina, proporcionando una asistencia de primer nivel y adaptada a las necesidades cambiantes de cada paciente.
La biopsia renal es un elemento de diagnóstico fundamental en el campo de la nefrología. Las enfermedades del riñón tienen una traducción en el estado general de la persona y también se revelan en las analíticas de sangre y orina practicadas. De la misma forma las pruebas de imagen (ecografía renal, TAC, resonancia magnética nuclear), dan información sobre el diagnóstico de la enfermedad renal, pero la prueba fundamental e imprescindible para su diagnóstico es la biopsia renal.
Consiste en la extracción mediante una aguja especial de una muestra milimétrica de tejido renal. La punción se realiza bajo control ecográfico con anestesia local con o sin sedación, según las características del paciente.
La muestra obtenida es procesada por el Servicio de Anatomía Patológica con el uso de diferentes técnicas para la observación bajo microscopia óptica, microscopia de fluorescencia y microscopia electrónica. Así se pueden observar los diferentes compartimentos del riñón: los glomérulos, los túbulos y los vasos sanguíneos. También se pueden hacer tinciones especiales para poner de manifiesto infecciones y toxicidad producida por diferentes fármacos.
Es muy útil tanto en el diagnóstico de enfermedad de los propios riñones o como prueba para el seguimiento del trasplante renal.
La biopsia renal no está exenta de complicaciones, poco frecuentes y que se pueden solucionar, pero que es necesario mencionar: puede haber emisión de orina con sangre, situación generalmente autolimitada. También se puede producir un hematoma renal, que no requiere tampoco tratamiento y en ocasiones se puede provocar accidentalmente una comunicación entre una arteria y una vena, situación que requiere practicar un cateterismo y cerrar la comunicación anómala.
Es una práctica frecuente en el Servicio de Nefrología, y las complicaciones observadas se sitúan sobre el 1-2 %, con resolución posterior, por lo que se puede considerar un procedimiento rutinario y seguro.
Las pruebas analíticas dan mucha información para caracterizar el origen y el grado de gravedad de la enfermedad renal. La biopsia renal permite realizar un estudio microscópico que muchas veces es imprescindible. Las pruebas genéticas ofrecen también información muy relevante.
Esta prueba sirven para establecer el origen de la enfermedad renal. Sus orígenes pueden ser muy diversos, desde genéticos hasta adquiridos debido a una infección bacteriana o vírica, una enfermedad metabólica (diabetes) o una enfermedad autoinmune, como por ejemplo el lupus. Además de las analíticas de sangre y orina, con una biopsia renal y/o un análisis genético.
Las pruebas de imagen también pueden ser útiles.
En el caso de la biopsia renal se puede producir un mínimo sangrado que se limita casi siempre espontáneamente. Si no es así se puede controlar con un procedimiento de radiología intervencionista que consiste en cateterizar el riñón para tapar el foco sangrante. Los análisis genéticos ahorran cada vez más la práctica de una biopsia renal. De todos modos la práctica de la biopsia renal sigue siendo primordial en el diagnóstico de las enfermedades renales.
La punción lumbar sirve para extraer muestras del líquido cefalorraquídeo, que es una sustancia que rodea el cerebro y la columna vertebral y los protege de posibles lesiones. Este contacto facilita que cuando existe un proceso que los afecta, se altere y lo podamos detectar analizándolo.
Mediante el análisis del líquido cefalorraquídeo se puede medir la presión y se pueden recoger muestras para realizar diferentes pruebas.
Gracias a estas pruebas se pueden diagnosticar varias enfermedades, como trastornos neurológicos e infecciones que afectan al cerebro o la médula.
La punción lumbar es la extracción de una muestra de líquido cefalorraquídeo mediante la punción con una aguja en la zona lumbar.
Habitualmente se hace con los pacientes en posición fetal: tumbados de lado y con las piernas flexionadas de forma que las rodillas toquen el tórax. A veces, la punción se practica con la persona sentada e inclinada hacia adelante.
