Somos la suma de cuatro hospitales: el General, el Infantil, el de la Mujer y el de Traumatología, Rehabilitación y Quemados. Estamos ubicados en el Vall d'Hebron Barcelona Hospital Campus, un parque sanitario de referencia internacional donde la asistencia es una rama imprescindible.
El paciente es el centro y el eje de nuestro sistema. Somos profesionales comprometidos con una asistencia de calidad y nuestra estructura organizativa rompe las fronteras tradicionales entre los servicios y los colectivos profesionales, con un modelo exclusivo de áreas de conocimiento.
¿Quieres saber cómo será tu estancia en el Hospital Universitario Vall d'Hebron? Aquí encontrarás toda la información.
La apuesta por la innovación nos permite estar en vanguardia de la medicina, proporcionando una asistencia de primer nivel y adaptada a las necesidades cambiantes de cada paciente.
La poliomielitis es una enfermedad muy contagiosa producida por cualquiera de los tres serotipos del poliovirus humano, que forma parte de la familia de los enterovirus. Europa fue certificada como libre de poliomielitis en junio de 2002. La inmunización y vigilancia de la enfermedad continúa garantizando que se mantenga libre de poliomielitis. El síndrome pospolio no tiene un mecanismo causal definido, pero puede afectar entre el 20 % y el 80 % de los pacientes aquejados de poliomielitis.
Los síntomas iniciales son los propios de un cuadro pseudogripal (fiebre, cefalea, dolores articulares y musculares, vómitos, entre otros) y pueden durar hasta 10 días. En sus formas más graves puede llegar a producir una parálisis respiratoria que conduce a la muerte. El síndrome pospolio presenta una nueva debilidad neurológica que puede ser progresiva o abrupta sobre músculos afectos previamente o sin afectación. Puede o no acompañarse de nuevos problemas de salud como son la fatiga excesiva, dolor muscular, dolor articular, intolerancia al frío, disminución de la resistencia física, de la función y atrofia.
Afecta principalmente a los niños y el mecanismo de transmisión puede ser vía fecal-oral o a través de un vehículo común (agua o alimentos contaminados).
El síndrome pospolio afecta a pacientes con 20 años o más de evolución de poliomielitis.
Es un diagnóstico clínico complementado con pruebas de laboratorio y electromiografía (EMG).
Tratamiento sintomático con analgésicos, respirador en el caso de ser necesario, ejercicio suave y posibilidad de aparatos ortopédicos para evitar deformidades o facilitar la función.
En diagnóstico agudo el estudio de secreciones, heces y líquido cefalorraquídeo. EMG en la fase aguda y posterior para llegar al diagnóstico del síndrome pospolio.
La poliomielitis no tiene cura, pero es prevenible por medio de la vacunación.
La hepatitis aguda consiste en una inflamación aguda del hígado que hace que este no funcione de manera correcta. Habitualmente suele estar producida por virus, fármacos u otros tóxicos.
Los síntomas son muy variables y muchas veces pasan inadvertidos. Los más comunes son cansancio, poco apetito, náuseas, dolores musculares y fiebre. En ocasiones aparece tinte amarillo en la conjuntiva de los ojos y la piel (ictericia) y orina oscura (coluria). Los síntomas pueden durar entre uno y tres meses, hasta que se produce la recuperación. Las hepatitis B y C pueden cronificarse.
La hepatitis viral aguda es la causa más frecuente de inflamación del hígado. Hay algunos virus que tienen marcada predilección por infectar el hígado. Básicamente encontramos cinco, que son los virus de la hepatitis A, B, C, D y E. Los virus que con mayor frecuencia producen inflamación aguda del hígado son los virus de la hepatitis A y B.
El virus de la hepatitis A infecta sobre todo a niños y jóvenes, a veces sin síntomas y por lo general se cura espontáneamente sin dejar secuelas. Se contagia por medio de la vía digestiva (alimentos o bebidas contaminadas) o a través de persona a persona en un medio con unas condiciones higiénicas pobres. A pesar de que es prevenible con la vacunación, el mejor método para evitar la transmisión de la enfermedad es mantener unas buenas condiciones higiénico-sanitarias
El virus de la hepatitis B, cuando se presenta de forma aguda, suele afectar a niños y adultos jóvenes no vacunados. En estos casos, el método de transmisión suele ser por vía sanguínea y sexual. La hepatitis por virus B puede cronificarse y, de no ser tratada, puede producir fibrosis/cirrosis hepática (muerte de las células del hígado que son sustituidas por tejido cicatricial). La hepatitis B también puede verse relacionada con la aparición de cáncer de hígado.
