Somos la suma de cuatro hospitales: el General, el Infantil, el de la Mujer y el de Traumatología, Rehabilitación y Quemados. Estamos ubicados en el Vall d'Hebron Barcelona Hospital Campus, un parque sanitario de referencia internacional donde la asistencia es una rama imprescindible.
El paciente es el centro y el eje de nuestro sistema. Somos profesionales comprometidos con una asistencia de calidad y nuestra estructura organizativa rompe las fronteras tradicionales entre los servicios y los colectivos profesionales, con un modelo exclusivo de áreas de conocimiento.
¿Quieres saber cómo será tu estancia en el Hospital Universitario Vall d'Hebron? Aquí encontrarás toda la información.
La apuesta por la innovación nos permite estar en vanguardia de la medicina, proporcionando una asistencia de primer nivel y adaptada a las necesidades cambiantes de cada paciente.
Actualmente, el virus del Zika afecta mayoritariamente a algunos países de la América Latina. Por lo tanto, con el fin de evitar el riesgo de contagio se aconseja no viajar a estos países durante el embarazo. Aunque todavía no existe ninguna vacuna para prevenir el virus, las medidas de prevención resultan fundamentales para evitar el contagio.
Las recomendaciones para prevenir la enfermedad por el virus del Zika se dirigen especialmente a las mujeres embarazadas o que estén pensando quedarse en estado a corto o medio plazo. La posibilidad de transmitir la infección al feto hace que el colectivo más sensible sea, por lo tanto, el de las embarazadas. Por este motivo se recomienda:
Otra medida de prevención es evitar la proliferación de los mosquitos, lo que se puede llevar a cabo a partir de una detección y revisión periódica de los lugares donde se reproducen estos insectos. Una vez localizados los puntos de cría, las medidas se tienen que centrar, según el caso, en:
El virus respiratorio sincicial (VRS) es el responsable del 75% de los casos de bronquiolitis diagnosticados durante el periodo epidémico, es decir, de octubre a abril. Los principales síntomas son la dificultad respiratoria y la existencia de sibilancias audibles. Aunque se trata de un virus altamente contagioso, existen una serie de medidas preventivas de alta eficacia.
La bronquiolitis aguda es una infección del tracto respiratorio inferior habitual en niños menores de dos años. Esta infección, producida por el VRS, se manifiesta con síntomas catarrales leves o moderadas, aunque si no se trata, puede ir progresando y provocar cuadros graves de bronquiolitis o neumonías.
Los síntomas de la bronquiolitis aguda pueden variar según la edad de la persona paciente:
La transmisión del virus se puede producir por dos vías:
Las medidas preventivas para evitar la transmisión de este virus son:
La hospitalización es más habitual en los niños que pertenecen a grupos de alto riesgo:
En los casos anteriores se aconseja administrar una profilaxis con palivizumab, puesto que está comprobado que reduce las hospitalizaciones por VRS.
La mayoría de casos de la enfermedad del Ébola se producen en África, especialmente en países como la República de Guinea, Liberia y Sierra Leona, en los que se produjo un brote importante entre 2014 y 2015. Aunque en nuestro entorno el riesgo de infección es bajo, se desaconseja viajar a los países afectados.
Aunque actualmente todavía no se dispone de ninguna vacuna comercializada para hacer frente a este virus, los resultados de los estudios llevados a cabo hasta ahora muestran que la vacuna podría tener una eficacia muy elevada. En nuestro país el riesgo de infección es muy bajo, aun así:
Si te encuentras en zonas afectadas por el virus del Ébola:
Si viajas a alguna de las zonas afectadas y al cabo de unas semanas de haber vuelto muestras los síntomas siguientes, es necesario que recibas atención médica rápidamente y menciones el viaje realizado:
El herpes zóster es una erupción de la piel provocada por una infección viral de los nervios que se encuentran justo debajo de la piel. El virus que lo causa es el mismo que el que causa la varicela. A diferencia de esta, el herpes zóster no presenta estacionalidad y puede aparecer a cualquier edad, aunque es más común en personas mayores de 50 años.
