Somos la suma de cuatro hospitales: el General, el Infantil, el de la Mujer y el de Traumatología, Rehabilitación y Quemados. Estamos ubicados en el Vall d'Hebron Barcelona Hospital Campus, un parque sanitario de referencia internacional donde la asistencia es una rama imprescindible.
El paciente es el centro y el eje de nuestro sistema. Somos profesionales comprometidos con una asistencia de calidad y nuestra estructura organizativa rompe las fronteras tradicionales entre los servicios y los colectivos profesionales, con un modelo exclusivo de áreas de conocimiento.
¿Quieres saber cómo será tu estancia en el Hospital Universitario Vall d'Hebron? Aquí encontrarás toda la información.
La apuesta por la innovación nos permite estar en vanguardia de la medicina, proporcionando una asistencia de primer nivel y adaptada a las necesidades cambiantes de cada paciente.
Las personas que padecen un Trastorno Obsesivo Compulsivo se caracterizan por tener pensamientos recurrentes y persistentes que generalmente resultan desagradables, lo que se denomina obsesiones.
Además, estos pensamientos provocan acciones o rituales repetidos que sirven para “poder afrontar” las mencionadas obsesiones, llamados compulsiones. Algunos ejemplos de compulsiones serían: lavarse las manos, conductas religiosas (como rezar una oración exactamente 15 veces para evitar que ocurra algo malo), contar y supervisar cosas (por ejemplo, asegurarte de haber cerrado la puerta, el gas, etc.).
Con mucha frecuencia sienten que “algo malo” ocurrirá si no logran realizar las compulsiones, por lo que se sienten “obligados” a llevarlas a cabo. Esto les genera mucha ansiedad y angustia, ya que se sienten responsables de que pueda ocurrir una desgracia.
Pueden llegar a desvincularse de las actividades de la vida diaria o evitarlas por completo debido al temor a las obsesiones o a los comportamientos compulsivos.
También podrían llegar a tener dificultades con las actividades cotidianas (cocinar, limpiar, bañarse, etc.) y sufrir niveles de ansiedad más elevados.
Realizar algunas recomendaciones puede ayudarte a “convivir” o superar un Trastorno Obsesivo Compulsivo.
No obstante, si las recomendaciones no fueran suficientes y el trastorno se complica, deberás acudir a un psicólogo/a o psiquiatra para complementar nuestros consejos con otro tipo de tratamiento (terapia cognitivo-conductual, tratamiento farmacológico).
El asma es un trastorno del paso del aire por las vías respiratorias, especialmente por los bronquios de pequeño calibre. Produce dificultad para respirar, de modo que el paciente tiene sensación de ahogo y debe aumentar el esfuerzo para intentar respirar mejor.
El asma es un trastorno inflamatorio crónico de las vías aéreas que provoca una obstrucción variable del flujo aéreo. Habitualmente cambia a lo largo del día (puede empeorar durante la noche) y mejora con el tratamiento instaurado, aunque puede reaparecer más adelante.
Es una enfermedad producida básicamente por un mecanismo inflamatorio.
En las vías respiratorias de los pacientes con asma tienen lugar tres fenómenos:
Existe un conjunto de células que circulan por la sangre implicadas en la inflamación local que se observa en el asma: linfocitos T, mastocitos y eosinófilos. Estas células se encargan de la defensa normal del organismo y tienen una actividad aumentada en el asma, que se intenta regular con la medicación administrada.
Según el grado de obstrucción, la persona afectada experimentará dificultad respiratoria y sensación de falta de aire. También son características del asma las sibilancias, que son ruidos agudos parecidos a silbidos producidos por el aire al pasar por vías respiratorias de menor tamaño y también por el aumento de la secreción bronquial.
El asma puede afectar a todos los grupos de edad y a veces coincide con la bronquitis. En ocasiones puede tener un origen alérgico o deberse a la exposición a algún agente ambiental o químico.
Espirometría, radiografía de tórax, pruebas de alergia.
Algunas preguntas básicas para orientar el diagnóstico son:
El tratamiento se basa en el uso de fármacos broncodilatadores, en forma de inhalador o comprimidos. También tienen un papel importante los fármacos antiinflamatorios.
En el asma las pruebas diagnósticas más comunes son:
Para prevenir el asma es fundamental no fumar y evitar la exposición a los alérgenos que la desencadenan, los cuales se detectan mediante las pruebas de alergia que forman parte del estudio del asma.