Una vez el paciente está bien colocado, se limpia y desinfecta la zona donde se va a hacer la punción. Después de administrar anestesia, se realiza la punción entre las dos vértebras lumbares con una aguja espinal.
A partir de este momento se puede medir la presión del líquido cefalorraquídeo y extraer la muestra, que será de 1 a 10 ml.
Después se retira la aguja, se limpia la zona de punción y se pone un vendaje. A veces es necesario que los pacientes se queden un rato tumbados.
La punción lumbar es la forma menos agresiva de extraer una muestra de líquido cefalorraquídeo. El estudio de este líquido es fundamental para detectar algunas enfermedades que afectan al cerebro y la médula espinal.
La prueba de esfuerzo, también denominada ergometría, consiste en realizar ejercicio físico en una bicicleta estática o con una cinta de correr. Gracias a esta técnica, el especialista puede hacer un diagnóstico o estudiar una enfermedad ya diagnosticada que no se manifiesta cuando los pacientes están en reposo.
Se utiliza para diagnosticar enfermedades cardiovasculares y respiratorias que habitualmente no se manifiestan en reposo o para estudiar la evolución y el estado de una enfermedad diagnosticada.
Antes de la prueba de esfuerzo se deben hacer dos electrocardiogramas, uno con el paciente tumbado y otro con el paciente de pie.
A continuación, el paciente realiza la prueba, que consiste en practicar ejercicio sobre una cinta de correr o una bicicleta estática. A medida que avanza la prueba, se va subiendo la carga de forma progresiva, de acuerdo con un protocolo establecido. La duración de la prueba es de 6 a 12 minutos en los que se realiza una monitorización electrocardiográfica continua y se mide la hipertensión varias veces.
Durante la prueba, el especialista tiene que prestar una atención especial en el momento de máximo esfuerzo para detectar una angina de pecho y dificultades para respirar o para terminar la prueba.
A veces pueden aparecer cambios en el ritmo del corazón y la presión arterial.
Esta prueba se realiza para comprobar si existen alteraciones en la motilidad (movimientos) del estómago y el intestino delgado en ayunas y después de comer.
La manometría gastrointestinal permite detectar alteraciones en el movimiento del esófago, así como la apertura y el cierre correctos del esfínter esofágico, necesarios para que los alimentos pasen correctamente de la boca al estómago. También es útil para valorar el estado del esfínter esofágico interior y verificar que se cierre correctamente en personas que tienen acidez, ardor, dolor retroesternal o neumonías de repetición. Además, permite comprobar el resultado de algunos tratamientos, quirúrgicos o no, que afectan a la motilidad del estómago.
En primer lugar, se introduce por la boca una sonda delgada que se conecta a un aparato que registra los movimientos, lo que se denomina motilidad, del intestino delgado. Posteriormente se comprueba que el dispositivo está bien colocado, gracias a una radiografía.
Durante la prueba los pacientes deben estar tumbados en la cama y se les da una comida ligera que pueden ingerir sin dificultad.
Esta prueba dura una media de 6 horas.
Una vez realizada la prueba, el profesional hace una lectura e interpretación de los resultados, con el fin de definir o descartar un diagnóstico.
El proceso de colocación de la sonda es molesto y puede provocar náuseas, que desaparecen cuando la sonda está en la posición adecuada.
Es una prueba diagnóstica para pacientes con enfermedades del corazón, o con sospecha de que sufran alguna, o que presentan alteraciones del ritmo cardíaco, lo que se denomina arritmias. Esta técnica nos permite conocer el tipo y gravedad de las arritmias, la zona del corazón donde se originan y los trastornos que producen, y enfocar mejor el tratamiento que se debe aplicar.
Para realizar un estudio electrofisiológico, es necesario que los pacientes estén en ayunas, conscientes, sedados y tumbados. Una vez situados en la sala de exploraciones, se les aplica anestesia local en la zona de la piel donde se efectuará la punción, que normalmente es la ingle, el brazo o el cuello.