Una medida para prevenir la aparición de nuevos casos de este virus entre las personas que conviven alrededor de un caso es la desinfección de los objetos contaminados con las secreciones nasofaríngeas o las lesiones cutáneas de los enfermos con varicela. Por lo tanto, es importante lavarse las manos antes y después de haber tenido contacto con personas o materiales infectados.
Para mejorar los picores y las molestias de este virus es recomendable la aplicación de:
Es fácil que las personas con herpes zóster contagien a otras, por lo tanto, mientras las ampollas de la piel estén abiertas y supuren, se recomienda evitar cualquier contacto con personas que no hayan tenido la varicela, especialmente las mujeres embarazadas, los recién nacidos y las personas inmunodeprimidas.
La mejor forma de protegerse y evitar la propagación de la gripe es la vacunación y seguir unas buenas prácticas de higiene. Esto ayuda a disminuir la transmisión del virus y es la acción más efectiva para protegerse y proteger a las personas de nuestro entorno.
La gripe se transmite con facilidad de tres formas diferentes:
Hay una serie de medidas higiénicas que se deben tener en cuenta con el fin de prevenir la gripe:
La forma más efectiva de evitar la enfermedad es la vacunación. La vacuna antidiftérica tiene una eficacia alta y se administra como parte del Programa de vacunaciones sistemáticas en Cataluña.
La difteria se transmite por vía respiratoria, fundamentalmente, y por contacto directo con una persona enferma o una portadora sana de la bacteria. Es una enfermedad que puede afectar a las amígdalas, la faringe, la laringe, la mucosa de la nariz y, mucho menos frecuentemente, a la piel u otras membranas mucosas. La bacteria forma placas de membranas de color grisáceo con una zona inflamada de color rojo apagado alrededor, que en el caso de la nariz y la garganta pueden obstruir las vías respiratorias.
Algunas personas pueden ser portadoras de la bacteria en la nariz o en la garganta. Si estas personas están vacunadas no desarrollarán la enfermedad, pero podrán transmitir la bacteria a otras personas mediante las gotitas que se producen al estornudar o toser. La existencia de portadores es muy poco frecuente en las poblaciones en las que no hay casos de la enfermedad.
La educación entre iguales consiste en el intercambio de conocimientos entre las personas de un mismo grupo sobre la enfermedad y las habilidades necesarias para mantener y mejorar la salud. Dado que esto se hace tanto a nivel individual como grupal y comunitario, permite el empoderamiento de los pacientes ante la enfermedad, implicándolos como elementos activos, y genera sentimiento de grupo. Así se facilitan estrategias comunes en el proceso de sensibilización, desestigmatización y visualización de la enfermedad de Chagas.
La enfermedad de Chagas es una enfermedad tropical infecciosa, generalmente crónica, causada por el parásito Trypanosoma cruzí. Las personas pueden infectarse a través de los excrementos de un insecto infectado, el triatomino, conocido de forma común como vinchuca, barbeiro, chipo, kissing-bug o chinche besucona, según el país.
Pero también se puede transmitir por otras vías:
La transmisión ocasionada por el insecto solo tiene lugar en Centroamérica y Sudamérica, pero las otras vías, a causa de los movimientos migratorios de las personas infectadas, pueden estar presentes en varios puntos del planeta. Se trata de una enfermedad que se puede prevenir.
Aunque la enfermedad de Chagas afecta entre ocho y diez millones de personas en el mundo, hoy en día todavía es poco conocida. Según la Organización Mundial de la Salud es una de las 17 enfermedades olvidadas y desatendidas.
En un entorno como el nuestro, esta enfermedad plantea una educación sanitaria desde perspectivas diferentes a los países donde es endémica. Así pues, el conocimiento, la sensibilización, la desestigmatización y la visualización de la enfermedad son instrumentos esenciales en la educación sanitaria de la enfermedad de Chagas.