Cuando hablamos de enfermedad tromboembólica venosa nos referimos al proceso caracterizado por la formación de un trombo (coágulo sanguíneo) en el interior del sistema venoso profundo que puede crecer o fragmentarse, interrumpiendo la circulación normal de la sangre y causando diversas alteraciones.
Las principales manifestaciones de la enfermedad tromboembólica son la trombosis venosa profunda (TVP) y la embolia pulmonar, entre otras. La TVP se produce cuando se forma un trombo o coágulo en el interior de una vena profunda, generalmente de las piernas (aunque también se pueden producir en los brazos, en la porta, en las ilíacas, en las propias venas cavas…), obstruyendo la circulación normal de la sangre en dichas venas.
El trombo que se forma en una vena profunda puede desfragmentarse o romperse y desprenderse. El émbolo desprendido viaja por las venas en dirección al corazón, para llegar hasta los pulmones a través de las venas pulmonares. Es en los pulmones donde el émbolo se para y obstruye el interior de una o más arterias pulmonares impidiendo el paso de la sangre. Este proceso se denomina Embolia pulmonar o Tromboembolismo pulmonar (TEP).
Trombosis venosa aguda:
- Hinchazón o inflamación de la pierna afectada
- Dolor o sensibilidad en la pierna, a menudo comenzando en la pantorrilla
- Aumento de la temperatura de la pierna
- Cambios en el color de la piel (enrojecida o azulada y brillante)
Tromboembolismo pulmonar:
- Sensación de falta de aire o ahogo de aparición brusca (disnea).
- Aumento de la frecuencia respiratoria
- Aumento de la frecuencia cardíaca
- Dolor agudo en el tórax
- Tos seca con sangre
- Síncope
La incidencia (número de casos/año) de la enfermedad tromboembólica venosa en la población general, incluyendo cualquiera de sus manifestaciones, se estima entre 1 y 2 casos cada 1.000 habitantes en nuestro país. Esto indica que en España se producen más de 80.000 casos al año, siendo alrededor del 70% de los casos trombosis venosas profundas y el resto embolias pulmonares.
TVP:
Se analizan los síntomas del paciente, además se realiza un análisis de sangre, alguna prueba de imagen. La prueba de elección más utilizada es la ecografía Doppler (eco-Doppler), una técnica de imagen que permite ver las venas profundas y que confirma o descarta el diagnóstico.
TEP:
Si las sospechas apuntan a una posible embolia pulmonar, el diagnóstico se confirmará mediante pruebas como el TAC (escáner) torácico o una Gammagrafía pulmonar.
Cuando se produce una trombosis, del tipo que sea, el objetivo principal del tratamiento es el de disolver el trombo y restablecer el flujo sanguíneo para evitar mayores complicaciones.
La anticoagulación es el tratamiento de elección para la enfermedad tromboembólica venosa. Los anticoagulantes son medicamentos que modifican la coagulación de la sangre para que el trombo o coágulo no se forme dentro de los vasos sanguíneos y ayudan a deshacer el que está ya formado.
Las pruebas de laboratorio como el dímero-D. Pruebas de imagen como la ecografía Doppler, el TAC y la Gammagrafía pulmonar.
ESTUDIO DE TROMBOFILIA se realiza además en algunos casos una analítica de sangre para determinar si el paciente tiene alguna alteración en sus proteínas de la coagulación que le predispongan a padecer una trombosis
Conocer los factores de riesgo de la enfermedad tromboembólica venosa es determinante para poder actuar y controlar dicho riesgo. Una de las recomendaciones más baratas y efectivas que ayuda a prevenir posibles episodios tromboembólicos es caminar, ya que la movilización evita la formación de trombos.
La fibromialgia es una enfermedad que forma parte de los llamados síndromes de sensibilización central. Existe una hiperexcitación del sistema nervioso central con disminución del umbral del dolor, lo que provoca que este aparezca antes y sea más intenso, más duradero y más difuso.
El dolor generalizado a menudo se acompaña de otros síntomas, como fatiga o trastornos del sueño. El diagnóstico se realiza según unos criterios basados en los síntomas y la exploración física. No existe ninguna prueba médica específica.