La hepatitis B es asimismo prevenible mediante la vacunación.
La hepatitis tóxica es debida a la acción de determinados compuestos químicos, ya sean naturales (p. ej. ingestión de setas tóxicas), de origen industrial (p. ej. tetracloruro de carbono) o medicamentos (p. ej. paracetamol en grandes dosis).
La hepatitis A afecta a niños y jóvenes. Gracias a las mejoras higiénico-sanitarias del país, en la actualidad es infrecuente. La podemos encontrar en pacientes que hayan viajado recientemente a países con mayor incidencia de la enfermedad así como en personas que hayan tenido contacto con ellos. Como decíamos, el mecanismo de transmisión es fecal-oral y se cura generalmente sin ninguna complicación.
La hepatitis B se transmite la mayoría de las veces por transmisión sexual o por vía sanguínea (adictos a drogas por vía endovenosa). La transmisión a través de transfusión sanguínea está en la actualidad muy controlada y prácticamente no se produce. En zonas en las que la prevalencia de la enfermedad es muy alta (países asiáticos principalmente), la manera más frecuente de transmitir la hepatitis B es de madre a hijo durante el embarazo o en el parto (transmisión vertical). En estos casos de transmisión vertical, la hepatitis B se cronifica en más de un 90 % de los casos si no recibe tratamiento adecuado.
La hepatitis tóxica se produce por exposición a sustancias lesivas para el hígado. Estos tóxicos pueden ser fármacos, productos naturales u otros. En algunos casos, la asociación entre el tóxico y la hepatitis está muy bien descrita y es esperable. En otras ocasiones, se produce una reacción no esperada (idiosincrasia). Por último, hay fármacos que no producen toxicidad hepática a menos que se administren en dosis muy superiores a las normales (por ejemplo el paracetamol).
El diagnóstico es principalmente clínico (observación de ictericia, orinas oscuras) y de laboratorio (elevación de los enzimas hepáticos y determinación viral positiva).
Asimismo, durante la evolución de la enfermedad se detecta la aparición o evolución de anticuerpos específicos para cada virus que determinan la respuesta del paciente y su entrada o no en estado de cronicidad.
Con la ecografía abdominal podemos ver si hay complicaciones derivadas de la hepatitis aguda o excluir otras causas que pueden dar síntomas similares.
En general, no es necesario ningún tratamiento específico para la hepatitis aguda, salvo en algunos casos producidos por el virus de la hepatitis B y C. Es importante extremar la higiene personal para evitar el contagio a otras personas.
No se recomienda una dieta específica (siempre que se evite el consumo de alcohol). Tampoco debe hacerse reposo en cama estricto (se tiene que adecuar la actividad física al estado general del paciente).
Básicamente son analíticas que revelan el estado y evolución del hígado y la respuesta que da el paciente para la curación. También las analíticas de sangre pueden revelar la evolución a la cronicidad.
La vacunación para los virus A y B es el mejor tratamiento posible (incluidas en el calendario vacunal). No se dispone por el momento de ninguna vacuna para el virus C.
La hepatitis A se transmite por contacto fecal-oral (comida y bebida contaminada y de persona a persona). La higiene alimentaria es fundamental en este sentido.
Los métodos anticonceptivos de barrera (el preservativo) permiten evitar el contagio de las enfermedades de transmisión sexual (entre ellas la hepatitis B y C).
En países donde la enfermedad es muy frecuente, muchas mujeres embarazadas pueden sufrir la enfermedad y transmitirla a sus hijos durante la fase final del embarazo o en el parto. El uso de la vacunación precoz +/- gammaglobulinas contra el virus de la hepatitis B puede prevenir la infección del niño.
La hepatitis tóxica se previene con la precaución a la exposición de los diferentes tóxicos implicados.
El cáncer de piel es el tipo de cáncer más frecuente. Aparece cuando algunas células cutáneas sufren alteraciones y comienzan a crecer de forma descontrolada. La exposición solar acumulada es el principal factor de riesgo, aunque también influyen otros factores como la predisposición genética o el estado del sistema inmunitario.