A través de las venas o arterias donde se ha hecho la punción se introducen varios catéteres (cables muy finos, largos y flexibles) que llegan hasta el corazón, siempre bajo control radioscópico. Los catéteres sirven para registrar permanentemente la actividad eléctrica del corazón desde su interior; pero también como marcapasos, cuando se conectan a un aparato estimulador externo. A veces, es necesario administrar algún fármaco durante la prueba para precisar el diagnóstico de la arritmia.
La duración del estudio es variable y, una vez realizada la prueba, es necesario que el paciente haga reposo en la cama durante unas horas.
Es habitual que note palpitaciones en muchos momentos del estudio, ya que los catéteres las provocan o por efecto de la medicación administrada. A veces, puede ser imprescindible recurrir a un choque eléctrico para resolver un problema repentino. La mayoría de las veces solo se sentirá una leve molestia en la zona de punción, o la aparición de un hematoma, que se reabsorberá casi siempre espontáneamente. Son muy poco frecuentes otras complicaciones relacionadas con el procedimiento (flebitis, trombosis venosa o arterial, complicaciones vasculares que requieran cirugía, hemorragia que necesite transfusión, perforación cardíaca con taponamiento, embolia pulmonar o sistémica), si bien algunas de ellas son graves y requieren actuación urgente. Es excepcional el riesgo de muerte (1 por 3.000).
Otros riesgos o complicaciones que podrían aparecer, dada la situación clínica y las circunstancias personales.
En tu estado clínico, los beneficios derivados de la realización de esta prueba superan los posibles riesgos. Si aparecen complicaciones, el personal médico y de enfermería que te atiende está capacitado y dispone de los medios para intentar resolverlas.
La endoscopia con cápsula endoscópica se utiliza para estudiar el intestino delgado. Para practicar la exploración, es necesario que los pacientes se tomen una pequeña cápsula que recorre de forma natural el intestino. Durante el trayecto, va recogiendo imágenes que se estudian posteriormente.
Para realizar la prueba se colocan unos sensores en el abdomen de los pacientes y un cinturón con una grabadora equipada con una batería. Acto seguido la persona paciente se toma la cápsula con un poco de agua. La duración del estudio es de 8 horas, durante las cuales la persona que se somete a la prueba no puede realizar actividades que impliquen estirarse, ejercicios bruscos, agacharse o hacer actividad física.
La cápsula se expulsa con las heces, pero las imágenes quedan registradas en la grabadora que el paciente lleva enganchada al cuerpo con el cinturón.
Es necesario que el paciente informe al médico de toda la medicación que toma, con el fin de hacer los ajustes necesarios. Además, también deberá seguir las indicaciones de los profesionales, con respecto a la ingesta de sólidos y líquidos antes y después de la prueba.
Durante el procedimiento, los pacientes no se pueden acercar a zonas con campos electromagnéticos fuertes, como equipos de radioaficionados o de resonancia magnética.
Una vez finalizada la endoscopia con cápsula, los pacientes tienen que controlar las deposiciones, con objeto de comprobar que la cápsula se ha expulsado correctamente.
El objetivo del electrocardiograma es determinar cualquier daño en el corazón y los efectos de medicaciones y aparatos sobre el órgano principal del aparato circulatorio, además de ser de gran utilidad para detectar y analizar arritmias cardíacas, episodios agudos de la enfermedad coronaria y el infarto de miocardio. También se puede usar en las exploraciones preoperatorias, especialmente en intervenciones quirúrgicas de complejidad media y alta, si existen factores de riesgo como cardiopatías isquémicas, diabetes, ictus, insuficiencia cardíaca o disfunción renal.
Para hacer la prueba, el profesional sanitario conecta los cables del electrocardiógrafo a la piel del paciente mediante unos adhesivos o ventosas llamados electrodos, que se conectan a los tobillos, las muñecas y el pecho, para recoger los impulsos eléctricos de diferentes partes del cuerpo.
Durante el electrocardiograma, el paciente tiene que estar tumbado, relajado y sin hablar, mantener un ritmo respiratorio normal y con los brazos y piernas inmóviles. A veces, el médico puede pedir a los pacientes que aguanten la respiración durante unos segundos.
