Reconstrucción compleja de la superficie ocular
Los pacientes tienen lesiones muy graves de la superficie ocular (en la córnea, la conjuntiva y los párpados), generalmente, debido a quemaduras químicas o a una patología inflamatoria de la superficie ocular, como puede ser el penfigoide ocular cicatrizal o el síndrome de Lyell.

Estas lesiones de la superficie ocular pueden comportar una agudeza visual muy baja, molestias y dolor. Son lesiones que afectan de manera muy importante a la córnea, la conjuntiva y los párpados, órganos que son fundamentales para mantener una buena superficie ocular, y, por lo tanto, una buena visión.
Los síntomas
Pérdida de visión, dolor, ojo seco grave, heridas y úlceras corneales, infecciones e, incluso, pérdida del globo ocular.
El diagnóstico
El diagnóstico es fundamentalmente clínico. La alteración de la superficie ocular se puede manifestar mediante úlceras corneales, vascularización y conjuntivalización corneal (normalmente la córnea es un tejido sin vasos sanguíneos) y por simbléfaron, que son las cicatrices que se forman entre la conjuntiva y los párpados.
El tratamiento habitual
El tratamiento es múltiple y escalonado, depende del grado de afectación de la superficie ocular. Se utilizan sustitutos de la lágrima natural como puede ser el suero autólogo o el plasma rico en plaquetas. Las cirugías que se llevan a cabo son el implante de membrana amniótica, el trasplante corneal, el trasplante de limbo (autólogo o heterólogo), la reconstrucción palpebral y, en casos muy graves, la queratoprótesis.
La prevención
No hay manera de prevenir esta afectación grave de la superficie ocular, pero se pueden minimizar sus daños si se realizan un diagnóstico y tratamiento precoces.