Somos la suma de cuatro hospitales: el General, el Infantil, el de la Mujer y el de Traumatología, Rehabilitación y Quemados. Estamos ubicados en el Vall d'Hebron Barcelona Hospital Campus, un parque sanitario de referencia internacional donde la asistencia es una rama imprescindible.
El paciente es el centro y el eje de nuestro sistema. Somos profesionales comprometidos con una asistencia de calidad y nuestra estructura organizativa rompe las fronteras tradicionales entre los servicios y los colectivos profesionales, con un modelo exclusivo de áreas de conocimiento.
¿Quieres saber cómo será tu estancia en el Hospital Universitario Vall d'Hebron? Aquí encontrarás toda la información.
La apuesta por la innovación nos permite estar en vanguardia de la medicina, proporcionando una asistencia de primer nivel y adaptada a las necesidades cambiantes de cada paciente.
El cáncer de próstata es el tumor que se diagnostica más a menudo en los hombres adultos de países desarrollados con larga esperanza de vida. Se trata de un crecimiento atípico y descontrolado de las células que forman la glándula prostática.
Si no se trata, las células cancerosas de la próstata se pueden acabar propagando e invadir partes distantes del organismo, especialmente los nódulos linfáticos y los huesos y causar tumores secundarios mediante un proceso conocido como metástasis.
Gracias a la alta sensibilización de la población hacia este tumor y a las facilidades para establecer su sospecha, mediante un análisis de sangre y un tacto rectal, un 90 % de los casos son diagnosticados en nuestro país en fase localizada de la enfermedad.
Los factores de riesgo en el desarrollo de la enfermedad incluyen:
Muchos hombres con cáncer de próstata son asintomáticos.
A menudo, el primer signo de la enfermedad es un hallazgo casual de un antígeno prostático específico (PSA) elevado en una analítica rutinaria. A veces, la enfermedad puede producir síntomas locales en relación con el crecimiento de la glándula prostática que pueden simular los provocados por la hiperplasia benigna de próstata. En estos pacientes, el dolor óseo suele estar relacionado con estados más avanzados de la enfermedad.
Experimentar molestias miccionales no significa necesariamente que sufráis cáncer de próstata. Consultad con el médico si tenéis cualquiera de estos síntomas para aseguraros de que recibís un diagnóstico y un tratamiento adecuados.
La realización de biopsias de próstata puede provocar algunas complicaciones, que la mayoría de las veces se superan sin dejar secuelas. Las más frecuentes son:
Según el grado de agresividad del tumor, el/la urólogo/a solicitará las pruebas de imagen complementarias necesarias para conocer el estadio clínico de la enfermedad. Las pruebas pueden ser: una tomografía axial computarizada (TAC), una gammagrafía ósea, una resonancia magnética multiparamétrica de próstata o una tomografía por emisión de positrones (PET).
La próstata es un órgano glandular presente en los hombres, y se encuentra atravesada por la uretra. Interviene en la formación del líquido seminal (80% del contenido) y, por lo tanto, es un órgano sexual. Cuando crece, sobre todo a partir de los 50 años, da lugar a la hiperplasia benigna, pero que dará síntomas ya que como consecuencia se constriñe la uretra prostática y, por lo tanto, obstruye el paso normal de la orina.
La uretra es el conducto urinario que va de la vejiga de la orina al exterior. En el caso del hombre, tiene dos tramos, la uretra prostática (que pasa por medio de la próstata) y la uretra peniana, que atraviesa todo el pene hasta el exterior.
Cuando la próstata aumenta de tamaño (hiperplasia benigna de próstata o HBP), se produce la disminución del calibre de la uretra y esto causa los síntomas. La obstrucción de la uretra por parte de la próstata es progresiva y repercute en la vejiga de la orina, que tiene que hacer más esfuerzo para poder vaciar la orina. Además, puede facilitar infecciones de orina y la formación de litiasis (piedras o cálculos) procedentes de las sales que contiene la orina porque no se vacía con facilidad y por eso se produce la sedimentación de sales.
Si la obstrucción es muy importante, la dificultad para eliminar la orina puede llegar a lesionar los riñones porque la vejiga no se puede vaciar adecuadamente.
Micción más frecuente de lo normal, micción nocturna, pérdida en la fuerza del chorro de la orina, urgencia miccional (el paciente percibe un deseo intenso de ir a orinar) y también episodios en los que se escapa la orina.
A hombres de más de 50 años, con aumento de la incidencia a medida que aumenta la edad.
Se realiza con la historia clínica, donde se recogen los síntomas del paciente, con un tacto rectal, de modo que el médico tiene acceso a la próstata para valorar su tamaño e irregularidades. Una ecografía dará información de los riñones, del tamaño de la próstata y grado de vaciamiento de la vejiga.
La determinación de PSA nos facilitará la sospecha de cáncer de próstata.
