Somos la suma de cuatro hospitales: el General, el Infantil, el de la Mujer y el de Traumatología, Rehabilitación y Quemados. Estamos ubicados en el Vall d'Hebron Barcelona Hospital Campus, un parque sanitario de referencia internacional donde la asistencia es una rama imprescindible.
El paciente es el centro y el eje de nuestro sistema. Somos profesionales comprometidos con una asistencia de calidad y nuestra estructura organizativa rompe las fronteras tradicionales entre los servicios y los colectivos profesionales, con un modelo exclusivo de áreas de conocimiento.
¿Quieres saber cómo será tu estancia en el Hospital Universitario Vall d'Hebron? Aquí encontrarás toda la información.
La apuesta por la innovación nos permite estar en vanguardia de la medicina, proporcionando una asistencia de primer nivel y adaptada a las necesidades cambiantes de cada paciente.
La fractura de cadera implica un cambio en la autonomía del paciente anciano, con una disminución de su calidad de vida y un trastorno para su entorno familiar y social, ya que provoca una alteración de las capacidades funcionales previas, con un alto riesgo de complicaciones.
El fémur es el hueso más largo del cuerpo humano. Cabe señalar que en las personas mayores, la fractura de fémur afecta fundamentalmente al extremo situado más cerca de la articulación de la cadera. Por ello el nombre más habitual para este tipo de fractura es el de fractura de cadera. No debemos entender este problema de salud como una fractura de un hueso largo que afecta a una persona anciana, sino como una puerta de entrada para que su situación fisiológica y funcional, y sus enfermedades de base, se descompensen.
El dolor en la zona de la cadera referida por el propio o la propia paciente, en caso de que lo pueda comunicar, junto con la impotencia funcional asociada, son los síntomas clásicos. Además, la extremidad afectada suele estar más acortada y en rotación externa (con el borde lateral del pie tocando a la cama). En caso de pacientes con deterioro cognitivo que no pueden comunicar su grado de dolor, una disminución de su situación funcional puede ser un síntoma que nos debe hacer sospechar una fractura “oculta”.
La incidencia poblacional de fractura de cadera en Cataluña para pacientes de > 65 años es de unos 600 casos/100.000 habitantes al año. La perspectiva es que esta cifra crezca en los próximos años debido al aumento de la esperanza de vida y al incremento poblacional.
En el Hospital Vall d'Hebron, en 2020, año de la pandemia por COVID-19, se operaron un total de 693 fracturas de cadera. El año 2019 se intervinieron unas 720 fracturas. Es decir, son fracturas que se producen en circunstancias normales de caída desde la propia altura de los pacientes.
La media de edad en la que se presenta es a los 85 años y afecta a las mujeres en un 75% de los casos. Algunos de los factores de riesgo para las mujeres pueden ser la menopausia precoz y los tratamientos hormonales. Una fractura previa (radio o columna vertebral son las más frecuentes), obesidad, tabaquismo y un estilo de vida sedentario son factores de riesgo en general.
El diagnóstico de sospecha se puede hacer a partir de signos y síntomas clínicos típicos, como hemos dicho anteriormente.
Respecto al tratamiento, se ha demostrado que la cirugía de la fractura de cadera en la población anciana incrementa la supervivencia, si lo comparamos con un tratamiento no quirúrgico, puesto que permite la movilización precoz del paciente sin dolor y se evitan así complicaciones añadidas. Por este motivo, hoy día el tratamiento quirúrgico es el tratamiento de elección. Sin embargo, hay algunas excepciones. Es importante un abordaje multidisciplinar con la colaboración de geriatras, internistas y anestesiólogos de cara a una optimización prequirúrgica del paciente, y una cirugía precoz, por norma general, en las primeras 48 horas.
