Somos la suma de cuatro hospitales: el General, el Infantil, el de la Mujer y el de Traumatología, Rehabilitación y Quemados. Estamos ubicados en el Vall d'Hebron Barcelona Hospital Campus, un parque sanitario de referencia internacional donde la asistencia es una rama imprescindible.
El paciente es el centro y el eje de nuestro sistema. Somos profesionales comprometidos con una asistencia de calidad y nuestra estructura organizativa rompe las fronteras tradicionales entre los servicios y los colectivos profesionales, con un modelo exclusivo de áreas de conocimiento.
¿Quieres saber cómo será tu estancia en el Hospital Universitario Vall d'Hebron? Aquí encontrarás toda la información.
La apuesta por la innovación nos permite estar en vanguardia de la medicina, proporcionando una asistencia de primer nivel y adaptada a las necesidades cambiantes de cada paciente.
Para tratar el herpes utilizamos los llamados medicamentos antivíricos, como el aciclovir, el famciclovir y el valaciclovir, que son los más eficaces para tratar a las personas afectadas por el VHS-1.
Aun así, aunque reducen la intensidad y frecuencia de los síntomas, no curan la infección.
La actividad que desarrollamos a la Consulta de Deshabituación del Tabaco está dirigida principalmente al personal hospitalario fumador que pide ayuda para dejar de fumar, pero también a pacientes fumadores y a personal extrahospitalario que quiere dejar este hábito.
En la Consulta de Deshabituación del Tabaco del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Universitario Vall d'Hebron desarrollamos nuestras funciones desde el año 1990.
Actuamos en los siguientes ámbitos:
El Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología se ocupa de la atención individual y colectiva en este ámbito. Es un servicio de salud pública destinado a servir la comunidad hospitalaria y su área de influencia.
El Servicio, que se creó el año 1976, ha sido pionero en Cataluña y España en la organización de sistemas de vigilancia epidemiológica de las infecciones nosocomiales, que son las adquiridas dentro del centro, durante el periodo de asistencia hospitalaria. También lo ha sido en la vigilancia y prevención del riesgo biológico en el personal sanitario. Además, es un centro de referencia nacional con respecto a vacunaciones, y también destaca por su Unidad de Deshabituación del Tabaco.
La Unidad Docente de Medicina Preventiva y Salud Pública está formada por diferentes instituciones docentes adscritas al programa, como es el caso del Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), donde se imparte un máster en salud pública. También colabora el propio Hospital Universitario Vall d'Hebron con formación en centros y unidades de atención primaria especializada y centros de salud de atención primaria en Barcelona, junto con el Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña que se focaliza en centros de investigación y unidades administrativas con funciones de salud pública. El Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Universitario Vall d'Hebron se creó en 1976 y fue el primer centro de este tipo creado en Cataluña y el segundo a nivel estatal.
Itinerario formativo de Medicina preventiva y salud pública
El Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología es un referente estatal en la creación de campañas de vacunación de pacientes con patologías crónicas de riesgo. El proceso de aprendizaje de los residentes tiene una duración de cuatro años. Los residentes tienen que adquirir conocimientos en epidemiología y salud ambiental y laboral para la resolución eficiente de problemas y la vigilancia de la salud pública y prevención del cáncer. En la asistencia a nivel de atención primaria, los residentes dedican su rotación a la vigilancia y el control de las infecciones nosocomiales y de fuente ambiental o de aquellas enfermedades de declaración obligatoria. A la vez se llevará a cabo el programa de vacunaciones y de epidemiología de enfermedades transmisibles y de prevención del tabaquismo.
Como parte del Vall d'Hebron Instituto de Investigación (VHIR), somos un grupo de investigación consolidado en epidemiología y salud pública y llevamos a cabo investigación en epidemiología de infecciones asociadas a la asistencia sanitaria y a sus factores de riesgo. Además, somos referentes en investigación para la creación de nuevas vacunas preventivas. Para lograr este hito hemos tenido que trabajar en ensayos clínicos multicéntricos internacionales. Entre otras destacan las vacunas antigripales prepandémicas y pandémicas o vacunas como la de la gripe estacional, sin olvidar, los ensayos para la vacuna para el virus del papiloma humano o el herpes zóster tanto en pacientes sanos como inmunodeprimidos o la vacuna antimeningocócica B. La implicación con la tarea de prevención en vacunas ha llevado al servicio a organizar un curso anual de actualización en vacunas de reconocido prestigio nacional.