La fibromialgia es una enfermedad frecuente, la presenta el 2,4 % de la población general, y forma parte de las llamadas síndromes de sensibilización central. Se caracteriza principalmente por dolor generalizado. Hay una hiperexcitación del sistema nervioso central con disminución del umbral del dolor, lo que hace que este aparezca antes y sea más intenso, más duradero y más difuso. Hay una respuesta más intensa a estímulos dolorosos (hiperalgesia) y una respuesta de dolor a estímulos no dolorosos (alodinia). Su causa es desconocida, pero a veces existen desencadenantes claros como traumatismos físicos o emocionales o infecciones.
Es una enfermedad crónica y tiene un curso oscilante con periodos de mejora y otros de empeoramiento clínico.
El síntoma principal es el dolor generalizado, pero a menudo se acompaña de otros síntomas como cansancio, insomnio, hormigueo en las extremidades, dolor de cabeza, mareo, falta de memoria y de concentración, ansiedad o depresión.
Suele afectar a mujeres de mediana edad, con un pico entre los 40 y 49 años, pero puede afectar a personas de todos los sexos y edades.
Se diagnostica según unos criterios que se basan en la clínica del paciente, según la presencia de síntomas y signos característicos de la enfermedad.
No existe ninguna prueba médica específica.
Los análisis y, a veces, las pruebas de imagen ayudan a descartar otras enfermedades que en muchas ocasiones son concomitantes (se presentan al mismo tiempo).
El tratamiento de la fibromialgia debería basarse en cuatro pilares: educación sanitaria (información general sobre la enfermedad y la actitud frente a la misma), pautas de ejercicio físico según la tolerancia, terapia cognitivo-conductual, si procede, y tratamiento farmacológico.
1. Información general sobre la enfermedad y la actitud frente a la misma
Es necesario explicar la enfermedad dando consejos generales para sentirse mejor.
2. Ejercicio físico según la tolerancia
Existe evidencia de su eficacia sobre el dolor, el bienestar y la función física.
Se recomienda comenzar con ejercicio aeróbico de bajo impacto: caminar, nadar, bicicleta estática, aquagym, tai chi, pilates.
Debe practicarse de manera regular y progresiva.
Se recomienda realizar entre 20 y 50 minutos por sesión, al menos tres días por semana.
En los casos de peor tolerancia, se debe iniciar con diez minutos por sesión, de cuatro a seis días por semana, y aumentar progresivamente la duración, la frecuencia y la intensidad, si es posible, cada mes.
3. Terapia cognitivo-conductual
Impartida por psicólogos clínicos en los casos de ansiedad o depresión acompañante.
Aunque la enfermedad no es psicológica, la ansiedad y la depresión pueden ser desencadenantes y perpetuadores de los síntomas.
4. Tratamiento farmacológico
Puede ayudar a tratar algunos síntomas como el dolor, la fatiga o el trastorno del sueño, aunque su eficacia es reducida en un gran porcentaje de pacientes.
Actualmente, se utilizan algunos analgésicos, relajantes musculares, anticonvulsivos y también algunos grupos de antidepresivos.
Se debe evaluar el riesgo/beneficio y los posibles efectos secundarios de los fármacos que se utilicen.
Se aconseja un estilo de vida saludable, manteniendo el peso con ejercicio aeróbico según la tolerancia y una dieta equilibrada, organizar y ordenar las tareas habituales, incluyendo pequeños descansos, y evitar actividades estresantes desde el punto de vista físico y emocional.
Se adjuntan consejos de salud para personas con fibromialgia.
La endocarditis infecciosa supone la presencia de una infección microbiana en la superficie endocárdica (la capa interna del corazón). Se trata de la infección cardiovascular más frecuente y es muy importante debido a su potencial gravedad y a que puede presentarse de diferentes formas clínicas.
La endocarditis infecciosa afecta principalmente a las válvulas cardíacas, ya sean naturales o artificiales, aunque en ocasiones puede producirse en otras estructuras del corazón. Se clasifica según el tiempo de evolución de la infección (días, semanas o meses) y según el tipo de microorganismo causante (bacterias, levaduras, hongos).
La lesión característica de la endocarditis infecciosa es la vegetación endocárdica, formada por un agregado anómalo de plaquetas, fibrina, bacterias y células inflamatorias que se adhiere a la superficie interna del corazón, generalmente en una válvula cardíaca. Esta vegetación puede desprenderse y causar embolia infecciosa en órganos distantes, como la piel, el sistema nervioso o las extremidades.