Es básica la clasificación de las fracturas según su localización para decidir el tipo de tratamiento quirúrgico. Las fracturas intracapsulares afectan en gran
medida a la vascularización de la cabeza del fémur, y es por ello por lo que la opción más extensa de tratamiento es la de sustituirla por una cabeza artificial en forma de prótesis de cadera, sobre todo en fracturas desplazadas. Dependiendo de la edad y la situación funcional del paciente, optaremos por una prótesis parcial o total, reservando la segunda opción para pacientes más jóvenes con una mejor calidad de vida. Algunas fracturas intracapsulares no desplazadas se pueden tratar de forma percutánea con tornillos. En cuanto a las fracturas extracapsulares, siendo las pertrocantéreas las más frecuentes, no comprometen la vascularización de la cabeza femoral y es por ello por lo que no es necesario sustituirla por una prótesis. El tratamiento percutáneo con clavos endomedulares suele ser el tratamiento de elección.
El posoperatorio también es muy importante. Se establece una estrecha colaboración con los servicios de rehabilitación y fisioterapia para que la/el paciente no pierda la capacidad funcional previa. Además, los trabajadores sociales valoran la situación social de cada paciente para garantizar una salida hospitalaria adecuada.
La confirmación diagnóstica se suele realizar con una radiografía simple de pelvis. En casos en los que la radiografía no nos evidencia la fractura, como puede ocurrir en el caso de algunas fracturas intracapsulares no desplazadas, la tomografía (TAC) suele ser la técnica de elección.
La prevención de la fractura de cadera se basa en la adecuación de hábitos saludables, como una alimentación equilibrada rica en calcio y vitamina D, realizar actividad física diaria, dentro de sus capacidades funcionales, y evitar el consumo de tabaco y alcohol.
También es importante prevenir las caídas mediante un calzado adecuado, cerrado y con suela antideslizante; levantarse despacio y sin prisa; programar los viajes al baño para evitar las urgencias; llevar las gafas y los audífonos puestos; no caminar en la oscuridad ni sobre suelo mojado, etc.
Para espesar los líquidos se necesita: vaso, cucharilla, espada y la bebida que se quiera utilizar (agua, zumo, leche, infusión...)
Las medidas de espada varían según el liquido base.
Si lo que prepara es agua, café con leche, leche o infusión:
Textura néctar: en un vaso de 150 gr. (Como los del hospital) añada 2 cucharadas rasas de espadas Textura miel: en un vaso de 150 gr. (Como los del hospital) añada 3 cucharadas rasas de espadas Textura pudín: en un vaso de 150 gr. (Como los del hospital) añada 4 cucharadas rasas de espadas
Si lo que prepara es zumo (piña, melocotón, naranja, batidos de sabores):
Textura néctar: en un vaso de 150 gr. (Como los del hospital) añada 1 cucharada rasa de espadas Textura miel: en un vaso de 150 gr. (Como los del hospital) añada 2 cucharadas rasas de espadas Textura pudín: en un vaso de 150 gr. (Como los del hospital) añada 3 cucharadas rasas de espadas
No se debe dejar el líquido con espesante durante más de una hora en reposo. Una vez preparado, se tomará el momento.
Los pacientes con disfagia, en función del grado, deberán hacer una dieta triturada homogénea o si es más leve, podrán comer alimentos de fácil masticación pero evitando ciertos alimentos de riesgo.
En pacientes que requieran una dieta triturada homogénea aconseja que el triturado no contenga espinas, huesos, pieles, etc. Y que esté formado por:
Y al final, en conjunto con un postre como: natillas, yogur, compota, etc.
RECORDAR espesar líquidos a la textura adecuada. En pacientes que sólo requieran una dieta de fácil masticación, se procurará que los alimentos estén bien cocidos y los platos contengan la suficiente humedad para que puedan ser deglutidos sin dificultad (albóndigas con salsa espesa, canelones, lasaña, tortilla de patatas, pasteles de carne o pescado, etc.)
En ambas dietas se evitarán los alimentos de riesgo.