Actualmente, se calcula que menos del 10% de las personas infectadas conoce su situación.
¿Cuál puede estar infectado?
¿Cómo se puede saber si se está infectado?
¿Qué hay que hacer?
La enfermedad de Chagas se caracteriza, primeramente, por una fase aguda donde el tratamiento es efectivo y la enfermedad se cura. Aun así, la mayoría a veces evoluciona hacia la enfermedad crónica y, como tal, requerirá un control y seguimiento durante toda la vida.
Más de la mitad de las personas infectadas no presentan molestias, pero tres de cada diez sufrirá afecciones cardíacas y una de cada diez, afecciones digestivas (después de años de haber contraído la infección). En estos casos, el proceso es inicialmente asintomático, de manera que sin el tratamiento ni el seguimiento adecuados la enfermedad puede manifestarse de forma súbita y puede generar daños irreversibles o incluso la muerte repentina.
¿Cuál es la afectación de la enfermedad?
¿Cuáles son los signos de alerta?
La enfermedad de Chagas a menudo va acompañada de emociones y sentimientos de culpa, de impotencia y de miedo. Preguntas como: ¿por qué a mí?, ¿qué haré ahora? o ¿Chagas quiere decir muerte? son frecuentes en las personas diagnosticadas.
¿Qué hay que saber?
La enfermedad de Chagas no tiene medidas farmacológicas (vacunas, medicación) para prevenirla. Asimismo, las personas sin esta enfermedad tienen el riesgo de infectarse, y las personas ya afectadas, de reinfectarse.
De este modo, las medidas preventivas con que contamos son la educación sanitaria.
La enfermedad de Chagas presenta características y determinantes psicológicos, sociales y culturales para las personas afectadas, sus familias y la sociedad. De hecho, el diagnóstico de la enfermedad tiene repercusiones importantes desde el punto de vista psicológico y social.
Muchas veces, las personas afectadas no quieren saber si están infectadas o no por miedo a la enfermedad y a las consecuencias imaginarias: a menudo se basan en creencias populares y/o en sus experiencias anteriores con familiares, amigos o conocidos que han muerto en un entorno social desfavorable. En ocasiones, esconden la enfermedad por miedo a ser excluidas del entorno laboral.
La sífilis una infección de transmisión sexual producida por una bacteria que se denomina T. pallidum. Puede tener complicaciones muy graves cuando no se trata, pero es fácil de curar con el tratamiento adecuado.
Su detección y tratamiento lo realiza un equipo médico experto desde la Unidad de ITS del Centro de Salud Internacional y Enfermedades Transmisibles Vall d’Hebron-Drassanes y la Unidad de VIH-ITS del Hospital Universitario Vall d’Hebron.
Se puede adquirir por mantener relaciones sexuales orales, vaginales y/o anales desprotegidas con una persona afectada por la sífilis. En mujeres embarazadas se puede transmitir al bebé a través de la placenta.
La sífilis tiene diferentes fases.
En una fase inicial aparece un chancro –una lesión ulcerada que no duele, por eso puede pasar desapercibida–, habitualmente en la zona del contacto (en boca, pene, vulva/vagina, ano/recto).
Si no se trata, deriva hacia una segunda fase, conocida como secundarismo sifilítico. En esta fase las lesiones más frecuentes son las cutáneas, con lesiones eritematosas que afectan a las palmas de las manos y las plantas de los pies, aunque se puede manifestar con muchos otros síntomas como cansancio, dolor de garganta, incluso afectación ocular.
Si no se trata, la infección entra en un periodo de latencia que puede durar años, en el que no da ninguna sintomatología y la única forma de diagnosticarla es realizando una analítica.