Al mismo tiempo, seguimos trabajando en la prevención de infecciones comunitarias convencionales como la tos ferina, la tuberculosis y la varicela, o la bronquiolitis por el virus sincitial respiratorio (VRS) y el herpes zóster.
En el 2015 se publicaron hasta diez trabajos de investigación fruto de nuestro trabajo y se han empezado cuatro proyectos competitivos merecedores de becas.
La tarea investigadora del servicio tiene también un papel activo en la docencia del programa MIR de medicina del trabajo de la UPF, el Máster Phoenix de Salud Comunitaria de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), el Máster en Salud Pública de la UPF y la UAB, el Máster de Salud Internacional de la Universidad de Barcelona y la UAB, el Máster de Salud Comunitaria de la Escuela Universitaria de Enfermería del Hospital Universitario Vall d'Hebron y el Curso de Diplomados en Vacunas de la Investigación de Epidemiología y Salud Pública (IES).
La gripe es una enfermedad respiratoria infecciosa causada por el virus influenza, del que existen 3 tipos (A, B y C) y varios subtipos. Es una enfermedad que puede presentar un amplio abanico de formas clínicas: desde infecciones asintomáticas hasta cuadros respiratorios que se pueden complicar. Los virus de la gripe circulan durante los meses de invierno en nuestro medio, produciendo epidemias estacionales. Los virus gripales que circulan cada temporada no tienen la misma patogenicidad y la susceptibilidad de la población frente a los virus tampoco es homogénea. Por ello, la intensidad de las epidemias de gripe varía de un año a otro, tanto por la cantidad de personas afectadas como por lo que respecta al espectro clínico de las infecciones. La vacunación antigripal es la medida de prevención primaria más efectiva para prevenir la gripe y sus complicaciones.
La gripe se transmite de una persona enferma a otra a través de las gotitas que se expulsan con la tos y los estornudos. La capacidad de transmisión se inicia desde el día antes de la aparición de los síntomas y persiste durante cinco días después.
Se estima que la gripe estacional puede afectar entre el 5% y el 20% de la población general, y que aproximadamente el 25% de los procesos respiratorios febriles podrían ser producidos por la gripe. Esta morbilidad elevada da lugar a un número importante de consultas médicas y de días laborables perdidos como consecuencia de la enfermedad. Además, determinadas personas, como las de edad avanzada, las que tienen enfermedades crónicas, las que están inmunodeprimidas y las mujeres embarazadas, entre otras, pueden sufrir la enfermedad con más gravedad y es frecuente que presenten complicaciones durante su evolución. Por estos motivos la gripe sigue siendo un problema importante de salud pública.
La gripe cursa con fiebre elevada, tos seca, dolor de cabeza y de garganta, dolor muscular y malestar general. También puede provocar diarreas, náuseas y vómitos, sobre todo en niños pequeños. En la mayoría de los casos, las personas se recuperan en 7-10 días.
La gripe puede afectar a cualquier persona, pero los más vulnerables de sufrir complicaciones son los niños menores de 2 años, las personas de edad igual o superior a 60 años, las embarazadas, las personas con obesidad mórbida y las personas de cualquier edad que sufran alguna de las enfermedades siguientes: cardiovasculares, pulmonares (incluida displasia broncopulmonar, fibrosis quística y asma), neurológicas, neuromusculares, metabólicas (incluida diabetes mellitus), insuficiencia renal, inmunosupresión, cáncer, enfermedades hepáticas crónicas, asplenia y hemoglobinopatías.
El diagnóstico de la gripe generalmente es clínico y no requiere pruebas de laboratorio. No obstante, el diagnóstico microbiológico es fundamental para poder disponer de confirmación etiológica en pacientes con factores de riesgo y en enfermos graves. La detección del virus en muestras respiratorias se puede hacer por cultivo, por técnicas de detección de antígeno y por métodos moleculares.
No existe tratamiento específico para la gripe. Se recomienda dar un tratamiento con analgésicos y antitérmicos (paracetamol) para aliviar o tratar algunos de los síntomas asociados a la gripe, como la fiebre o el dolor de cabeza.
Los antibióticos no curan la gripe. Solo en aquellos casos en que haya una sobreinfección bacteriana, como la neumonía, o en enfermos crónicos, puede estar indicado un tratamiento antibiótico preventivo para evitar complicaciones.
Los antivirales, como el oseltamivir o el zanamivir, pueden estar indicados en personas con alto riesgo de complicaciones para reducir la duración de la gripe y la posibilidad de complicaciones, pero se tienen que empezar a tomar antes de que pasen 48 horas desde el inicio de los síntomas.