Cuales son los alimentos de riesgo
Textura de la bebida recomendad durante las comidas
En las comidas principales (desayuno, comida y cena) un vaso de agua gelificada. A media mañana y con la merienda, un vaso de agua espesada.
Según la Organización Mundial de la Salud, el pie diabético es un grupo de síndromes que afectan a los pies de los pacientes con diabetes mellitus (DM). En esta enfermedad, la neuropatía, la isquemia y la infección pueden ocasionar una destrucción del tejido del pie, lo que comporta una determinada morbilidad y una posible amputación.
Las complicaciones de la diabetes mellitus con glicemias elevadas y/o un mal control metabólico acaban provocando lesiones de pequeños vasos, como la retinopatía diabética y la nefropatía diabética, o de grandes vasos, como la arteriopatía diabética.
Esta afectación también se extiende a la sensibilidad protectora ante estímulos lesivos, y provoca signos de alteración periférica del nervio. Se puede presentar como neuropatía sensitiva, motora y autonómica.
Su forma más frecuente es la sensitivo-motora, y una de las complicaciones graves es la neuroartropatía de Charcot. Asimismo, la combinación de la neuropatía y la afectación arterial con presencia de infección en el pie se puede considerar una complicación grave.
Aunque puede empezar de una forma más severa, los principales síntomas de la diabetes son:
Y los síntomas que pueden alertar sobre el inicio del pie diabético son:
La prevalencia del pie diabético entre pacientes diagnosticados de diabetes está en torno al 15%. Entre el 40% y el 50% de los diabéticos sufrirán una úlcera, y un 20%, una amputación. Más del 50% de las amputaciones no traumáticas de extremidad inferior se llevan a cabo en diabéticos.
Clínico, analítica y cribado de detección precoz.
Sintomático y preventivo.
La prevención del pie diabético pasa por un buen control metabólico junto con un estilo de vida saludable, poniendo el cuidado de los pies en manos de los profesionales.
Un control adecuado de los factores de riesgo, sumado a las recomendaciones sobre cambios en el estilo de vida, puede evitar hasta un 90 % de los casos de ictus. Estos elementos, junto a los tratamientos farmacológicos prescritos por el especialista, pueden, además, reducir el riesgo de recurrencia y de primeros episodios de otras enfermedades cardiovasculares con factores de riesgo comunes.
Estas medidas benefician también a otros aspectos de la salud si se llevan a cabo a lo largo de la vida.
La esclerosis múltiple es una enfermedad progresiva del sistema nervioso central, discapacitante, de carácter crónico y con una alta complejidad y heterogeneidad. De esta manera, necesita atención de alta especialización multidisciplinar para su diagnóstico, seguimiento y tratamiento.
Las evidencias actuales son insuficientes para hacer recomendaciones sobre la prevención de la esclerosis múltiple. No obstante, se recomienda llevar un estilo de vida saludable y hacer actividad de forma habitual. La esclerosis múltiple afecta más a las mujeres que a los hombres, suele aparecer en personas adultas jóvenes y es la segunda causa de discapacidad no traumática.
Cuando se pacta con la persona paciente el inicio de un fármaco como tratamiento de fondo o sintomático de la esclerosis múltiple:
Los síntomas de la esclerosis múltiple pueden ser muy variados, de modo que se recomienda consultar al equipo sanitario especializado cuando se sienta:
Aunque no existen evidencias científicas que permitan hacer recomendaciones concretas para prevenir o variar el curso de la enfermedad, hay una serie de consejos sobre la dieta, los hábitos y el ejercicio físico que los pacientes y, en general, toda la población, deben tener en cuenta:
También se recomienda seguir con la actividad cotidiana y mantenerse activo combinando momentos de actividad con momentos de reposo en caso de fatiga y buscando estrategias para economizar la energía.
La vitamina D adquiere una importancia relevante en su relación con la enfermedad, sobre la cual se está estudiando con intensidad. A menudo las personas afectadas presentan un déficit de esta vitamina, de modo que se recomienda tomar un suplemento de la misma, siempre bajo el criterio y el control del especialista.