El periodo de latencia en la sífilis tiene dos fases: la precoz, durante el primer año, y la tardía que se manifiesta después de un año de la infección. A la larga, a los 20-40 años, un porcentaje de pacientes puede sufrir afectación neurológica (deterioro cognitivo o dolor neuropático en extremidades inferiores) o cardíaca (aneurisma). Pero si se reciben antibióticos adecuados en cualquier fase o estadio de la sífilis, la infección se puede curar. Actualmente es muy raro llegar a fases tardías.
En las mujeres embarazadas se puede transmitir al feto, lo que provoca el aborto o enfermedades graves en el recién nacido, como la sífilis congénita. Por eso, a toda mujer embarazada se le debe realizar una analítica de sífilis y tratarla en el caso de que salga positiva.
Habitualmente el diagnóstico se realiza por una prueba en sangre, en la que se miran los anticuerpos que genera la infección. Si hay lesión se pueden realizar pruebas directas para detectar la bacteria en la lesión.
El tratamiento más adecuado de elección sigue siendo la penicilina inyectada (intramuscular). El número de inyecciones requeridas puede variar según la fase en la que se encuentre la enfermedad, pudiendo ser una única inyección o tres (una inyección cada semana). En el caso de que haya síntomas, puede dar fiebre en las primeras 24 horas.
El tratamiento es curativo, pero es necesario realizar analíticas de control de forma periódica para su confirmación.
A pesar de que en la sangre se puedan detectar anticuerpos tras la curación, si se entra nuevamente en contacto con T. pallidum puede producirse reinfección y presentar un nuevo episodio.
Si tiene sífilis hay que avisar a las personas con las que se han mantenido relaciones sexuales en los meses anteriores. El número de meses variará según la fase en la que se haya diagnosticado. Así, si es durante la fase primaria, se debe avisar a las personas con las que se han mantenido relaciones 3 meses atrás, y si es en la fase secundaria, 6 meses atrás.
La gonorrea es una de las infecciones de transmisión sexual más frecuentes en el mundo. Su detección y tratamiento lo lleva a cabo un equipo médico experto desde la Unidad de ITS del Centro de Salud Internacional y Enfermedades Transmisibles Vall d'Hebron-Drassanes y la Unidad de VIH – ITS del Hospital Universitario Vall d'Hebron.
La gonorrea es una infección curable producida por una bacteria que se transmite de persona a persona a través de las relaciones sexuales: genitales, anales y orales. Según las prácticas sexuales, la infección se puede localizar también en el ano y en la garganta.
En muchos casos, la gonorrea no provoca síntomas.
En el hombre produce escozor y supuración por el conducto uretral pocos días después del contagio y se puede complicar con la afectación del testículo.
En la mujer puede provocar:
En la mujer, la gonorrea se puede complicar y afectar a las trompas y la pelvis, con posibilidad de causar esterilidad. Otras complicaciones son poco frecuentes.
El bebé también puede adquirir la infección al nacer si la mujer embarazada sufre gonorrea y el niño no recibe la profilaxis adecuada. Para evitarlo, se le aplica un tratamiento preventivo en el momento del parto.
La gonorrea afecta a personas que tienen relaciones sexuales no protegidas, sin utilizar un preservativo, con otra persona infectada por esta enfermedad de transmisión sexual.
Para hacer un diagnóstico es necesario tomar muestras con un escobillón de las secreciones genitales y remitirlas al laboratorio para realizar las pruebas correspondientes que confirmen la infección. Para diagnosticar la infección de la garganta o el ano hay que tomar muestras de estas zonas.
El tratamiento habitual consiste en administrar una sola dosis de antibiótico derivado de la penicilina inyectado en la nalga, si no hay alergia o alguna otra contraindicación.
También se deben evaluar y tratar, si es necesario, a las parejas sexuales, aunque no tengan síntomas.
Para prevenir la gonorrea hay que protegerse utilizando el preservativo cuando se tienen relaciones sexuales fuera de una pareja estable y sana.