Los principales tipos de cáncer de piel son:
El dermatólogo es el especialista encargado del diagnóstico, tratamiento y seguimiento del cáncer de piel. Su labor es clave para:
El tratamiento depende del tipo de cáncer cutáneo y de su extensión:
En los casos más graves o complejos, la decisión terapéutica se toma en el Comité de Tumores Cutáneos, formado por dermatólogos, oncólogos, patólogos, cirujanos y otros especialistas.
Si usted es remitido a la consulta especializada de cáncer de piel, debe saber que:
Una vez confirmado el diagnóstico, se explicará el tratamiento más adecuado y se planificará el seguimiento.
Las personas que han recibido un trasplante de órgano sólido y toman medicación inmunosupresora tienen un riesgo mucho mayor de cáncer de piel que la población general. Este riesgo aumenta con los años desde el trasplante. Aunque todos los tumores de piel son más frecuentes en esta población que la población general, el carcinoma escamoso es el tipo más frecuente.
La detección precoz salva vidas. El paciente trasplantado debe revisar toda su piel al menos una vez cada 3 meses, en una habitación bien iluminada y con ayuda de un espejo o de un familiar.
Debe explorarse:
Solicite cite de forma preferente al dermatólogo si observa:
La prevención es fundamental y está al alcance de todos:
La neumonía es una infección del tejido pulmonar.
Según su extensión en el aparato respiratorio distinguimos diferentes tipos de neumonía:
Puede ser producida por muchos microorganismos diferentes aunque los más frecuentes son S. pneumoniae (neumococo) y Mycoplasma.
Otros microroganismos que también pueden causar neumonía son Haemophilus, Klebsiella, Staphylococcus aureus, Legionella pneumophila, Chlamydia pneumoniae y algunos virus
Se caracterizan por fiebre alta, tos, con o sin espectoración, y en muchas ocasiones dolor en el tórax, que puede aumentar con los movimientos respiratorios. A veces la expectoración tiene aspecto marronáceo o herrumbroso, situación que orienta a neumonía causada por neumococo.
La denominada neumonía atípica, causada por Mycoplasma o Chlamidia entre otros, se caracteriza muchas veces por presentar fiebre con poca sintomatología respiratoria.
La neumonía es una enfermedad muy frecuente (350.000 casos/año en España) y es una causa significativa de mortalidad en la población general. Puede afectar a todos los grupos de edad.
En la persona previamente sana constituye una enfermedad de gravedad leve o moderada , susceptible incluso de tratamiento domiciliario o ambulatorio , pero en pacientes con patología previa (inmunodeprimidos, insuficiencia cardíaca, insuficiencia respiratoria previa ) es generalmente grave.
El uso apropiado de antibióticos, junto con medidas en ocasiones de soporte respiratorio (oxigenoterapia o incluso intubación) , contribuyen significativamente a mejorar las posibilidades de curación en los casos más graves.
Se realiza en base a la historia clínica del paciente (edad, patología previa, tiempo de evolución y tipo de los síntomas ), auscultación , radiografía de tórax, y práctica de cultivos de sangre y esputo para identificar el organismo causante.
También pueden detectarse antigenos en orina para neumococo y Legionella.
El tratamiento es antibiótico, basado en una estimación clínica de la posibilidad de tratarse de uno u otro germen (en muchas ocasiones se inicia inmediatamente el tratamiento sin conocer el organismo causal) , para posteriormente mantenerlo o modificarlo de acuerdo con los cultivos y la evolución del paciente.
El criterio de hacer un tratamiento hospitalario o ambulatorio depende de la estimación de las circunstancias de riesgo que puedan concurrir ( edad avanzada, patología previa, afectación de la función respiratoria).
En un paciente previamente sano el tratamiento puede ser ambulatorio.