La esclerosis múltiple es una enfermedad compleja y de carácter crónico, por lo que se recomienda que el entorno de la persona afectada tenga la información adecuada y amplia. También es positivo que puedan disponer del asesoramiento continuado siempre que sea necesario.
A la figura del cuidador familiar o profesional, cuando sea necesaria, puede ser útil ofrecerle formación y recomendaciones prácticas sobre temas como por ejemplo la alimentación, la higiene y la movilidad de la persona paciente.
Educación sanitaria en el diagnóstico, al inicio del tratamiento y para la movilización del paciente discapacitado.
La epidermólisis ampollosa es un grupo de enfermedades hereditarias que pueden presentarse de varias maneras, desde formas más leves hasta otras más graves: afectan a la piel y las mucosas, implican la formación de ampollas y vesículas después de traumatismos mínimos, y pueden afectar, de modo variable, a otros órganos.
Lo mejor es que tanto los pacientes como su familia y sus cuidadores reciban una educación sanitaria integral, especialmente desde el momento del diagnóstico, en los primeros días de vida del bebé, durante los que ya puede presentar lesiones de tipo cutáneo.
La educación será realizada por profesionales que tienen que prevenir su evolución y las complicaciones derivadas de esta patología desde las disciplinas siguientes:
La piel afectada por el epidermólisis ampollosa es excesivamente sensible a la mínima presión o fricción, con la consiguiente formación de ampollas. Para evitar daños, hay que tener en cuenta las recomendaciones siguientes:
La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) provoca una degeneración muscular que puede afectar a la autonomía motora, la comunicación oral, la deglución y la respiración, pero mantiene intactos los sentidos, el intelecto y los músculos de los ojos. Puede incidir, por lo tanto, en los músculos respiratorios, por este motivo los cuidados respiratorios son esenciales para la calidad de vida de las personas pacientes.
Con el fin de mejorar las dificultades respiratorias de las personas pacientes se puede recurrir a la terapia ventilatoria mediante la ventilación no invasiva.
La terapia ventilatoria hace referencia al soporte a la función de respirar mediante la utilización de un ventilador, habitualmente por la noche durante el sueño, para conseguir:
La ventilación se lleva a cabo de forma no invasiva, es decir, mediante una mascarilla ajustada al paciente (nasal o nasobucal) conectada por un tubo al ventilador o respiradero.
Cuando la persona paciente necesita esta terapia, se planifica de forma personalizada el lugar y el momento de iniciarla, ambulatoriamente o con el ingreso hospitalario, de acuerdo con su consentimiento y el de la persona que la cuida.
La educación del paciente y del cuidador principal se tiene que iniciar lo antes posible, tanto desde el punto de vista del manejo de las secreciones y los cuidados que se derivan de ello, como del apoyo emocional que tienen que recibir. Eso implica que durante el ingreso del paciente o en la consulta externa, el paciente y el cuidador serán formados en:
El paciente y el cuidador se tienen que asegurar de preservar un buen estado de la vía aérea con el fin de favorecer el manejo de las secreciones. Es importante preservar la tos siempre que sea posible, pero cuando la tos no sea lo bastante eficaz se tiene que iniciar el aprendizaje de la tos asistida manual y de las ayudas mecánicas (cough assist o tos asistida mecánica). En casos puntuales también se puede utilizar un aspirador de secreciones.
Para mejorar la calidad de vida de los pacientes es importante seguir los consejos siguientes:
El ictus es un síndrome clínico caracterizado por el desarrollo rápido de signos de afectación neurológica con una duración superior a las 24 horas. De origen vascular, se considera una urgencia médica que requiere una intervención diagnóstica y terapéutica inmediata.