Se basa inicialmente en fármacos por vía oral que relajan la musculatura prostática para facilitar el paso y la evacuación normal de la orina, y otros que reducen su volumen. En fases más evolucionadas será necesario hacer un vaciamiento de la parte central de la próstata mediante una resección transuretral o enucleación a través de láser.
Exploración física, ecografía, determinación de PSA. Fluxometría y valoración del residuo postmiccional.
No existe. Los controles periódicos o las consultas por la aparición de síntomas son la clave para el diagnóstico precoz.
El dolor pélvico crónico se define como un "dolor crónico o persistente de las estructuras relacionadas con la pelvis tanto de los hombres como de las mujeres". Frecuentemente causa un impacto tanto en el ámbito del comportamiento, como cognitivo, sexual y emocional. Se manifiesta a menudo como disfunciones ginecológicas, sexuales, intestinales o del propio suelo pélvico. Por lo tanto su abordaje es MULTIDISCIPLINAR.
El dolor pélvico crónico tiene que tener una duración de 6 meses como mínimo y afectar la zona pélvica, la pared abdominal del ombligo hacia abajo, la zona lumbosacra de la espalda y/o las nalgas y tiene que ser de suficiente intensidad para provocar discapacidad en el paciente y/o precisar atención médica.
Obviamente esto provoca una clara afectación sobre la calidad de vida de las personas que sufren esta enfermedad.
El origen es incierto pero se sabe que se gesta por múltiples condiciones biológicas, orgánicas, psicológicas y ambientales que interaccionan de forma no lineal generando una vulnerabilidad para presentarlo. Existe una clara hiperfrecuentación a múltiples especialistas por parte de los pacientes, con peticiones de exploraciones complementarias, que pueden llegar a ser iatrogénicas donde el enfermo a menudo se siente incomprendido y maltratado por el sistema sanitario.
Se trata más de la descripción de una condición clínica que no tanto de un diagnóstico como tal y por eso los síntomas pueden ser muy variados pero siempre focalizados en el dolor persistente. Tendrá un impacto muy importante en las mujeres en edad reproductiva y el impacto sobre la calidad de vida variará mucho en función de las causas. No podemos olvidar que impactará muy seriamente sobre la esfera sexual de los pacientes y eso puede provocar problemas de carácter psicológicos muy relevantes.
La prevalencia del dolor pélvico crónico en el ámbito epidemiológico es muy variable según los estudios. Seguramente esto tenga que ver con aspectos socioculturales. Puede ir del 6,4% al 25,4% en las mujeres según los últimos estudios y es inferior entre los hombres donde se sitúa entre el 2% y el 17%. Es muy probable que en el caso de los hombres exista una infravaloración de esta prevalencia en relación con una menor predisposición para consultar problemas que también afectan a la esfera sexual.
El diagnóstico es clínico, es necesario realizar una adecuada anamnesis clínica con el paciente y/o familiares por parte de un profesional sanitario especializado. Se dispone de diferentes escalas para valorar la gravedad de los síntomas o trastornos comórbidos asociados, y de pruebas neuropsicológicas que evalúan las dificultades cognitivas de atención y concentración. También existen las pertinentes pruebas complementarias para descartar organicidad y poder hacer un buen diagnóstico.
Es necesario el abordaje multimodal: psicoeducación, tratamiento psicológico y tratamiento farmacológico. Al existir también una afectación de la sexualidad tenemos que considerar muy importante el abordaje con las parejas de los pacientes, si es el caso. Se dispone de diferentes fármacos que han demostrado ser de ayuda para el control de síntomas, dado el caso. Es muy importante para el tratamiento generar una buena relación médico-paciente que evite exploraciones complementarias innecesarias e iatrogenia.
Anamnesis clínica. Entrevista psicológica. Exploración neuropsicológica. Analítica sanguínea, constantes vitales, peso y talla. Neuroimagen. Escáneres.
Colaborar con los profesionales sanitarios de las diferentes especialidades que tratan el dolor pélvico crónico. Programar visitas regulares y llevar a cabo la gestión adecuada de la demanda de pruebas complementarias e intervenciones médicas para evitar iatrogenia. Hacer actividad física regular, intentar tener un buen descanso nocturno, estar activo y participar en actividades laborales y/o de ocio, practicar terapias de relajación tipo mindfulness y evitar el consumo de tóxicos. Fisioterapia rehabilitadora.
Psiquiatría: Dr. J A Navarro Sanchis
El tratamiento ante la sospecha de un tumor testicular es la cirugía y retirada del testículo afectado. La cirugía es una parte importante del diagnóstico y tratamiento del cáncer testicular.
La orquiectomía radical consiste en la extirpación de uno o de los dos testículos afectados por vía inguinal, para posteriormente realizar un análisis anatomopatológico que permita identificar el tipo de tumor. Esta información ayudará a las/los profesionales a escoger la terapia posterior más adecuada para tratarlo.
