Somos la suma de cuatro hospitales: el General, el Infantil, el de la Mujer y el de Traumatología, Rehabilitación y Quemados. Estamos ubicados en el Vall d'Hebron Barcelona Hospital Campus, un parque sanitario de referencia internacional donde la asistencia es una rama imprescindible.
El paciente es el centro y el eje de nuestro sistema. Somos profesionales comprometidos con una asistencia de calidad y nuestra estructura organizativa rompe las fronteras tradicionales entre los servicios y los colectivos profesionales, con un modelo exclusivo de áreas de conocimiento.
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La apuesta por la innovación nos permite estar en vanguardia de la medicina, proporcionando una asistencia de primer nivel y adaptada a las necesidades cambiantes de cada paciente.
La neumonía es una infección del tejido pulmonar. Puede ser producida por muchos microorganismos diferentes aunque los más frecuentes son S. pneumoniae (neumococo) y Mycoplasma.
Otros microroganismos que también pueden causar neumonía son Haemophilus, Klebsiella, Staphylococcus aureus, Legionella pneumophila, Chlamydia pneumoniae y algunos virus
Se caracterizan por fiebre alta, tos, con o sin espectoración, y en muchas ocasiones dolor en el tórax, que puede aumentar con los movimientos respiratorios. A veces la expectoración tiene aspecto marronáceo o herrumbroso, situación que orienta a neumonía causada por neumococo.
La denominada neumonía atípica, causada por Mycoplasma o Chlamidia entre otros, se caracteriza muchas veces por presentar fiebre con poca sintomatología respiratoria.
Según su extensión, en el aparato respiratorio distinguimos diferentes tipos de neumonía:
La neumonía es una enfermedad muy frecuente (350.000 casos/año en España) y es una causa significativa de mortalidad en la población general. Puede afectar a todos los grupos de edad.
En la persona previamente sana constituye una enfermedad de gravedad leve o moderada, susceptible incluso de tratamiento domiciliario o ambulatorio, pero en pacientes con patología previa (inmunodeprimidos, insuficiencia cardíaca, insuficiencia respiratoria previa) es generalmente grave.
El uso apropiado de antibióticos, junto con medidas en ocasiones de soporte respiratorio (oxigenoterapia o incluso intubación), contribuyen significativamente a mejorar las posibilidades de curación en los casos más graves.
Se realiza basándonos en la historia clínica del paciente (edad, patología previa, tiempo de evolución y tipo de los síntomas), auscultación, radiografía de tórax, y práctica de cultivos de sangre y esputo para identificar el organismo causante.
También pueden detectarse antígenos en orina para neumococo y Legionella.
El tratamiento es antibiótico, basado en una estimación clínica de la posibilidad de tratarse de uno u otro germen (en muchas ocasiones se inicia inmediatamente el tratamiento sin conocer el organismo causal), para posteriormente mantenerlo o modificarlo de acuerdo con los cultivos y la evolución del paciente.
El criterio de hacer un tratamiento hospitalario o ambulatorio depende de la estimación de las circunstancias de riesgo que puedan concurrir (edad avanzada, patología previa, afectación de la función respiratoria).
En un paciente previamente sano, el tratamiento puede ser ambulatorio.
Radiografía de tórax , cultivos de sangre y de esputo o secreciones respiratorias y determinación de antígenos en orina.
Enfermedad infecciosa producida por el microorganismo Mycobacterium tuberculosis, que afecta principalmente al sistema respiratorio y que requiere un tratamiento prolongado y sin interrupción para lograr su curación. Si se interrumpe, se producen característicamente resistencias a los fármacos, lo que dificulta la curación. El reservorio de Mycobacterium tuberculosis es el hombre y por lo general, es una enfermedad transmisible por vía aérea. El contagio se produce por una convivencia estrecha con una persona con tuberculosis pulmonar. Es importante tener claro que estamos hablando de una enfermedad tratable, curable y erradicable, lo que quiere decir que podría llegar a desaparecer de la población mundial.
Sin embargo, actualmente es la primera causa de muerte por enfermedades infecciosas del mundo. Factores tales como las resistencias a los fármacos de primera línea o coinfecciones, dificultan el tratamiento de la enfermedad y aumentan su mortalidad.
Los síntomas de la tuberculosis dependen del órgano al que afecte. En el caso de la afectación pulmonar, los síntomas más frecuentes son tos con expectoración, fiebre, pérdida de peso, y sudoración nocturna. Se debe considerar el diagnóstico de tuberculosis cuando estos síntomas duran más de 3-4 semanas.
Puede afectar a cualquier persona si ha estado en contacto con pacientes afectados.