La persona que ha sufrido un ictus suele necesitar rehabilitación posterior pero, en general, es importante respetar su iniciativa y autonomía, aunque su ejecución sea más lenta, y evitar la sobreprotección.
Recomendaciones y cuidados para los familiares y cuidadores
Ante la enfermedad celíaca el tratamiento a seguir es una dieta estricta sin gluten de por vida. La dieta sin gluten se tiene que basar en una alimentación variada y equilibrada que combine alimentos que no contengan gluten y que incluya cereales que tampoco lo contienen. Además, es necesario tener en cuenta la contaminación cruzada en casa (que un alimento apto para celíacos haya estado en contacto con otro alimento, utensilio o superficie que contenga gluten) y extremar las precauciones en las ingestas fuera de casa. También es fundamental comprobar siempre la relación de ingredientes que aparece en el etiquetado de los productos alimenticios. En esta ficha podrás encontrar los consejos básicos para seguir una dieta sin gluten de forma segura y equilibrada.
El gluten es un complejo proteico que se encuentra en los cereales. Está compuesto básicamente por dos proteínas, la gliadina y la glutelina. Es importante que los pacientes celíacos eliminen para siempre de su dieta aquellos alimentos que contienen glutelina y gliadina. Esto significa que deben dejar de ingerir trigo, cebada, centeno, avena, triticale (un híbrido de trigo y de centeno) y todos sus derivados.
A pesar de la exclusión de alimentos que esto supone, los pacientes con celiaquía tienen que seguir una dieta equilibrada asegurando la aportación adecuada de nutrientes. Para conseguirlo es necesario que incluyan una gran variedad de alimentos con diferentes formas de preparación y cocción.
Los pacientes con celiaquía tienen que basar su alimentación en lácticos, carnes, pescado, huevos, frutas, verduras y legumbres, y en cereales permitidos como maíz, arroz, quinoa, mijo, amaranto, sorgo, teff o alforfón. Los azúcares y los productos elaborados se han de ingerir en menor medida.
La forma de preparación de los alimentos ha de ser la habitual, siempre que se evite la contaminación cruzada: hervido, al vapor, a la plancha, frito o al horno. Los rebozados y empanados se tienen que hacer con harinas o pan rallado aptos para celíacos.
Es importante tener precaución con aquellos alimentos que han sido elaborados, transformados o envasados. En alimentos manipulados es más difícil evitar la contaminación cruzada.
Se deben leer atentamente las etiquetas de los productos que no se consumen frescos. Hay alimentos que, de forma natural, no contienen gluten, pero que en su forma comercializada sí, ya que en ocasiones el gluten es añadido como aditivo durante el proceso de fabricación. Por lo tanto, por precaución, es preferible evitar aquellos productos que no estén etiquetados, como los productos a granel o los elaborados artesanalmente.
Se recomienda disponer de un espacio para almacenar exclusivamente los alimentos especiales sin gluten. También es necesario utilizar siempre utensilios de cocina limpios, para asegurarnos de que no hayan estado en contacto con productos con gluten.
Cuando se come fuera de casa se deben extremar las precauciones. Es importante cerciorarnos de que lo que comemos no haya estado en contacto con ningún alimento que contenga gluten. Un ejemplo de ello serían los aceites compartidos, donde se han frito alimentos con gluten.
La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) es la enfermedad degenerativa de las neuronas motoras más frecuente en el adulto. Se la conoce también como enfermedad de Charcot en honor al famoso neurólogo francés Jean-Martin Charcot quien la describió en 1869. En Norteamérica la denominan enfermedad de Lou Ghering, dedicado a un famoso jugador de beisbol que falleció a la edad de 38 años a consecuencia de esta enfermedad.
La Esclerosis Lateral Amiotrófica, se manifiesta en forma de parálisis progresiva que va afectando a la mayoría de músculos incluido el diafragma. La esperanza de vida es inferior a 5 años. Excepcionalmente pueden observarse supervivencias mayores, sobre todo si se ofrecen dispositivos de ventilación artificial.
