Somos la suma de cuatro hospitales: el General, el Infantil, el de la Mujer y el de Traumatología, Rehabilitación y Quemados. Estamos ubicados en el Vall d'Hebron Barcelona Hospital Campus, un parque sanitario de referencia internacional donde la asistencia es una rama imprescindible.
El paciente es el centro y el eje de nuestro sistema. Somos profesionales comprometidos con una asistencia de calidad y nuestra estructura organizativa rompe las fronteras tradicionales entre los servicios y los colectivos profesionales, con un modelo exclusivo de áreas de conocimiento.
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La apuesta por la innovación nos permite estar en vanguardia de la medicina, proporcionando una asistencia de primer nivel y adaptada a las necesidades cambiantes de cada paciente.
Las personas con insuficiencia renal que entran en un programa de hemodiálisis tienen una función inferior al 10% de la función normal. Con cifras superiores de función, generalmente no es necesaria la hemodiálisis.Hay que practicar la hemodiálisis de forma periódica, en sesiones de unas cuatro horas y generalmente tres veces por semana, aunque la duración y la frecuencia dependen de cada paciente y de cada circunstancia.El fundamento de la hemodiálisis es biofísico, en el sentido de que cuando la sangre pasa por un filtro, intercambia sustancias con el líquido que hay presente al otro lado del filtro y que es movido en circulación por una máquina. Para el intercambio, la sangre se libera de la urea, del potasio, del fósforo, y de diferentes sustancias que se acumulan debido al déficit del funcionamiento renal. El paso de dichas sustancias a través de la membrana se produce de forma espontánea, debido a que existen diferentes concentraciones de las diversas sustancias y la tendencia física es a igualarse, y también por medio de cambios en la presión que ejerce la máquina de hemodiálisis.Las posibles complicaciones de la hemodiálisis son la infección del catéter o el agotamiento de los accesos vasculares en pacientes que están con hemodiálisis durante mucho tiempo.Aunque la hemodiálisis puede durar años, generalmente es un paso intermedio entre la insuficiencia renal y el trasplante.
La biopsia renal es un elemento de diagnóstico fundamental en el campo de la nefrología. Las enfermedades del riñón tienen una traducción en el estado general de la persona y también se revelan en las analíticas de sangre y orina practicadas. De la misma forma las pruebas de imagen (ecografía renal, TAC, resonancia magnética nuclear), dan información sobre el diagnóstico de la enfermedad renal, pero la prueba fundamental e imprescindible para su diagnóstico es la biopsia renal.
Consiste en la extracción mediante una aguja especial de una muestra milimétrica de tejido renal. La punción se realiza bajo control ecográfico con anestesia local con o sin sedación, según las características del paciente.
La muestra obtenida es procesada por el Servicio de Anatomía Patológica con el uso de diferentes técnicas para la observación bajo microscopia óptica, microscopia de fluorescencia y microscopia electrónica. Así se pueden observar los diferentes compartimentos del riñón: los glomérulos, los túbulos y los vasos sanguíneos. También se pueden hacer tinciones especiales para poner de manifiesto infecciones y toxicidad producida por diferentes fármacos.
Es muy útil tanto en el diagnóstico de enfermedad de los propios riñones o como prueba para el seguimiento del trasplante renal.
La biopsia renal no está exenta de complicaciones, poco frecuentes y que se pueden solucionar, pero que es necesario mencionar: puede haber emisión de orina con sangre, situación generalmente autolimitada. También se puede producir un hematoma renal, que no requiere tampoco tratamiento y en ocasiones se puede provocar accidentalmente una comunicación entre una arteria y una vena, situación que requiere practicar un cateterismo y cerrar la comunicación anómala.
Es una práctica frecuente en el Servicio de Nefrología, y las complicaciones observadas se sitúan sobre el 1-2 %, con resolución posterior, por lo que se puede considerar un procedimiento rutinario y seguro.
Las pruebas analíticas dan mucha información para caracterizar el origen y el grado de gravedad de la enfermedad renal. La biopsia renal permite realizar un estudio microscópico que muchas veces es imprescindible. Las pruebas genéticas ofrecen también información muy relevante.
Esta prueba sirven para establecer el origen de la enfermedad renal. Sus orígenes pueden ser muy diversos, desde genéticos hasta adquiridos debido a una infección bacteriana o vírica, una enfermedad metabólica (diabetes) o una enfermedad autoinmune, como por ejemplo el lupus. Además de las analíticas de sangre y orina, con una biopsia renal y/o un análisis genético.
Las pruebas de imagen también pueden ser útiles.
En el caso de la biopsia renal se puede producir un mínimo sangrado que se limita casi siempre espontáneamente. Si no es así se puede controlar con un procedimiento de radiología intervencionista que consiste en cateterizar el riñón para tapar el foco sangrante. Los análisis genéticos ahorran cada vez más la práctica de una biopsia renal. De todos modos la práctica de la biopsia renal sigue siendo primordial en el diagnóstico de las enfermedades renales.
Los riñones se benefician de una dieta saludable, de un consumo relativamente abundante de agua y de la abstención del tabaco. También son básicos unos buenos hábitos regulares en la defecación y en la micción. El estreñimiento y aguantar la necesidad de orinar son hábitos que perjudican el normal funcionamiento de los riñones. El consumo de agua pura, sin ninguna sustancia en solución, aparte de las que constituyen alimento como la leche, el caldo y de las infusiones como el café o el té, son necesarias para el buen funcionamiento renal. La cantidad de orina que emite una persona sana es variable dependiendo de la cantidad de agua que beba, de la temperatura ambiental, de que esté en reposo, haga ejercicio, etc. Normalmente, en el caso de una persona adulta sana, se sitúa entre 1 y 2 litros por día. No necesariamente se mejora el funcionamiento renal con un exceso de agua.
El ejercicio y una dieta rica en fibra favorecen unos hábitos en la micción y en las deposiciones que mejoran la función renal. En el caso de enfermedades asociadas, como es el caso muy frecuente de la diabetes, el buen control metabólico de la diabetes es esencial para el mantenimiento de la función renal. El control de la tensión arterial, que muchas veces tiene un origen no conocido, es básico también para el mantenimiento de la función renal.
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