La mejor forma de protegerse de la gripe es la vacunación y seguir unas buenas prácticas de higiene para evitar la propagación del virus. El objetivo de la vacunación antigripal anual es generar protección contra los virus gripales que circularán durante la temporada de gripe. Las autoridades sanitarias y las sociedades científicas de todo el mundo recomiendan de manera unánime la vacunación antigripal estacional de las personas de alto riesgo. Las vacunas antigripales son muy seguras y bien toleradas con una efectividad que oscila entre el 30% y el 70% para prevenir la hospitalización por gripe y la neumonía. En las personas mayores residentes en instituciones, las vacunas han demostrado ser efectivas entre el 50% y el 60% para prevenir la hospitalización o la neumonía, y el 80% para prevenir la muerte por gripe.
El virus del papiloma humano (VPH) en general se transmite por la vía sexual y, principalmente, infecta la piel (pene, vulva, ano) o las mucosas (vagina, cuello uterino y recto) de las áreas genitales tanto de los hombres como de las mujeres. Asimismo, puede surgir en el área bucal y de la zona faringoamigdalar.
Es una transmisión muy frecuente y en la mayoría de casos no produce ninguna patología. No obstante, puede desencadenar una enfermedad benigna en forma de verrugas o, con menor frecuencia, diferentes tipos de cáncer. En el caso de la mujer, el VPH puede producir cáncer en el cuello uterino.
El virus del VPH se transmite por contacto directo, piel con piel y sexual, y no por los fluidos. En la mayoría de las ocasiones, un 90 % de los casos, desaparece de manera espontánea, pero mientras el virus está presente es transmisible.
El VPH se clasifica en función del riesgo que tiene o no de desarrollar cáncer:
Hay que destacar que una persona se puede infectar con más de un tipo de VPH. Además, la persistencia de una infección puede acabar desarrollando un cáncer en el cuello uterino, la vulva, el pene, el ano o la orofaringe.
En concreto, el virus inicia unos cambios displásicos en las células epiteliales que evolucionan hasta que se produce un cáncer invasivo. Eso sucede progresivamente y desde que se produce la infección hasta que se desarrolla la enfermedad pueden pasar hasta veinte años.
Pueden aparecer verrugas genitales o salir como pequeñas protuberancias o grupos de ellas en la zona genital de varios tamaños y formas.
En el caso del cáncer no aparecen síntomas hasta que no se está en un periodo muy avanzado. En el de cuello uterino los síntomas que se manifiestan son:
En Cataluña la incidencia del cáncer uterino es de 7,2 casos por cada 100.000 mujeres al año (2003-2007), lo que implica que represente el 2,8 % de todos los tumores del sexo femenino. Entre la franja de edad de entre 35 y 64 años esta incidencia asciende hasta los 16,1 casos por cada 100.000 mujeres. Además, el riesgo de desarrollar esta patología es de una por cada 106 de las mujeres que viven hasta los 75 años.
En el caso del cáncer anal tiene una incidencia anual de 1,8 casos por cada 100.000 habitantes, pero en el caso del grupo de hombres que tienen relaciones con otras personas del mismo sexo y están infectados por el VIH la afectación sube hasta los 70 o 128 casos por cada 100.000 hombres.
Cuando aparecen verrugas, el diagnóstico suele ser clínico o por biopsia. Con respecto al cáncer, se detecta por medio de una citología, que permite ver los cambios anómalos en las células antes de que se desarrolle. Si esta prueba resulta anómala se puede complementar con una colposcopia, que permite examinar el cuello del útero a través de una lupa y tomar muestras.
Principalmente, la detección del VPH forma parte de una estrategia preventiva para detectar el virus antes de que este se convierta en una patología.
No existe un tratamiento antiviral específico para el VPH.
Con respecto a las verrugas, en la mayoría de los casos se pueden eliminar por medio de una cirugía, pomadas u otros tratamientos.
Si se desarrolla un cáncer, dependerá de la etapa en la que se diagnostique. Por ejemplo, si se detecta de una manera precoz en el cuello uterino puede comportar la extirpación de tejidos lesionados, mientras que, cuando está más avanzado, puede requerir una histerectomía, radioterapia o quimioterapia.