La ELA es una enfermedad neurodegenerativa producida por la muerte de las neuronas motoras del cerebro y de la médula espinal.
Hay dos variedades de neuronas motoras: superiores e inferiores. Las primeras se encuentran en la corteza motora y establecen conexiones con las neuronas motoras inferiores localizadas en tronco del encéfalo y médula espinal encargadas de inervar los músculos. Cuando las neuronas motoras superiores mueren aparecen espasticidad, debilidad e hiperreflexia.
Cuando lo hacen las neuronas motoras inferiores aparecen fasciculaciones, debilidad y atrofia muscular. Otras poblaciones neuronales también pueden afectarse, tales como los circuitos temporales y circuitos frontales conductuales-ejecutivos
Epidemiológicamente, la ELA tiene una incidencia de 1,5-2 nuevos casos por año por cada 100.000 habitantes (se diagnostican 3 nuevos casos por día en España). El número total de casos, es decir su prevalencia, es de 3-5 por 100.000). Según estos datos, el número total de pacientes con ELA en España es aproximadamente de unos 4.000 casos. Por este motivo se la incluye en el grupo de enfermedades raras o minoritarias.
El 90% de los casos de ELA son esporádicos (sin antecedentes familiares). Alrededor del 10% de los casos de ELA son familiares, generalmente hereditarios como rasgos dominantes. La incorporación de las nuevas técnicas de Genética Molecular en el ámbito de la Investigación ha permitido identificar a más de 25 genes implicados.
Como consecuencia de la disminución continua de neuronas motoras aparecen los primeros síntomas de la enfermedad. Éstos acostumbran a depender de la localización de las neuronas motoras en proceso de degeneración más avanzado. En la mayoría de pacientes (70%) el primer síntoma consiste en una pérdida de fuerza con atrofia muscular en la mano o bien torpeza durante la marcha con caídas frecuentes. Aproximadamente en el 25% de los pacientes, el síntoma inicial consiste en problemas en el habla o dificultad para tragar, lo que indica que la población de neuronas motoras bulbares en proceso degenerativo es la más intensa. También hay otras posibilidades de presentación clínica de esta enfermedad, aunque mucho menos frecuentes: insuficiencia respiratoria, pérdida de peso o astenia de causa inexplicada, calambres y fasciculaciones en ausencia de debilidad muscular, espasticidad en piernas, labilidad emocional o deterioro cognitivo.
En fases avanzadas de la enfermedad pueden paralizarse también los músculos oculares. En las etapas finales de la enfermedad, la parálisis de los músculos respiratorios conduce a insuficiencia respiratoria que suele ser la causa de fallecimiento.
La enfermedad afecta, especialmente, a personas de edades comprendidas entre los 40 y 70 años. La incidencia es algo mayor en los hombres (3,0 H versus 2,2 M por 100.000) en las formas esporádicas. La edad de aparición de los primeros síntomas alcanza su valor más alto (pico) en la franja comprendida entre los 58-63 años en los casos esporádicos y entre 47-52 años en las formas familiares. La incidencia disminuye marcadamente después de la edad de 80 años. El riesgo de padecer ELA es de 1:400 para mujeres y de 1:350 en los hombres.
La heterogeneidad en la forma de manisfestarse la ELA es una de las dos razones del retraso en la sospecha diagnóstica de la enfermedad, que puede alcanzar hasta 15 meses. La otra es que no disponemos de ningún test ni tampoco de biomarcadores que confirmen objetivamente el diagnóstico en las etapas iniciales de la enfermedad. El diagnóstico de ELA es un diagnóstico de exclusión, fundamentado en criterios clínicos y en la realización de pruebas (RM, análisis clínicos, test genéticos, EMG, EMTC, estudio neuropsicológico, técnicas de Medicina Nuclear, y otras) para descartar otras enfermedades con hallazgos clínicos parecidos. En la mayoría de Unidades especializadas en ELA, se utilizan como criterios diagnósticos de la enfermedad los de El Escorial revisados y los de Awaji-shima.