La tuberculosis se diagnostica de acuerdo a la sintomatología de los pacientes, los hallazgos de la exploración física y los resultados de las pruebas complementárias. Las pruebas microbiológicas constituyen un pilar básico para el diagnóstico. Entre ellas tenemos el cultivo de micobacterias, técnicas microscópicas y pruebas de biología molecular. Los pacientes tienen un diagnóstico confirmado cuando las pruebas microbiologicas son positivas, en caso contrario tienen diagnóstico probable.
Se realiza mediante una asociación de fármacos para evitar la aparición de resistencias. La duración del tratamiento es larga (mínimo sies meses) porque muchos fármacos actúan sobre las bacterias en división y este microorganismo es de crecimiento lento. A ser posible se administran todas las pastillas en una sola toma al dia para facilitar el cumplimiento del tratamiento.
Son la radiografia de tórax , analítica general, cultivos de muestras biológicas.
No existen medidas de prevención específicas para evitar la infección.
El herpes oral es una infección en la zona de los labios, la boca o las encías causada por el virus del herpes simple (VHS-1) que se manifiesta en forma de ampollas pequeñas y dolorosas que denominamos calenturas o herpes labial en lenguaje común. La infección por herpes simple es muy contagiosa, frecuente y endémica en el mundo. Normalmente se adquiere en la infancia y dura toda la vida.
El herpes causado por el virus VHS-1 se transmite por el contacto boca a boca o por el contacto con úlceras, saliva y zona bucolabial. Aun así, también se puede transmitir en la zona genital, hecho que provoca el llamado herpes genital.
Aunque no es muy común, se puede transmitir de una madre infectada al recién nacido durante el parto.
Habitualmente, la infección por herpes labial es asintomática y la mayor parte de las personas infectadas no saben que lo están. Cuando se manifiesta, aparecen vesículas o úlceras dolorosas en la boca o a su alrededor. Las personas que lo sufren notan una sensación de picazón, hormigueo o ardor en la zona afectada.
Después de una primera infección, las vesículas pueden reaparecer periódicamente, según cada persona.
Según datos de la OMS, el 67% de la población está infectada por el VHS-1.
El diagnóstico se hace por la clínica, es decir, el examen directo de los pacientes. En caso de duda, el especialista puede solicitar la realización de un cultivo virológico de las vesículas en la fase inicial de la enfermedad para confirmarla.
Los medicamentos antivíricos, como el aciclovir, el famciclovir y el valaciclovir, son los más eficaces para tratar a las personas afectadas por el VHS-1. Aun así, aunque reducen la intensidad y la frecuencia de los síntomas, no curan la infección.
El concepto de infecciones osteoarticulares resistentes engloba todas las intervenciones hechas a pacientes con infecciones resistentes al tratamiento médico y quirúrgico previo. Estas intervenciones pueden ser recambios de prótesis, osteomielitis crónicas, pseudoartrosis sépticas, entre otras.
Los diferentes tipos de infecciones osteoarticulares resistentes que se tratan son:
Osteomielitis/osteítis de origen hematógeno resistente al tratamiento médico y quirúrgico:
Osteomielitis crónicas o pseudoartrosis sépticas derivadas de traumatismos o intervenciones quirúrgicas. Las que se producen debido a fracturas abiertas, de forma característica la tibia, muchas veces aparecen acompañadas de pérdida ósea y/o de cobertura cutánea. No se sabe la incidencia exacta, pero cuanto más expuesto ha estado el hueso, más posibilidades tiene de infectarse de forma crónica.
Infecciones periprotésicas. Este tipo de infección se da en cerca de un 1% a un 3% de las artroplastias primarias realizadas. En muchas ocasiones, el único síntoma evidente es el dolor. La presencia de una fístula o el aislamiento de un microorganismo patógeno en diferentes muestras confirman el diagnóstico. El tratamiento más frecuente pasa por el recambio de la prótesis en dos intervenciones diferentes.
Infecciones de partes blandas graves (fascitis necrotizantes, gangrenas), resistentes al tratamiento. Estas lesiones son bastante raras y, cuando se producen, suelen ser mortales. Un dolor excesivo localizado puede ser el único síntoma inicial, lo que hace que sea muy difícil de diagnosticar en este estadio. Cuando se diagnostica y se aplica un tratamiento agresivo con antibióticos y desbridamientos quirúrgicos, se influye en la supervivencia y en la necesidad de amputaciones.
En la prevención de la infección osteoarticular son muy importantes los factores relacionados con el paciente (control de las comorbilidades), los relacionados con la intervención (profilaxis antibiótica), la presencia de implantes, el estado de los tejidos (hueso y cobertura cutánea), entre otros.
Este tipo de infecciones hace que se necesite un equipo multidisciplinar, ya que es un tratamiento muy complejo.