Radiografía de tórax , cultivos de sangre y de esputo o secreciones respiratorias y determinación de antígenos en orina
Hay dos tipos de otitis, muy diferentes, que pueden sufrir los niños: la otitis externa y la otitis mediana. La otitis externa afecta el conducto auditivo y se relaciona, sobre todo, con exposición a agua de piscinas y baños en agua dulce en general. Es más frecuente en verano. La otitis mediana se relaciona con infecciones de las vías respiratorias altas, y a su vez puede ser autolimitada (se resuelve por sí sola, como pasa en la mayoría de los casos) o purulenta tributaria de tratamiento antibiótico. Es más frecuente en invierno.
a) Otitis externa: dolor de oído, sobre todo al tocar el pabellón auricular; a veces con secreción purulenta, pero originada en el mismo conducto. b) Otitis mediana: habitualmente hay un cuadro respiratorio catarral previo, que de repente se acompaña de dolor (en niños pequeños la manifestación puede ser llanto intenso), con fiebre o sin fiebre. No hace daño al movilizar el pabellón auricular. A veces se produce una perforación del tímpano debido a la inflamación y la presión, y sale una secreción purulenta, generalmente asociada a desaparición del dolor (y el llanto).
a) Otitis externa: niños que se bañan a la piscina u otro dispositivo de agua dulce y en los que se utilizan escobillones para "limpiar" (eliminar cerumen) los conductos auditivos. Es más habitual en niños grandes y adolescentes.
b) Otitis mediana: sobre todo a lactantes y niños pequeños que tienen un resfriado, este es vírico, pero ocasionalmente puede dar lugar como complicación una infección del oído mediano por bacterias.
En los dos casos es clínico: antecedentes, valoración de la sintomatología y exploración mediante otoscopia.
a) Otitis externa: evitar exposición a agua dulce y secar con aire fresco (secador) después de los baños; gotas oticas de antiséptico o antibiótico eficaz frente a Pseudomonas aeruginosa (la bacteria causal común); en determinados casos puede ser interesando la limpieza cuidadosa del conducto auditivo porque el tratamiento tópico (las gotas) actúen adecuadamente.
b) Otitis mediana: en casos leves, sin signos de ser purulenta, es suficiente analgésico para el dolor; si se diagnostica una otitis mediana aguda purulenta en un niño, es conveniente tratarlo con antibióticos sistémicos (por vía oral) activos frente a las bacterias habitualmente responsables de estos cuadros (neumococo, estreptococo A, Haemophilus influenza no cápsula)
Exploración ortoscópica. Ocasionalmente, si hay supuración, cultivo del exudado.
a) Otitis externa: secado adecuado (mediante aire) del conducto después de los baños; en casos de episodios repetidos, es útil la instalación de gotas de ácido acético al 1-2% antes de los baños, además de la posterior. b) Otitis mediana: la lactancia materna, las vacunas habituales del calendario oficial, y evitar la exposición al humo del tabaco son las principales medidas preventivas.
La esclerodermia es una enfermedad autoinmune que se caracteriza por un aumento del colágeno en diferentes tejidos del cuerpo, una alteración estructural de la microcirculación y determinadas anomalías inmunológicas. El término esclerodermia procede del griego “skleros”, que significa duro, y “derma”, que significa piel, lo que indica que el endurecimiento cutáneo es la particularidad más genuina de la enfermedad. Puede afectar, además de la piel, el tubo digestivo, el pulmón, el riñón y el corazón. El pronóstico es variable. En la actualidad no hay un tratamiento curativo, pero la enfermedad se trata con medidas de tipo general y terapia sintomática, según los órganos afectados.
El Fenómeno de Raynaud: es una de las manifestaciones más características de la enfermedad (97% de los casos) y es la primera expresión clínica en la mayoría de pacientes. Se debe a una vasoconstricción de los capilares sanguíneos. El enfermo explica que con el frío los dedos de las manos cambian de color y se vuelven primero pálidos (como la cera) para al cabo de un rato pasar a presentar un tono azulado y finalmente adquieren un aspecto rojizo. La presencia de fenómeno de Raynaud no es siempre indicativo de tener una esclerodermia, En realidad, en solo un 5% de las personas que presentan fenómeno de Raynaud se desarrollará posteriormente la enfermedad. Casi la mitad de los enfermos pueden presentar úlceras digitales, como expresión de una grave lesión de la microcirculación.