Para evitar la infección del VPH es esencial el uso del preservativo. En cambio, en el cáncer del cuello uterino la prevención se basa en una vacuna, que es altamente eficaz. También se realiza un cribado periódico mediante una citología cervical (prueba de Papanicolau). Sin embargo, esta estrategia se está cambiando por el uso de técnicas de detección del virus y así, junto con la citología, poder seguir las diferentes etapas del proceso de la enfermedad (adquisición, persistencia, progresión a lesiones precancerosas e invasión).
La difteria es una enfermedad infecciosa aguda causada por la bacteria Corynebacterium diphtheriae, que afecta exclusivamente a los humanos. Se puede manifestar con una afectación en el tracto respiratorio superior (amígdalas, laringe, faringe y mucosa nasal). La bacteria produce una exotoxina que es la responsable de las manifestaciones clínicas de la enfermedad. En adultos, puede llegar a ser mortal entre un 5 y un 10% de los casos y, en niños, la mortalidad llega al 20%.
La manifestación característica de la difteria respiratoria es la formación de membranas de color blanco grisáceo (pseudomembranas) en las amígdalas y la faringe. Las membranas suelen estar muy adheridas y eso hace que sangren con facilidad.
Los síntomas más frecuentes son:
Gracias a la vacunación, hacía más de tres décadas que no se diagnosticaba en el Estado español. Sin embargo, en 2015 se produjo un caso en un niño que no había sido vacunado.
La transmisión de la difteria se produce por vía respiratoria o por contacto físico estrecho con una persona enferma o una portadora sana de la bacteria que no haya desarrollado nunca los síntomas.
El periodo de incubación es de dos a siete días, y se transmite desde siete días antes del inicio de los síntomas hasta dos o tres semanas después.
El diagnóstico de confirmación se hace mediante un cultivo microbiológico de muestras clínicas (exudado nasal, faríngeo o de las pseudomembranas).
Es necesario administrar lo antes posible (en las primeras 48 horas del inicio de los síntomas, sin esperar a la confirmación diagnóstica del laboratorio) la antitoxina diftérica y el tratamiento antibiótico con penicilina G procaína.
La principal medida para prevenir la difteria es la vacunación, que protege en el 95 % de los casos. Se tienen que administrar dosis de forma periódica, ya que el efecto no dura para siempre.
La vigilancia epidemiológica y la profilaxis son fundamentales para tener la bacteria controlada y para que no aparezcan casos secundarios.
La enfermedad de Chagas es una infección que produce el parásito Trypanosma cruzi, que se transmite por la picadura de un vector (chinche). Otras vías por las se puede transmitir es a través de la madre a su hijo (transmisión vertical), por transfusión de sangre, por trasplante de órganos de donantes infectados o por ingesta de alimentos contaminados con el parásito. De momento, se ha conseguido reducir el número de casos nuevos mediante políticas para eliminar el vector en los países endémicos, así como protocolos de cribado de donantes de sangre, de órganos y en las mujeres embarazadas. Los retos de futuro para curar la patología son mantener y aumentar estas medidas, además de desarrollar nuevos marcadores de evolución y respuesta al tratamiento de pacientes en fase crónica y de fármacos nuevos para atender la enfermedad.
La enfermedad de Chagas es endémica de América Latina y es un reto para la salud mundial a raíz de los movimientos migratorios desde países de la región. Principalmente, la transmisión de la picadura del chinche se da en Bolivia, donde encontramos el número más elevado de casos. Además, también hay contagios en el noroeste de Argentina, Perú, Paraguay, Ecuador, Nicaragua y el sur de México. Fuera de estas áreas, la vía de transmisión más frecuente es la de madre a hijo.
La mayoría de pacientes con enfermedad de Chagas son asintomáticos, es decir, que no presentan síntomas, lo que dificulta la detección. La enfermedad se desarrolla en dos fases:
Esta enfermedad afecta a entre seis y siete millones de personas, pero se estima que en torno a 60 millones están en riesgo de infección. En Cataluña hay unos 11.000 casos.
Actualmente, hay dos fármacos que sirven para tratar la enfermedad de Chagas: Benznidazol y Nifurtimox. En caso de que se desarrolle una enfermedad cardíaca y/o digestiva se necesitará un tratamiento específico para estas complicaciones.
En el caso de Cataluña está el Protocolo de cribado y diagnóstico de enfermedad de Chagas en mujeres embarazadas latinoamericanas y en sus bebés desde el año 2011. Con este protocolo se detectan los posibles casos congénitos y al mismo tiempo se criban activamente las donaciones de sangre y de órganos entre los donantes.
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