Después de la cirugía, algunos pacientes pueden necesitar tratamiento con quimioterapia o radioterapia, con una respuesta excelente en la gran mayoría de los casos. Estas terapias a menudo se prescriben tras la cirugía para actuar sobre las células cancerosas restantes que se puedan haber propagado a otras partes del organismo, como los nódulos linfáticos.
Un estudio de extensión inicial detallado, un tratamiento precoz adecuado y un seguimiento estricto son los pilares que promueven una elevada supervivencia y calidad de vida a estos pacientes.
Los pacientes con enfermedad localizada pueden recibir tratamientos de intención curativa, fundamentalmente cirugía o radioterapia en sus diferentes formas. Sin embargo, estos tratamientos radicales no son inocuos y pueden presentar efectos colaterales que afectarán a la calidad de vida de los pacientes tratados: alteraciones en la erección, pérdidas de orina y/o trastornos digestivos.
No todos los tumores prostáticos son de alta agresividad o suponen un impacto en la supervivencia, ni siquiera deterioro de la calidad de vida en los pacientes. Son los tumores que etiquetamos de bajo o muy bajo riesgo, poco agresivos y poco voluminosos, que se pueden controlar sin necesidad de tratamiento activo inmediato, vigilándolos de cerca, eso sí.
Es la cirugía en la que se extirpa la glándula prostática. En esta operación, el/la urólogo/a extirpa la totalidad de la próstata y las vesículas seminales. En algunos casos también se extirpan a la vez los ganglios linfáticos que hay cerca. El uso del sistema robótico DaVinci y el abordaje mínimamente invasivo permiten llevar a cabo este procedimiento con más exactitud y con resultados excelentes
En este tratamiento se administra una radiación ionizante desde una fuente de irradiación externa que está integrada en unos equipos denominados aceleradores lineales. Se consigue modular la radiación y aplicarla directamente sobre la próstata protegiendo todo lo posible los órganos vecinos (vejiga, recto y uretra). Consiste en unas cuantas sesiones de tratamiento que se realizan en el hospital de manera ambulatoria.
En caso de enfermedad diseminada, el tratamiento que se propone se basa en la supresión de la testosterona, nuevas moléculas hormonales y quimioterapia en función de la fase de la enfermedad.
El tratamiento de la insuficiencia renal tiene cuatro pilares fundamentales.
Los controles de la tensión arterial si es alta, de las cifras de urea elevadas, del desequilibrio de sales minerales (sodio, potasio, calcio, fósforo, magnesio), de la acidosis y de la anemia. Las pruebas analíticas dan mucha información para caracterizar el origen y el grado de gravedad de la enfermedad renal.
La biopsia renal permite realizar un estudio microscópico que muchas veces es imprescindible. Las pruebas genéticas ofrecen también información muy relevante.
Hay tres niveles diferentes de tratamiento:
a) el médico, con la utilización de medicamentos u hormonas para suplir dichas funciones alteradas. Una dieta que genere poca urea o que contenga poco potasio, fármacos que controlan el exceso o defecto de sodio, potasio, calcio, fósforo, magnesio, o la presencia de acidosis. Y fármacos para tratar la anemia.
b) las medidas de depuración extrarrenal: la hemodiálisis (paso de la sangre por un circuito externo que realiza la depuración de las sustancias tóxicas por medio de un filtro adecuado), y la diálisis peritoneal en la que se instila una solución en la cavidad peritoneal del paciente, y al extraerla, se secuestran las sustancias tóxicas que normalmente aparecerían en la orina.
c) el trasplante renal, de donante vivo o de donación cadavérica. En este caso el nuevo riñón suple la función de los riñones enfermos. La duración del injerto renal es variable y depende del control de los episodios de rechazo que se pueden producir, una vez efectuado el trasplante. Un paciente joven con insuficiencia renal puede necesitar más de un trasplante renal a lo largo de su vida, aunque la vida útil de los injertos mejora día a día con la aparición de nuevos fármacos inmunosupresores.
El Servicio de Urología destaca por la integración de la actividad de alta tecnología y de especialización hospitalaria con los cuidados básicos de la asistencia primaria. La creación de circuitos rápidos de acceso al Hospital y de protocolos compartidos con los facultativos de la asistencia primaria añaden a la excelencia los valores de equidad y eficiencia, absolutamente necesarios en el marco de la sanidad pública.
El Servicio de Urología es una referencia en patologías complejas para Cataluña y el resto del Estado español. Dirigido desde el año 2020 por el Dr. Enric Trilla, tiene como objetivo integrar la asistencia, la docencia y la investigación. Durante los últimos años hemos incorporado las técnicas quirúrgicas más modernas y menos invasivas, como la cirugía laparoscópica y robótica (Da Vinci).