La enfermedad causada por el virus del Zika se contrae por la picadura de un mosquito infectado, tal como sucede también con el dengue, el chikungunya y la fiebre amarilla. Asimismo, se puede transmitir por vía sexual, las mujeres embarazadas lo pueden transmitir a sus hijos o por transfusión de sangre. En Europa no se han dado casos de infección por la picadura del mosquito, sino que todos han sido importados.
Es una enfermedad de corta duración, que se puede resolver sin complicaciones ni necesidad de hospitalización. No obstante, existe una relación entre esta infección y algunas patologías neurológicas. Además, las madres afectadas durante el embarazo pueden dar a luz a recién nacidos con microcefalia.
El periodo de incubación en el ser humano es de entre 3 y 12 días, con un máximo de 15. Aunque en muchas ocasiones no se presentan síntomas, cuando la enfermedad se manifiesta se caracteriza por:
Desde 2015, 71 países declararon que el virus del Zika se había transmitido a través del mosquito. Además, 13 más manifestaron que la enfermedad había llegado por otra vía, generalmente, la sexual.
En Europa la mayoría de los casos se han importado de países endémicos, principalmente de América Latina, pero también del sureste asiático. En Cataluña, a mediados de diciembre de 2016, se habían registrado 150 infecciones, entre las cuales había 32 gestantes.
Entre los siete y los primeros diez días de la enfermedad, el diagnóstico se realiza por medio de técnicas de biología molecular (RT.PCR) en sangre y orina, que permite detectar el virus.
Una vez pasado este periodo, el zika desaparece de la sangre y se detecta a través de los anticuerpos en el suero.
No existe un tratamiento específico para hacer frente a esta enfermedad. Generalmente, los síntomas desaparecen entre los tres y los siete días después de la infección, por eso se pueden suavizar con analgésicos y antitérmicos.
De momento, no existe ninguna vacuna para tratar este virus. Por lo tanto, la prevención se basa en evitar la picadura del mosquito en los países endémicos, así como tomar medidas de protección en las relaciones sexuales.
En el caso de Cataluña, el riesgo del virus se asocia con la llegada de viajeros infectados procedentes de los países endémicos. Aquí existe un protocolo de cribado en embarazadas y sus parejas, ya que son un colectivo sensible porque pueden transmitir el virus al feto.
La enfermedad del virus del Ébola (EVE) es una enfermedad infecciosa grave que tiene el origen en los animales salvajes. Está causada por un virus del género Ebolavirus (Filovirus), que se suele presentar en forma de brotes que tienen un porcentaje de mortalidad del 50%.
Los primeros síntomas son fiebre repentina, dolor muscular, debilidad, dolor de cabeza y dolor de garganta. Estos síntomas van seguidos de vómitos, diarrea, disfunción renal y hepática, erupciones cutáneas y hemorragias.
En la fase final de la enfermedad, los pacientes desarrollan un fallo multiorgánico que, en algunos casos, se supera durante la segunda semana de evolución y, en otros, provoca la muerte.
Es una enfermedad contagiosa cuando aparecen los síntomas.
Es una enfermedad frecuente en el África central y occidental. El brote más importante se produjo en el año 2014, con más de 11.000 fallecidos (Guinea, Liberia y Sierra Leona).
El periodo de incubación oscila entre los 2 y los 21 días.
En humanos se transmite con el contacto directo con la sangre y las secreciones corporales de las personas infectadas o con objetos contaminados con fluidos corporales de los pacientes. También se puede transmitir por contacto sexual hasta tres meses después del inicio de los síntomas.
Tener en cuenta el antecedente epidemiológico de viaje o el contacto con personas enfermas es fundamental. El diagnóstico definitivo se hace con pruebas de laboratorio en centros de referencia, en las que se detecta el ácido nucleico viral en muestras biológicas. Antes de establecer un diagnóstico de EVE hay que descartar otras enfermedades infecciosas como el paludismo, la fiebre tifoidea, el dengue o la meningitis.
Hasta ahora, no hay ningún tratamiento específico para combatirla. Se tiene que mantener una adecuada hidratación y presión arterial de los pacientes, así como otras medidas de soporte vital.
La prevención del ébola se basa en diferentes estrategias:
Actualmente, hay una vacuna en fase de autorización que ha mostrado unos resultados excelentes.
Actualmente, existen dos fármacos que sirven para tratar la enfermedad de Chagas: benznidazole y nifurtimox.
En caso de que se desarrolle una enfermedad cardíaca y/o digestiva, es necesario un tratamiento específico.
El objetivo del Servicio de Enfermedades Infecciosas es la prevención, el control y el tratamiento de estas enfermedades, a través de tres áreas: la asistencial, en primer lugar, la docente, tanto de pregrado como de posgrado, y la investigadora entre el Hospital Vall d'Hebron y la Universidad Autónoma de Barcelona.
