Biopsia renal
La biopsia renal es un elemento de diagnóstico fundamental en el campo de la nefrología. Las enfermedades del riñón tienen una traducción en el estado general de la persona y también se revelan en las analíticas de sangre y orina practicadas. De la misma forma las pruebas de imagen (ecografía renal, TAC, resonancia magnética nuclear), dan información sobre el diagnóstico de la enfermedad renal, pero la prueba fundamental e imprescindible para su diagnóstico es la biopsia renal.
Consiste en la extracción mediante una aguja especial de una muestra milimétrica de tejido renal. La punción se realiza bajo control ecográfico con anestesia local con o sin sedación, según las características del paciente.

La muestra obtenida es procesada por el Servicio de Anatomía Patológica con el uso de diferentes técnicas para la observación bajo microscopia óptica, microscopia de fluorescencia y microscopia electrónica. Así se pueden observar los diferentes compartimentos del riñón: los glomérulos, los túbulos y los vasos sanguíneos. También se pueden hacer tinciones especiales para poner de manifiesto infecciones y toxicidad producida por diferentes fármacos.
Es muy útil tanto en el diagnóstico de enfermedad de los propios riñones o como prueba para el seguimiento del trasplante renal.
Complicaciones
La biopsia renal no está exenta de complicaciones, poco frecuentes y que se pueden solucionar, pero que es necesario mencionar: puede haber emisión de orina con sangre, situación generalmente autolimitada. También se puede producir un hematoma renal, que no requiere tampoco tratamiento y en ocasiones se puede provocar accidentalmente una comunicación entre una arteria y una vena, situación que requiere practicar un cateterismo y cerrar la comunicación anómala.
Es una práctica frecuente en el Servicio de Nefrología, y las complicaciones observadas se sitúan sobre el 1-2 %, con resolución posterior, por lo que se puede considerar un procedimiento rutinario y seguro.