La Unidad Docente de Urología la forma el mismo Servicio de Urología de Vall d'Hebron con la participación de otras especialidades, como cirugía general, nefrología, medicina intensiva o urología pediátrica.
Itinerario de formación en Urología
La urología se ocupa del estudio, diagnóstico y tratamiento de las afecciones médico-quirúrgicas del aparato urinario y retroperitoneo de ambos sexos. También tratan el aparato genital masculino, en todas las edades, que pueda presentar enfermedades congénitas, traumáticas, metabólicas, obstructivas y oncológicas.
La esclerosis múltiple es una enfermedad crónica que afecta al sistema nervioso central. El sistema inmunológico reacciona contra la mielina, una sustancia que recubre las neuronas y transmite los impulsos nerviosos, hecho que provoca su interrupción o ralentización. Se considera una enfermedad degenerativa y representa la segunda causa de discapacidad neurológica en adultos jóvenes (entre 20 y 40 años). Actualmente se desconoce su causa y el tratamiento para curarla.
Aunque la causa sigue siendo desconocida, se sabe que el sistema inmunológico reacciona de manera errónea contra la mielina. La pérdida de mielina causa alteraciones en el funcionamiento del cerebro, la médula espinal o el nervio óptico, y puede ocasionar la pérdida del tejido neuronal. A la larga también puede causar la destrucción directa de neuronas.
Las zonas donde se produce una pérdida de mielina, llamadas lesiones o placas desmielinizantes, aparecen en el tejido nervioso como zonas endurecidas. Estas lesiones pueden aparecer en múltiples localizaciones del cerebro, la médula espinal o el nervio óptico.
Son múltiples y pueden aparecer en dos contextos: en forma de brotes y/o con progresión de la discapacidad.
Los brotes son episodios de alteraciones clínicas con una duración superior a las 24 horas que tienen tendencia a remitir con el tiempo, aunque en algunos casos pueden quedar secuelas. En cambio, si hay progresión de la enfermedad, los síntomas aparecen poco a poco y se acumulan de manera más o menos lenta y progresiva. Algunas personas solo sufren un curso con brotes, otras solo progresivas y otras, después de un periodo de brotes, inician una etapa de progresión.
Según las áreas a las que afecte, los síntomas variarán entre:
También pueden quedar afectados el equilibrio o la coordinación, la función urinaria y la función sexual.
El número de casos de esclerosis múltiple va en aumento en todo el mundo y ha llegado a los 230 casos por cada 100.000 habitantes en algunas regiones. En el Estado español, la prevalencia es en torno a los 100 casos por cada 100.000 habitantes. Se calcula que hay más de 2,3 millones de personas afectadas en todo el mundo, de las cuales más de 45.000 han sido diagnosticadas en el Estado español y 7.500 en Cataluña. Afecta sobre todo a las mujeres: por cada hombre afectado hay entre dos y tres mujeres con EM y se diagnostica principalmente en adultos jóvenes. Aunque hay condicionantes genéticos, no se considera una enfermedad hereditaria. Según los estudios, el aumento de casos diagnosticados puede ser debido a las mejoras en la capacidad diagnóstica y en la calidad de los estudios epidemiológicos; pero también por el aumento del riesgo de adquirirla por factores ambientales. Actualmente, se estudia la relación del déficit de vitamina D con la enfermedad.
El diagnóstico es complejo y se hace a través del estudio de la historia clínica, examen neurológico, resonancia magnética, punción lumbar y potenciales evocados.
El tratamiento de la esclerosis múltiple se divide en tratamiento de fondo y tratamiento sintomático.
El tratamiento de fondo se basa en la administración de fármacos por vía oral, endovenosa o subcutánea con el objetivo de modificar el curso de la enfermedad. Hoy en día, disponemos de toda una serie de fármacos que varían en eficacia, perfil de seguridad y tolerabilidad. Actualmente, el reto es ofrecer el fármaco adecuado para el paciente adecuado, la denominada medicina personalizada o de precisión, así como detectar de manera rápida a los pacientes que no responden bien a un tratamiento determinado.
El tratamiento sintomático: algunos de los síntomas disponen de estrategias de tratamiento farmacológicas y otros, no. Para combatir los síntomas que no disponen de ellas, se trabaja con la rehabilitación multidisciplinar desde una visión holística. Este tipo de tratamientos ha demostrado su efectividad a la hora de reducir el impacto de la enfermedad en las actividades y la participación social de las personas afectadas.
Aunque no hay recomendaciones específicas para evitar la aparición de la enfermedad, sí es importante mantener un estilo de vida saludable (dieta saludable, evitar el tabaquismo, ejercicio moderado, etcétera). Ya que favorece un mejor estado de salud para el cerebro y así se puede prevenir el empeoramiento de la enfermedad.
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