El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es un retrovirus, formado por dos copias de RNA de cadena única rodeado de una cápside. Se transmite por la sangre, por secreciones genitales (sexo sin protección) o de la madre al feto durante el embarazo o en el momento del parto o a través de la lactancia (en caso de que la madre no tenga la infección controlada). El VIH NO se transmite por otras vías, como podrían ser objetos, insectos o contacto físico sin compartir sangre o secreciones.
El VIH se puede prevenir utilizando preservativo en las relaciones sexuales y evitando compartir material que pueda contener sangre infectada.
El VIH infecta a un determinado tipo de defensas del organismo, los linfocitos CD4+. Con el tiempo la cifra de linfocitos va disminuyendo y aumenta el riesgo de sufrir determinadas infecciones por microorganismos (bacterias, virus, hongos y parásitos) que habitualmente no dan problemas cuando el sistema inmunitario funciona correctamente; es lo que se conoce como infecciones oportunistas. Además, el virus infecta otras células del organismo y queda en estado latente en localizaciones como pueden ser los ganglios linfáticos, la mucosa intestinal u otros. Este virus latente es conocido como reservorio viral y es uno de los principales impedimentos para la curación de esta infección.
El síndrome de inmunodeficiencia adquirido (SIDA) se define cuando las cifras de CD4+ bajan por debajo de 200 células/μl o si aparece alguna de las enfermedades (infecciones o neoplasias) que definen este síndrome. Por este motivo, y también para evitar nuevos contagios, es muy importante el diagnóstico precoz de la infección. Toda persona que haya tenido alguna situación de riesgo tendría que hacerse una serología ante el VIH (y otras enfermedades de transmisión sexual), independientemente de que presente síntomas o no. El hecho de sufrir alguna otra enfermedad de transmisión sexual aumenta el riesgo de adquirir y transmitir el VIH.
La infección aguda por el VIH se puede manifestar de forma inespecífica, como cualquier otra infección vírica como podría ser una gripe (fiebre, malestar general, erupción cutánea, aumento de tamaño de los ganglios, dolor en las articulaciones o al tragar, cansancio...) o puede ser completamente asintomática.
Una vez cronificada la infección, pasa un tiempo variable en que el paciente puede estar completamente asintomático, pero durante el cual se puede transmitir la infección. A medida que bajan las defensas (CD4+) puede aparecer clínica relacionada con las patologías asociadas, ya sean infecciones o neoplasias, que pueden afectar a diferentes órganos/sistemas.
Toda persona sexualmente activa tiene el riesgo potencial de infectarse por VIH si desconoce el estado de salud de la persona con quien mantiene relaciones sexuales y no toma alguna de las precauciones siguientes: el uso del preservativo o la profilaxis preexposición (PrEP: tomar una combinación de dos fármacos antirretrovirales sin tener la infección por VIH con el fin de prevenirla en caso de que se entre en contacto con el virus). Afortunadamente, la transmisión por otras vías como la sanguínea o la maternofetal ha disminuido significativamente en nuestro medio, gracias a programas de reducción de daños o el cribado del VIH en embarazadas y donantes de sangre y órganos, entre otras medidas.
El diagnóstico del VIH se realiza en el laboratorio mediante la detección de anticuerpos que el paciente crea contra el virus (pero que no sirven para neutralizar el virus y curar la infección y que quedan positivos de por vida como un marcador de la infección) y la detección directa de partes del VIH, sea antígenos del virus o la determinación del número de partículas de VIH que están circulando por la sangre (carga viral). Se debe tener en cuenta que desde el momento en que el virus entra en el organismo y se detectan estos antígenos/anticuerpos pasa un periodo de tiempo en que todas las pruebas son negativas, que se conoce como periodo ventana. Con las nuevas técnicas actuales, este periodo se ha reducido a 2-3 semanas después de la infección.