En la actualidad no disponemos de ningún medicamento capaz de curar o parar la enfermedad. Riluzole y Edaravone son los únicos medicamentos aprobados para el tratamiento de la ELA, aunque el efecto sobre la supervivencia es moderado (meses).
Las asociaciones europea (EFNS) y americana (ANA) de Neurología recomiendan que la atención de los pacientes con ELA sea en centros especializados, a ser posible en Unidades Multidisciplinarias, que permitan anticiparse a las complicaciones. Estas Unidades deben ofrecer soluciones para controlar los síntomas, incluidos el uso de alimentación a través de sonda de gastrostomía, control de secreciones salivales, dispositivos para ayudar a la tos (cough-assist), respiradores para recibir ventilación mecánica, tecnología para mejorar la capacidad de movilizarse y facilitar la comunicación en aquellos pacientes que perdieron la capacidad del habla.
Estas Unidades Multidisciplinares son los centros preferidos por los promotores de ensayos de nuevos medicamentos.
La realidad es que actualmente no existe ningún tratamiento efectivo, aún así pacientes y familiares buscan desesperadamente en internet fármacos milagrosos capaces de curar su enfermedad. Con el objetivo de proteger a estos pacientes de la numerosa oferta publicitada nace ALSUNTANGLED, un grupo constituido por 80 expertos mundiales en ELA. Su misión es revisar la veracidad y seguridad de aquellos tratamientos alternativos ofertados por internet y que no han seguido los procedimientos regulatorios sanitarios. Publica sus resultados en la revista oficial de la enfermedad y en su página web.
Técnicas de diagnóstico por imagen (RM, TC, PET), Electrofisiología (EMG, EMTC, PESS), Laboratorio de análisis (hematología, bioquímica, anticuerpos, hormonas, enzimas, serologías, anticuerpos, genética), pruebas funcionales respiratorias, gasometría, pulsioximetría, pulsioximetría nocturna, capnografía, BMI, calorimetría, punción lumbar, escala funcional para la enfermedad (ALS-FRS-R). Excepcionalmente puede ser necesaria una biopsia muscular. Es aconsejable realizar un ingreso para agilizar todas las pruebas y ofrecer un informe al alta detallando categoría de diagnóstico de ELA y grado de repercusión funcional (ALS-FRS-R).
Aunque se han propuesto múltiples factores de riesgo ambientales (geográficos, profesionales, hábitos alimenticios, proximidad a centrales eléctricas, contacto con pesticidas u otros productos neurotóxicos) no existe consenso sobre medidas preventivas a tomar.
En las formas familiares es posible ofrecer consejo genético a los miembros con deseo de descendencia.
Durante la historia natural de la enfermedad suelen aparecen complicaciones que deben prevenirse y tratarse. Entre las más importantes destacan desnutrición, insuficiencia respiratoria, sialorrea, espasticidad, dolor, pérdida de autonomía para desplazarse y para comunicarse, depresión, ansiedad, trastornos del sueño, úlceras por decúbito, déficits cognitivos y sobrecarga de los cuidadores.
La Unidad Multidisciplinaria en ELA del servicio de Neurología del Hospital Universitari Vall d’Hebron está acreditada por la Generalitat de Catalunya, Gobierno de España (CSUR) y por la European Reference Network for the thematic grouping of rare neuromuscular diseases (EURO-NMD).
Profesionales de las siguientes especialidades integran esta Unidad: Gestor de casos, Enfermeras, Asistente Social, Neurólogos, Neumólogos, Rehabilitadores, Soporte Nutricional, Neuropsicologos, Fisioterapeutas, Logopedas-Foniatras, Endoscopistas, Radiólogos intervencionistas, Técnicos para aumentar comunicación (UTAC).
El coordinador es el Dr. Josep Gamez.
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