Somos la suma de cuatro hospitales: el General, el Infantil, el de la Mujer y el de Traumatología, Rehabilitación y Quemados. Estamos ubicados en el Vall d'Hebron Barcelona Hospital Campus, un parque sanitario de referencia internacional donde la asistencia es una rama imprescindible.
El paciente es el centro y el eje de nuestro sistema. Somos profesionales comprometidos con una asistencia de calidad y nuestra estructura organizativa rompe las fronteras tradicionales entre los servicios y los colectivos profesionales, con un modelo exclusivo de áreas de conocimiento.
¿Quieres saber cómo será tu estancia en el Hospital Universitario Vall d'Hebron? Aquí encontrarás toda la información.
La apuesta por la innovación nos permite estar en vanguardia de la medicina, proporcionando una asistencia de primer nivel y adaptada a las necesidades cambiantes de cada paciente.
Después de sufrir un ictus, el paciente puede convivir con secuelas y complicaciones físicas o cognitivas. A pesar de la rehabilitación, no siempre se consigue una recuperación completa y puede quedar una discapacidad secundaria que afecte al movimiento, la coordinación o el control.
Es importante tener en cuenta que, más allá de la parte física, el enfermo también puede sufrir heridas psicológicas que necesitarán tratamiento.
Los pacientes que han sufrido un ictus pueden experimentar una gran variedad de limitaciones y complicaciones que pueden dificultar la recuperación óptima. Las secuelas más frecuentes son:
Dentro de esta área, se engloban todas aquellas lesiones o complicaciones que afectan al paciente a nivel orgánico. Las más frecuentes están relacionadas con déficits motores, alteraciones sensitivas o del lenguaje e incontinencia urinaria:
A pesar de ser menos habituales, también pueden aparecer otras lesiones, como alteraciones visuales, dolor central o infecciones.
Durante la convalecencia, la rehabilitación, o al finalizarla, pueden aparecer alteraciones del estado de ánimo. Habitualmente, se producen en los primeros tres meses después del ictus, aunque hay casos en que se presentan más tarde. Los síntomas son similares a los de otras depresiones: alteraciones del sueño, dificultad de concentración y reducción del hambre. Los problemas psicológicos más habituales son la depresión y la ansiedad. La depresión se suele presentar en uno de cada tres pacientes, es más frecuente en mujeres y en pacientes con depresión previa, algún trastorno psiquiátrico o aislamiento social o una estructura familiar deficiente. También pueden producirse labilidad emocional, apatía, irritabilidad y falta de conciencia de las secuelas del ictus.
En este caso, el deterioro cognitivo más frecuente se presenta en forma de demencia, déficits de atención o disminución de la memoria. También hay pacientes que presentan alteraciones relacionadas con la orientación, la dificultad en la planificación y en la organización de las tareas.
Todos estos factores generan un impacto en la familia del paciente. La persona que asume el rol de cuidador en un 60 % de los casos sufre sobrecarga y ansiedad en el alta. Es importante:
El ictus se considera una urgencia médica que requiere una intervención diagnóstica y terapéutica inmediata. Ante cualquier sospecha, hay que actuar lo más rápido posible, ya que todas las células cerebrales que mueran ya no se recuperarán y su función quedará perjudicada.
Por esto, ante la sospecha de que una persona esté sufriendo un ictus podemos realizar tres rápidas pruebas que, en caso de que al menos una se produzca, se debe contactar rápidamente con el 112.
Cada minuto se pierden 1,9 millones de neuronas y 14 billones de conexiones neuronales: una hora supone el envejecimiento cerebral de 3,6 años y una pérdida de 120 millones de neuronas. Si sospechas que una persona puede estar sufriendo un ictus, llama rápidamente al 112. Mientras llegan los servicios médicos:
Un control adecuado de los factores de riesgo, sumado a las recomendaciones sobre cambios en el estilo de vida, puede evitar hasta un 90 % de los casos de ictus. Estos elementos, junto a los tratamientos farmacológicos prescritos por el especialista, pueden, además, reducir el riesgo de recurrencia y de primeros episodios de otras enfermedades cardiovasculares con factores de riesgo comunes.
Estas medidas benefician también a otros aspectos de la salud si se llevan a cabo a lo largo de la vida.
El ictus es un síndrome clínico caracterizado por el desarrollo rápido de signos de afectación neurológica con una duración superior a las 24 horas. De origen vascular, se considera una urgencia médica que requiere una intervención diagnóstica y terapéutica inmediata.
La persona que ha sufrido un ictus suele necesitar rehabilitación posterior pero, en general, es importante respetar su iniciativa y autonomía, aunque su ejecución sea más lenta, y evitar la sobreprotección.
Recomendaciones y cuidados para los familiares y cuidadores
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