La manifestación más peculiar de la enfermedad es la afectación de la piel. Es dura, tensa y sin arrugas (difícil de pellizcar). La magnitud de la afección cutánea es variable y tiene relación con el pronóstico. Se distinguen dos formas clínicas: la forma limitada (afección cutánea distal a codos y rodillas) y la forma difusa (afección cutánea distal y proximal a codos y rodillas, y tronco). La cara puede verse afectada por igual en las dos formas clínicas. El subtipo con afección cutánea limitada tiene mejor pronóstico que la difusa. Se puede apreciar, asimismo, una disminución de la abertura bucal (microstomía). En la piel hay zonas hiperpigmentadas y acrómicas, telangiectasias (acumulación de pequeños vasos sanguíneos) y, en ocasiones, se palpan depósitos cálcicos subcutáneos (calcinosis)
La mayoría de pacientes notan dolores articulares y musculares, observándose en casos extremos contracturas y retracciones de los dedos de las manos. Cuando está afectado el tubo digestivo –lo que sucede con mucha frecuencia- el enfermo se queja de ardor y dificultar para tragar, ya que el esófago ha perdido la capacidad de movilizar la comida hacia el estómago. La afección pulmonar es la principal causa de muerte y puede ser en forma de fibrosis o de hipertensión pulmonar; la tos, el ahogo y la insuficiencia cardíaca son las principales manifestaciones de la afección pulmonar. Cuando está afectado el corazón se detectan alteraciones del ritmo cardíaco y en algunos casos síntomas de angina de pecho, por afectación de los pequeños vasos coronarios. En un pequeño porcentaje (alrededor del 5%) la esclerodermia altera el riñón (crisis renal esclerodérmica) y se manifiesta en forma de hipertensión arterial maligna e insuficiencia renal.
Conviene indicar que no todos los pacientes con esclerodermia presentan todas las manifestaciones descritas. Es más, puede concluirse que existe una gran variabilidad, casi individual, en la expresión clínica de la enfermedad.
La esclerodermia es una enfermedad rara con una incidencia de 4-18,7/millón/año y una prevalencia de 31-286/millón. Predomina en el sexo femenino, con una relación variable, según las series, que oscila entre 3:1 a 14:1 (mujer/varón). La edad de presentación se sitúa alrededor de los 30-40 años.
Cuando la sintomatología referida es evidente, el diagnóstico no ofrece demasiadas dudas. Son de ayuda para confirmar el diagnóstico, y para valorar el grado de afección de los distintos órganos que pueden verse alterados, diversas pruebas complementarias.
“Enfermedad incurable, pero no intratable” La esclerodermia no tiene, en la actualidad, un tratamiento con resultados satisfactorios, pero eso no significa que no se pueda tratar. El tratamiento es sintomático, según el órgano afectado. Para el fenómeno de Raynaud: vasodilatadores, antiagregantes; reflujo gastroesofágfico: inhibidores de la bomba de protones; crisis renal: inhibidores de la enzima conversiva de la angiotensina/diálisis; fibrosis pulmonar: inmunosupresores/trasplante pulmonar; hipertensión pulmonar: vasodilatadores/trasplante pulmonar. En enfermos con la forma difusa y menos de tres años de evolución se pueden indicar inmunomoduladores como el micofenolato sódico (o de mofetilo), o el metotrexato, como tratamiento de base.
Las pruebas más habituales para confirmar y/o valorar la afección de los distintos órganos son: análisis generales y datos inmunológicos (anticuerpos antinucleares específicos); capilaroscopia, tomografía axial computarizada de alta resolución de tórax, pruebas funcionales respiratorias, manometría esofágica y ecocardiografía. En el seguimiento de estos enfermos deben practicarse anualmente unas pruebas funcionales respiratorias y un ecocardiograma.
Profesionales de Vall d’Hebron destacados que tratan esta enfermedad:
Dra. Carmen Pilar Simeón Aznar (Medicina Interna)
Dr. Alfredo Guillén del Castillo (Medicina Interna)
Dr. Vicent Fonollosa Pla (Medicina Interna)
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC es una enfermedad respiratoria que produce obstrucción en la vía aérea.
Los principales síntomas son la tos, expectoración y dificultad para respirar, sobre todo con los esfuerzos. Aunque puede ser debida a otras causas, principalmente se produce por exposición al humo del tabaco. El tratamiento principal son los broncodilatadores en inhalación.
La EPOC es una enfermedad respiratoria que aparece principalmente en fumadores o ex fumadores y que produce que la vía aérea esté obstruida o "bloqueada".
Los principales síntomas son la tos, expectoración y dificultad para respirar, sobre todo con los esfuerzos. Los pacientes con EPOC también pueden presentar episodios de infección o empeoramiento de los síntomas, conocido como exacerbación.