Se considera una enfermedad grave y, aunque la mayoría de los casos se curan, existe un riesgo significativo de complicaciones y mortalidad. En muchos casos, para una curación definitiva, es necesario realizar cirugía para eliminar los tejidos afectados y colocar una nueva válvula cardíaca artificial.
En su forma más aguda, la endocarditis infecciosa puede producir fiebre alta, escalofríos, prostración y deterioro general del estado de salud en pocas horas o días.
En formas subagudas, con evolución de semanas o meses, predominan cansancio, falta de apetito y fiebre poco significativa. En estos casos, también pueden aparecer manifestaciones infecciosas en la piel, como nódulos o manchas características, aunque no siempre se presentan.
En pacientes con grave afectación valvular, puede desarrollarse insuficiencia cardíaca, con síntomas como dificultad respiratoria importante y aparición de edemas en las extremidades inferiores.
La endocarditis infecciosa tiene una incidencia global de 2-3 casos por cada 100.000 habitantes/año. En Cataluña se estiman unos 200 nuevos casos anuales. Sin embargo, su incidencia aumenta con la edad, alcanzando 15-30 casos por cada 100.000 habitantes/año en mayores de 65 años, es decir, 10 veces superior a la de la población más joven.
La causa de la endocarditis infecciosa ha cambiado en las últimas décadas. Antes, el estreptococo viridans era el agente causal más frecuente. Actualmente, los más comunes son estafilococos, seguidos de estreptococos y enterococos. No obstante, cualquier microorganismo presente en sangre puede adherirse a una válvula cardíaca, especialmente si esta tiene lesiones previas o es artificial.
El diagnóstico de la endocarditis infecciosa se basa principalmente en:
Hemocultivos: permiten identificar el microorganismo causante y seleccionar el antibiótico específico más adecuado.
Ecocardiografía: localiza las vegetaciones endocárdicas, evalúa la función de la válvula afectada y ayuda a determinar la necesidad de cirugía.
En algunos casos, pueden realizarse otras exploraciones (TAC, gammagrafías) para descartar embolia periférica, frecuente al momento del diagnóstico o durante el tratamiento.
El tratamiento es antibiótico, dirigido específicamente al microorganismo causante. Las dosis son altas y prolongadas, ya que las vegetaciones tienen escasa vascularización y el antibiótico debe penetrar por difusión desde la sangre.
En pacientes que no responden adecuadamente o que presentan daños valvulares significativos, puede ser necesaria la cirugía de recambio valvular.
Hemocultivos y ecocardiografías, tanto al momento del diagnóstico como para monitorizar la evolución de la enfermedad.
En personas con alteraciones valvulares conocidas, se recomienda profilaxis antibiótica antes de intervenciones dentales o en las encías, siguiendo indicación médica.
También se deben tomar medidas preventivas durante endoscopias, especialmente digestivas altas (gastroscopia), según la pauta que indique el médico.
Esta prevención es crucial, ya que la presencia de bacterias en sangre como consecuencia de estas intervenciones aumenta significativamente el riesgo de endocarditis infecciosa.
La miastenia gravis (MG) es una enfermedad neuromuscular caracterizada por fatiga y debilidad que empeoran con el ejercicio y mejoran con el reposo. Etimológicamente, la palabra miastenia proviene del griego “mys” (músculo) y “astheneia” (debilidad), mientras que “gravis” (grave) deriva del latín.
La MG se clasifica como una enfermedad rara, es decir, poco frecuente. Su prevalencia estimada es de 50 a 200 casos por millón de personas. Presenta una bimodalidad: en las mujeres suele comenzar antes de los 40 años, mientras que en los hombres aparece generalmente alrededor de los 50 años. Es rara en los niños. Estudios epidemiológicos recientes han descrito un aumento en la incidencia de casos de aparición tardía (después de los 60 años) sin predominio claro por sexo.
El síntoma inicial principal de la miastenia gravis (MG) es la debilidad muscular y la fatiga, que varían a lo largo del día. La debilidad muscular empeora progresivamente durante los períodos de actividad física y mejora tras el reposo. Muchos pacientes también reportan fluctuaciones relacionadas con las estaciones, el estrés laboral o psicológico, la menstruación o infecciones intercurrentes. En general, la debilidad y la fatiga empeoran hacia el final del día. Estas fluctuaciones y el empeoramiento con la actividad física son signos clave para diferenciar la MG de otras condiciones, como la fatiga mental o el síndrome de fatiga crónica, en los que el cansancio aparece por la mañana o en reposo.