La asistencia del Servicio de Enfermedades Infecciosas se vertebra a través de las áreas siguientes: la de hospitalización, la de asistencia ambulatoria, la de control de la infección nosocomial (que se contrae durante una estancia hospitalaria), la de prevención y tratamiento de la infección en el paciente inmunodeprimido sin infección por el VIH (con neoplasia sólida o hematológica, trasplante de médula ósea u órgano sólido); la de salud internacional e infecciones importadas, y la de atención a los enfermos con infección por VIH.
La gripe es una enfermedad respiratoria infecciosa causada por el virus influenza, del que existen 3 tipos (A, B y C) y varios subtipos. Es una enfermedad que puede presentar un amplio abanico de formas clínicas: desde infecciones asintomáticas hasta cuadros respiratorios que se pueden complicar. Los virus de la gripe circulan durante los meses de invierno en nuestro medio, produciendo epidemias estacionales. Los virus gripales que circulan cada temporada no tienen la misma patogenicidad y la susceptibilidad de la población frente a los virus tampoco es homogénea. Por ello, la intensidad de las epidemias de gripe varía de un año a otro, tanto por la cantidad de personas afectadas como por lo que respecta al espectro clínico de las infecciones. La vacunación antigripal es la medida de prevención primaria más efectiva para prevenir la gripe y sus complicaciones.
La gripe se transmite de una persona enferma a otra a través de las gotitas que se expulsan con la tos y los estornudos. La capacidad de transmisión se inicia desde el día antes de la aparición de los síntomas y persiste durante cinco días después.
Se estima que la gripe estacional puede afectar entre el 5% y el 20% de la población general, y que aproximadamente el 25% de los procesos respiratorios febriles podrían ser producidos por la gripe. Esta morbilidad elevada da lugar a un número importante de consultas médicas y de días laborables perdidos como consecuencia de la enfermedad. Además, determinadas personas, como las de edad avanzada, las que tienen enfermedades crónicas, las que están inmunodeprimidas y las mujeres embarazadas, entre otras, pueden sufrir la enfermedad con más gravedad y es frecuente que presenten complicaciones durante su evolución. Por estos motivos la gripe sigue siendo un problema importante de salud pública.
La gripe cursa con fiebre elevada, tos seca, dolor de cabeza y de garganta, dolor muscular y malestar general. También puede provocar diarreas, náuseas y vómitos, sobre todo en niños pequeños. En la mayoría de los casos, las personas se recuperan en 7-10 días.
La gripe puede afectar a cualquier persona, pero los más vulnerables de sufrir complicaciones son los niños menores de 2 años, las personas de edad igual o superior a 60 años, las embarazadas, las personas con obesidad mórbida y las personas de cualquier edad que sufran alguna de las enfermedades siguientes: cardiovasculares, pulmonares (incluida displasia broncopulmonar, fibrosis quística y asma), neurológicas, neuromusculares, metabólicas (incluida diabetes mellitus), insuficiencia renal, inmunosupresión, cáncer, enfermedades hepáticas crónicas, asplenia y hemoglobinopatías.
El diagnóstico de la gripe generalmente es clínico y no requiere pruebas de laboratorio. No obstante, el diagnóstico microbiológico es fundamental para poder disponer de confirmación etiológica en pacientes con factores de riesgo y en enfermos graves. La detección del virus en muestras respiratorias se puede hacer por cultivo, por técnicas de detección de antígeno y por métodos moleculares.
No existe tratamiento específico para la gripe. Se recomienda dar un tratamiento con analgésicos y antitérmicos (paracetamol) para aliviar o tratar algunos de los síntomas asociados a la gripe, como la fiebre o el dolor de cabeza.
Los antibióticos no curan la gripe. Solo en aquellos casos en que haya una sobreinfección bacteriana, como la neumonía, o en enfermos crónicos, puede estar indicado un tratamiento antibiótico preventivo para evitar complicaciones.
Los antivirales, como el oseltamivir o el zanamivir, pueden estar indicados en personas con alto riesgo de complicaciones para reducir la duración de la gripe y la posibilidad de complicaciones, pero se tienen que empezar a tomar antes de que pasen 48 horas desde el inicio de los síntomas.
La mejor forma de protegerse de la gripe es la vacunación y seguir unas buenas prácticas de higiene para evitar la propagación del virus. El objetivo de la vacunación antigripal anual es generar protección contra los virus gripales que circularán durante la temporada de gripe. Las autoridades sanitarias y las sociedades científicas de todo el mundo recomiendan de manera unánime la vacunación antigripal estacional de las personas de alto riesgo. Las vacunas antigripales son muy seguras y bien toleradas con una efectividad que oscila entre el 30% y el 70% para prevenir la hospitalización por gripe y la neumonía. En las personas mayores residentes en instituciones, las vacunas han demostrado ser efectivas entre el 50% y el 60% para prevenir la hospitalización o la neumonía, y el 80% para prevenir la muerte por gripe.
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