El electrocardiógrafo registra la actividad eléctrica desde la superficie del corazón, gracias a unos electrodos que se enganchan al cuerpo. Este registro de la actividad eléctrica queda dibujado en un papel que tiene que ser interpretado por un profesional en función de los síntomas y la historia clínica de los pacientes.
Se trata de una prueba sencilla y rápida que no produce ninguna molestia ni dolor. Además, no supone ningún riesgo para los pacientes.
Es una prueba que permite valorar la anatomía del corazón y las arterias coronarias, además de estudiar su funcionamiento y llevar a cabo algunos tratamientos. Esta prueba se realiza en una sala de hemodinámica. El cateterismo consiste en la introducción de unos catéteres que van hasta el corazón, con el fin de valorar su anatomía, las arterias coronarias, su funcionamiento, medir la presión en las cavidades cardíacas, además de comprobar si hay alguna válvula cardíaca alterada. Aparte de permitir diagnosticar algunas enfermedades cardíacas, también sirve para detectar cardiopatías congénitas, comunicaciones auriculares o ventriculares, medir el oxígeno en las diferentes áreas del corazón y practicar biopsias.
El cateterismo sirve para diagnosticar algunas enfermedades cardíacas, pero también para tratar algunas de ellas.
Los tratamientos que se pueden realizar con el cateterismo son:
Implantación de prótesis para tratar defectos cardíacos que se producen desde el nacimiento, algunas de las llamadas cardiopatías congénitas
Este procedimiento se lleva a cabo en la sala de hemodinámica. Durante toda la intervención el paciente tiene que estar acostado en la mesa de exploraciones y muy quieto.
Antes de iniciar el cateterismo, se desinfecta la zona donde se va a realizar, que puede ser la ingle, arteria/vena femoral, o la muñeca. Después se practica una punción con anestesia local y se introduce el catéter por las zonas mencionadas hasta llegar al corazón. A través del dispositivo se inyecta una sustancia de contraste.
Gracias a un aparato de radiología se comprueba que los catéteres estén bien colocados y que los profesionales puedan ver las arterias, venas, cavidades del corazón, su funcionamiento y, si es necesario, implantar prótesis intracoronarias, stents u otros dispositivos.
Una vez finalizada la exploración, se pone un sistema compresivo en la zona de la punción.
Es frecuente la aparición de hematomas, y de forma menos habitual se puede presentar hemorragia en el lugar de la punción, dolor, angina de pecho o arritmias y hemorragia abdominal, si el catéter se introduce por la ingle.
La tomografía computadorizada, también conocida como TC o TAC, es una prueba que sirve para obtener información morfológica de diferentes tipos de tejidos: huesos, pulmones, cerebro, hígado, vasos sanguíneos o tejidos blandos, por ejemplo. Gracias a esta prueba podemos diagnosticar enfermedades cardiovasculares, infecciones, trastornos musculoesqueléticos, cáncer e infecciones, hacer su seguimiento y planificar los tratamientos médicos y quirúrgicos, si son necesarios.
Para llevar a cabo la prueba, es necesario que los pacientes se tumben sobre la mesa móvil del TC. Posteriormente, esta se va desplazando por el interior del aparato. Según la parte del cuerpo que se examine, el paciente puede percibir este movimiento o no.
Durante la realización de la exploración radiológica, se administra por vía venosa un medio de contraste (yodato) que es casi imperceptible e inocuo. La persona paciente siempre está acompañada de profesionales sanitarios que la atenderán y resolverán sus dudas y necesidades.
Una vez realizada la prueba, el radiólogo o la radióloga especializado en TC y otros exámenes radiológicos, interpreta las imágenes y emite un informe para el especialista que ha solicitado la prueba.
No hay riesgos, a menos que el paciente tenga intolerancia o especial sensibilidad a alguno de los componentes de la sustancia de contraste.
Aun así, puede haber riesgos si el paciente presenta algunas enfermedades, pero son personalizados. También existen los riesgos propios de toda exploración radiológica con contraste:
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