La MG suele comenzar con síntomas oculares, como visión doble (diplopía) y/o caída de los párpados (ptosis), que pueden ser unilaterales o bilaterales. Los síntomas oculares suelen empeorar al ver televisión, leer, conducir o en condiciones de luz intensa. También son comunes los síntomas derivados de la afectación de la musculatura bulbar, como dificultad para tragar, masticar o hablar. Aproximadamente el 16% de los pacientes presentan inicialmente alguno de estos síntomas bulbares.
Otras manifestaciones posibles incluyen dificultad para mantener la cabeza erguida, incapacidad para mantener la boca cerrada, dificultad respiratoria, fatiga temprana al caminar, darse la vuelta en la cama, levantar los brazos o abrir frascos y botellas.
Aproximadamente el 20% de los pacientes pueden experimentar una crisis miasténica a lo largo de su vida, causando problemas respiratorios o deglutorios graves que pueden requerir hospitalización. Las crisis pueden desencadenarse por estrés, infecciones, medicamentos, cirugía o incluso estrés emocional.
El diagnóstico de MG se basa en los síntomas, el examen físico y pruebas paraclínicas. Las pruebas más importantes incluyen electromiografía (EMG y SF-EMG) y la prueba de edrofonio (Tensilón®). En la mayoría de los pacientes, se pueden detectar anticuerpos (AChR y MuSK) en suero. Un pequeño porcentaje de pacientes es seronegativo. Se recomienda realizar una tomografía computarizada (TC) para descartar la presencia de un timoma.
El tratamiento suele incluir inhibidores de la acetilcolinesterasa combinados con medicamentos inmunosupresores. La mayoría de estos fármacos tienen efectos secundarios dependientes de la dosis que deben considerarse. Las decisiones sobre el tratamiento deben tomarse de manera conjunta con el paciente, teniendo en cuenta las guías de la enfermedad, la experiencia del médico y la forma clínica de la MG. La atención del paciente con MG generalmente requiere seguimiento neurológico de por vida.
La timectomía (extirpación quirúrgica del timo) puede mejorar los síntomas, prevenir ciertas complicaciones y reducir la dosis de inmunosupresores. Se recomienda en MG generalizada en pacientes menores de 55 años y en todos los pacientes con timoma, independientemente de la edad.
La plasmaféresis y las inmunoglobulinas intravenosas (IVIG) pueden utilizarse durante exacerbaciones. En las crisis miasténicas puede ser necesaria la ventilación mecánica.
Con un tratamiento adecuado, la mayoría de los pacientes llevan vidas relativamente normales y tienen una expectativa de vida normal.
Embarazo: Los cambios fisiológicos durante el embarazo (náuseas, vómitos, aumento de peso, mayor volumen sanguíneo, cambios en la función renal y alteraciones en la absorción gastrointestinal) pueden afectar la MG y requerir ajustes en las dosis de medicación. Las mujeres embarazadas con MG tienen un mayor riesgo de complicaciones y efectos adversos. Aproximadamente un tercio de los embarazos presenta un empeoramiento clínico de la MG, principalmente en el primer y tercer trimestre y en el periodo posparto. Algunos medicamentos utilizados en MG pueden causar malformaciones fetales o aumentar el riesgo de aborto espontáneo o bajo peso al nacer.
Los recién nacidos de madres con MG pueden presentar miastenia neonatal transitoria por transferencia de anticuerpos maternos.
Dado que las complicaciones durante el embarazo y el parto son impredecibles, se recomienda atención multidisciplinaria especializada, que incluya al menos un neurólogo, obstetra, anestesiólogo y neonatólogo.
La cirugía, particularmente la timectomía, puede precipitar una crisis miasténica. Los principales factores de riesgo son altas puntuaciones en la escala funcional, valores espirométricos bajos y comorbilidades graves. La valoración de riesgos debe incluir a neumólogos, cirujanos y anestesiólogos.
Los procedimientos bajo anestesia local, regional o epidural generalmente no presentan riesgo de crisis miasténica.
Algunos medicamentos pueden empeorar los síntomas miasténicos, por lo que es importante informar a los profesionales de salud sobre la MG antes de prescribir nuevos fármacos. También pueden estar contraindicadas ciertas vacunas, alimentos y bebidas.
Muchos pacientes con MG presentan otras enfermedades autoinmunes, siendo la más frecuente el hipotiroidismo.