La enfermedad afecta principalmente a fumadores y ex fumadores. También está relacionada con la exposición a otros humos, como humo de biomasa. En un pequeño porcentaje puede deberse a causas genéticas. La prevalencia de la EPOC llega hasta el 10% de la población adulta de más de 40 años en España.
El diagnóstico de la EPOC se confirma mediante una prueba respiratoria: l'espirometria. Esta es una prueba muy sencilla que también puede realizarse en el CAP. Esta prueba debería realizarse en todos los individuos mayores de 40 años con historia de tabaquismo que tengan síntomas respiratorios como ahogo o tos.
El tratamiento habitual de la EPOC son los broncodilatadores administrados mediante un inhalador. Hay dos tipos diferentes de broncodilatadores que pueden administrarse juntos o por separado, según las necesidades de cada paciente. La finalidad de este tratamiento es disminuír la sensación de ahogo y el número de exacerbaciones y mejorar la capacidad de esfuerzo. En algunos pacientes también puede ser necesario administrar corticoides en inhalación. El mejor tratamiento es dejar de fumar.
Además de la espirometría, otras pruebas que pueden ser necesarias son la radiografía de tórax, escáner, cultivo del esputo u otras pruebas respiratorias más completas. Habitualmente también se realiza un análisis de sangre para descartar una causa genética.
Como el tabaco es el principal factor de riesgo, la mejor prevención para evitar la EPOC es evitar el tabaco. También se puede reducir la exposición a polución ambiental y al tabaquismo pasivo.
Las deficiencias de factor poco comunes son un grupo de trastornos de la coagulación hereditarios provocados por el déficit de uno o varios factores de la coagulación. Los factores de la coagulación intervienen en una serie de reacciones para detener una hemorragia. Se consideran que dentro de este conjunto de déficits se pueden ver afectados los factores I, II, V, V + VIII, VII, X, XI, o XIII.
A pesar de que en general no suelen producir clinica de sangrados espontáneos, ante cirugías o procedimientos invasivos se hace necesario la evaluación previa del paciente y considerar administrar el tratamiento adecuado según el tipo de procedimiento y el tipo de déficit.
Hay que tener en cuenta que con la mayoría de factores suele haber una buena correlación entre los niveles de factor y la clínica, por ejemplo, en los déficits de factor FI, FII, déficit combinado de FV y FVIII, déficit de FX y déficit de FXIII. Sin embargo, en el caso del FV y VII la correlación no es tan clara y con el FXI no suele haber correlación entre los niveles y la clínica.
De forma general suelen presentar sangrado tras procedimientos invasivos como exodoncias, cesárea, intervenciones quirúrgicas, anestesia epidural, etc. Además pueden presentar hemorragias mucosas, epistaxis, menorragias, sangrado intestinal, etc.
Al ser una enfermedad genética se puede manifestar en todas las edades. Generalmente con un nivel de factor > 20% la hemostasia está asegurada para realizar una vida diaria normal, aunque hay que individualizar según el factor deficitario y las características de cada paciente.
El diagnóstico se realiza en el laboratorio de Hemostásia :
El tratamiento dependerá de la clínica del paciente, de los niveles hemostáticos necesarios para realizar una intervención, etc. En casos leves puede ser suficiente la administración de antifibrinolíticos, y en otros la administración del factor recombinante si está disponible; en caso contrario se puede utilizar plasma o CCPA.
Las pruebas de laboratorio mencionadas.
La artrosis u osteoartrosis es un proceso degenerativo marcado por la lesión del cartílago de las articulaciones. La articulación es el área donde un hueso se conecta con el otro para permitir el movimiento. El cartílago es un tejido que recubre las articulaciones y hace de amortiguador de la carga y del impacto y permite el movimiento de las articulaciones sin fricción. Habitualmente, se encuentra en la columna lumbar, cervical, cadera, rodillas y manos.
La manifestación más frecuente es el dolor que mejora con el reposo, la rigidez al iniciar el movimiento, deformidad y dificultad para mover las articulaciones afectadas. Puede haber un cierto grado de inflamación, que causará tumefacción por acumulación excesiva de líquido en la articulación.
No obstante, debe distinguirse de la artritis, que es una enfermedad inflamatoria reumática donde el problema radica en la inflamación articular y que provoca un dolor que no mejora con el reposo. El hecho de que en inglés la artrosis se llame osteoarthritis puede dar lugar a confusión.