Hoy en día se recomienda iniciar el tratamiento antirretroviral a todos los pacientes con infección por VIH, independientemente de la cifra de CD4+ o de la carga viral. La única excepción serían los controladores de élite, que son personas que mantienen la carga viral indetectable sin tratamiento. En el resto de personas infectadas se empieza el tratamiento tan pronto como el paciente está preparado para recibirlo y se tiene la información necesaria para escoger la mejor opción posible en cada caso. Un tratamiento efectivo tiene que hacer que la carga viral sea indetectable, pero no consigue eliminar el VIH del organismo. De este modo se logra preservar/recuperar el sistema inmunitario y reducir la posibilidad de nuevas infecciones. De hecho, cuando el virus está indetectable en sangre gracias al tratamiento antirretroviral no se transmite la infección a otras personas (indetectable = intransmisible).
Existen fármacos de diferentes familias que actúan en diferentes puntos del ciclo de vida del VIH, frenando su replicación dentro del organismo. Así tenemos los inhibidores de la transcriptasa inversa análogos y no análogos de nucleósidos, los inhibidores de la integrasa, los inhibidores de la proteasa y los inhibidores de la entrada.
Actualmente, el tratamiento antirretroviral es en forma de pastillas o en forma de fármacos inyectables de acción prolongada. El tratamiento estándar es una combinación de 2 o 3 fármacos diferentes, que a menudo pueden estar coformulados en dos o un solo comprimido. En estos momentos el tratamiento antirretroviral es de por vida, ya que si el paciente abandona el tratamiento, el VIH latente en los reservorios se activará y volverá a multiplicarse. En función de los fármacos que se estén tomando habrá que vigilar la posibilidad de interacciones con otros medicamentos que reciba el paciente y puede ser necesario un seguimiento analítico o exploraciones específicas para determinados fármacos.
La infección por VIH se ha convertido actualmente en una enfermedad crónica y, con el tratamiento actual, la gente diagnosticada hoy día tiene una esperanza de vida similar a la población general. Si la persona con infección por VIH realiza correctamente los controles y toma la medicación antirretroviral puede hacer una vida completamente normal, y eso incluye tener hijos sin transmitirles la infección. Para el control de la infección se programan visitas rutinarias, habitualmente cada 3-6 meses, en las que a través de una analítica de sangre se mide la cifra de defensas (linfocitos CD4+) y la carga viral.
En esta analítica se miden también otros parámetros para tener controladas otras patologías que el paciente pudiera tener (hemograma, función renal, hepática, lípidos). Además, es posible que se hagan una serie de exploraciones complementarias específicas, como detección sistemática de enfermedades de transmisión sexual, cribado de ciertas neoplasias (cérvix, ano), de patología ósea... En las personas viviendo con VIH también pueden estar indicadas ciertas medidas preventivas como por ejemplo la vacunación contra la gripe o la enfermedad invasiva por neumococo.
La inflamación que provoca la replicación del virus en el organismo también aumenta el riesgo de sufrir enfermedades que encontramos en la población general, como por ejemplo patología cardiovascular, hepática, renal, neurológica o ciertos cánceres, pudiendo aparecer con más severidad o a edades más tempranas. Por este motivo es muy importante que las personas viviendo con VIH controlen los factores de riesgo convencionales y tengan unos hábitos de vida saludables.
Como enfermedad de transmisión sexual, el VIH se beneficia de la detección precoz y del uso de métodos de protección de barrera durante las relaciones sexuales, básicamente el preservativo masculino o femenino. Como ya se ha comentado, en los últimos años se ha estudiado el uso de la PrEP como estrategia preventiva. Esta estrategia ha demostrado una alta eficacia para evitar la infección por el VIH, pero al contrario que el uso del preservativo, tiene el inconveniente de que no protege ante otras infecciones de transmisión sexual.
En caso de la potencial exposición al VIH, se puede realizar también la profilaxis posexposición (PPE), que consiste en administrar una pauta de 3 fármacos antirretrovirales durante 28 días, pero se tiene que iniciar dentro de las primeras 72 horas tras la exposición al virus.
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