Se recomienda realizar ejercicio diario suave con periodos de descanso, teniendo en cuenta la naturaleza fluctuante de los síntomas. Los ejercicios respiratorios en casa pueden complementar el entrenamiento. Es muy importante mantener un peso saludable.
El tratamiento con el fármaco levodopa permite recuperar muchas de las funciones deterioradas o perdidas a causa de la enfermedad. Es el más eficaz, pero a la vez es un tratamiento que necesita mejoras ya que al avanzar la enfermedad su efecto se hace transitorio y fluctúa. Cuando actúa la medicación el paciente se encuentra bien en "On". Y cuando se le acaba el efecto se encuentra en "Off" y los síntomas reaparecen.
Para mejorar los efectos del levodopa se ha administrado por vías diferentes (inhalada, dérmica, intrajejunal) y en diversas formas farmacológicas . Ha sido especialmente exitosa la administración a través de gastrostomía en una infusión de gel de levodopa. Existen otros tratamientos farmacológicos y neuroquirúrgicos, como la estimulación eléctrica de partes del cerebro, que ofrecen buenos resultados. Se está trabajando la posibilidad de incidir en el cerebro enfermo, a través de estereotaxia con ultrasonidos, ahorrando la trepanación y cirugía.
Se han abierto nuevas vías de investigación en la enfermedad de Parkinson para averiguar la causa, evitar la progresión y mejorar al máximo sus síntomas.
El ejercicio físico de poca intensidad, practicado de manera regular y continuada -como por ejemplo caminar entre media y una hora cada día ayuda a preservar las funciones motoras automáticas y semiautomáticas.
Caminar comparte dos vertientes de voluntad y automatismo en el movimiento. El movimiento voluntario sería el dar los pasos. Y otros como el braceo, posición del pie en dar el paso, posición de la cabeza y del cuello etc, tienen un importante componente involuntario.
Todos los movimientos del cuerpo se benefician del ejercicio. Las capacidades motrices que todos tenemos y que nos parecen fáciles y permanentes en el tiempo, no son para siempre. Un determinado movimiento, como puede ser tocar el suelo con los dedos con las piernas estiradas, se pierde con el tiempo si no se practica.
Necesitamos un mantenimiento constante, de poca intensidad pero sostenido en el tiempo, para disfrutar a lo largo de la vida de las posibilidades de nuestro cuerpo.
Es una prueba que permite valorar la anatomía del corazón y las arterias coronarias, además de estudiar su funcionamiento y llevar a cabo algunos tratamientos. Esta prueba se realiza en una sala de hemodinámica. El cateterismo consiste en la introducción de unos catéteres que van hasta el corazón, con el fin de valorar su anatomía, las arterias coronarias, su funcionamiento, medir la presión en las cavidades cardíacas, además de comprobar si hay alguna válvula cardíaca alterada. Aparte de permitir diagnosticar algunas enfermedades cardíacas, también sirve para detectar cardiopatías congénitas, comunicaciones auriculares o ventriculares, medir el oxígeno en las diferentes áreas del corazón y practicar biopsias.
El cateterismo sirve para diagnosticar algunas enfermedades cardíacas, pero también para tratar algunas de ellas.
Los tratamientos que se pueden realizar con el cateterismo son:
Implantación de prótesis para tratar defectos cardíacos que se producen desde el nacimiento, algunas de las llamadas cardiopatías congénitas
Este procedimiento se lleva a cabo en la sala de hemodinámica. Durante toda la intervención el paciente tiene que estar acostado en la mesa de exploraciones y muy quieto.
Antes de iniciar el cateterismo, se desinfecta la zona donde se va a realizar, que puede ser la ingle, arteria/vena femoral, o la muñeca. Después se practica una punción con anestesia local y se introduce el catéter por las zonas mencionadas hasta llegar al corazón. A través del dispositivo se inyecta una sustancia de contraste.
Gracias a un aparato de radiología se comprueba que los catéteres estén bien colocados y que los profesionales puedan ver las arterias, venas, cavidades del corazón, su funcionamiento y, si es necesario, implantar prótesis intracoronarias, stents u otros dispositivos.
Una vez finalizada la exploración, se pone un sistema compresivo en la zona de la punción.
Es frecuente la aparición de hematomas, y de forma menos habitual se puede presentar hemorragia en el lugar de la punción, dolor, angina de pecho o arritmias y hemorragia abdominal, si el catéter se introduce por la ingle.
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