Es muy prevalente y genera un impacto sociosanitario elevado. El estudio EPISER2016, de la Sociedad Española de Reumatología, mostró una prevalencia en la población a partir de los 40 años del 29 %.
La edad es el principal factor de riesgo. Es más frecuente en mujeres. El desgaste del cartílago está claramente asociado a la obesidad y a la falta de ejercicio físico regular. También predispone tener una alteración en la alineación articular/postural. A veces, la causa proviene de una lesión traumática u otros trastornos previos en la articulación afectada. Tiene un componente genético (especialmente la artrosis de las manos).
El diagnóstico se obtiene a partir de los síntomas, la exploración física y pruebas de imagen.
Tiene como objetivo mejorar los síntomas y la calidad de vida y retrasar la evolución. Debe ser individualizado para cada paciente y tipo de articulación.
El tratamiento no farmacológico es fundamental. Se recomienda:
El tratamiento farmacológico consiste normalmente en analgesia convencional, como el paracetamol, que será el tratamiento analgésico de elección. Hay tratamientos de acción lenta, como el sulfato de condroitina (vía oral) o el ácido hialurónico (infiltración), que tienen cierta eficacia en la mejora del dolor, especialmente en la artrosis de rodilla. La cirugía (prótesis) se reserva para casos en los que la articulación está muy destruida y las otras medidas han fracasado.
Es una enfermedad hematológica crónica infrecuente, de muy lenta evolución. Se caracteriza por el aumento de producción de plaquetas y su asociación con mayor riesgo de trombosis y de sangrados. En general cursa en forma asintomática y se detecta en analíticas de control rutinarias. Por el momento no existe cura para esta enfermedad, el tratamiento va dirigido a la prevención de complicaciones.
Esta incluída en el grupo de enfermedades mieloproliferativas crónicas, que son un tipo de cáncer hematológico de lenta evolución. Su causa es desconocida, aunque se conocen mutaciones asociadas a la misma en un 80% de los casos. No se hereda, pero en algunas familias puede haber varios afectados.
Se caracteriza por el aumento de producción de plaquetas y su asociación con mayor riesgo de trombosis arterial o venosa, o por lo contrario con sangrados.
Es una enfermedad crónica, no curable hasta ahora, con una evolución comunmente benigna. Se controla eficazmente durante largos periodos de tiempo y en general no dificulta las actividades diarias y el trabajo. Son pacientes que tienen mayor riesgo que la población general de desarrollar otras enfermedades hematológicas como leucemia aguda o mielofibrosis.
Contactos de interes
MPN voice http://www.mpnvoice.org.uk/
Gemfin: https://www.gemfin.es/informacion-pacientes/
Muchos pacientes no presentan síntomas al momento del diagnóstico ni durante la evolución de la enfermedad. Tambien se pueden presentar diferentes combinaciones de síntomas como fatiga, picor, sudoración nocturna, dolores oseos y cefalea. La severidad de los mismos es muy variable entre los pacientes.
Se considera una enfermedad rara, con una baja incidencia 1,5-3 casos por 100.000 habitantes. Afecta principalmente a personas entre 60-70 años y en un menor porcentaje a pacientes más jovenes. Es más frecuente en mujeres.
En general se diagnostica a partir de analíticas de control que muestran un aumento sostenido del recuento de plaquetas.
Para su diagnóstico se realiza una biopsia de médula ósea, que junto a la analítica permitirá determinar los factores de riesgo de progresión de la enfermedad, que guiarán el tratamiento.
En general se asocia a mutaciones genéticas que apoyan el diagnóstico.
No siempre está indicado la administración de antiagregantes o de fármacos para disminuir el número de plaquetas.
El objetivo del tratamiento es prevenir las complicaciones trombóticas y hemorrágicas, además del control de los síntomas relacionados con esta enfermedad. Por lo que el hematólogo en función del riesgo y los síntomas determinará el momento de iniciar el tratamiento.
Existen situaciones especiales, como el embarazo, en el que es necesario un enfoque multidisiplinar .
Se controla habitualmente con analíticas
Lo más importante es prevenir las complicaciones trombóticas asociadas a esta enfermedad, mediante el control de factores de riesgo cardiovascular (hipertensión, dislipemia, no fumar, obsidad, sedentarismo) y cumpliendo el tratamiento recomendado por su hematólogo.
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