Alergia
La alergia es una enfermedad del sistema inmunitario caracterizada por una respuesta exagerada a factores externos, conocidos como alergenos, que no son nocivos para la mayoría de los individuos. Estos pueden ser pólenes, hongos, pieles de animales, alimentos, picaduras de avispas o abejas y medicamentos, entre otros. Esta enfermedad se puede manifestar de forma aislada en el ámbito respiratorio (rinitis, asma), abdominal y cutáneo, o en casos graves, con afectación de múltiples órganos y sistemas.

Los síntomas
Pueden aparecer aisladamente en el ámbito respiratorio, abdominal y cutáneo teniendo en cuenta la vía de exposición a los alergenos (respiratoria, ingestión...) y producir varias enfermedades como el asma. En casos graves pueden llegar a combinarse síntomas en diferentes órganos y sistemas y producir una situación de riesgo vital conocida como anafilaxis.
Según el área afectada pueden producirse:
- Síntomas respiratorios: picor de nariz y ojos, obstrucción nasal, goteo nasal, ahogo, sensación de cuerpo extraño en la garganta, sibilancia en el pecho y tos.
- Síntomas digestivos: dolor abdominal, diarreas y vómitos.
- Síntomas cutáneos: aparición de habones (inflamación sobreelevada de la piel y de color rojo) –tanto aislados como generalizados– por todo el cuerpo.
En caso de reacción sistémica (anafilaxis) los síntomas mencionados tienen tendencia a combinarse en la primera hora después de la exposición a los alergenos, y a veces, se añaden sensación de mareo y pérdida de conocimiento que requieren urgentemente el uso de medicación y valoración médica.
¿A quién afecta la enfermedad?
La OMS ha llegado a clasificar las enfermedades alérgicas entre las seis patologías más frecuentes del mundo. Se estima que pueden afectar al 20% de la población mundial, y los países desarrollados e industrializados están más afectados que el resto.
En nuestro entorno, se calcula que una de cada cuatro personas puede sufrir algún tipo de trastorno alérgico a lo largo de la vida. No obstante, se producen notables diferencias en la frecuencia de presentación de las diferentes enfermedades alérgicas en las áreas geográficas de nuestro país. El asma bronquial, por ejemplo, es más habitual en zonas costeras e insulares que en las zonas del centro de la península, con oscilaciones que van del 1 al 5% de la población general; por su parte, la media europea es del 6%.
No se dispone de datos definitivos de la frecuencia con que se presentan las diferentes enfermedades alérgicas, ya que hay disparidad de resultados en los diferentes estudios. A pesar de ello, sí que tenemos datos fiables sobre el motivo de la consulta a los alergólogos por parte de los pacientes españoles: la rinitis alérgica, el asma y la alergia a los medicamentos ocupan los tres primeros puestos, con una frecuencia del 54, 23 y 17 %, respectivamente.
La rinitis alérgica es el proceso más habitual, que llega a afectar al 21% de la población general española, aunque existen, tal y como ocurre con el asma, diferencias geográficas apreciables; en frecuencia va seguida por la dermatitis atópica, ya que la sufren el 4% de los niños en edad escolar, mientras que la alergia a alimentos afecta al 3-5% de la población infantil, y se reduce a menos del 2% en los adultos.
Durante la segunda mitad del siglo XX las alergias han experimentado un incremento espectacular y han multiplicado su prevalencia por 5 en los países desarrollados. Parece, sin embargo, que la tendencia en la última década es hacia el estancamiento, incluso se observa un ligero decrecimiento.
El diagnóstico
Las pruebas de alergia se utilizan para identificar las sustancias a las que un paciente está sensibilizado. Se basan en el uso de las pruebas cutáneas, pruebas de laboratorio para el estudio de la presencia de anticuerpos contra los alergenos sospechosos y la exposición controlada a dichos alergenos.
En las enfermedades alérgicas respiratorias, como la rinitis o el asma, es posible medir de manera precisa el grado de afectación mediante técnicas seguras e indoloras, como la espirometría, el óxido nítrico exhalado y la rinometría acústica. Existen otras pruebas diagnósticas de valor incierto o no comprobado en que los resultados se tienen que interpretar con cautela, teniendo en cuenta los conocimientos científicos actuales. En cualquier caso, el alergólogo debe ser siempre el profesional que indique y evalúe todas estas pruebas.
El tratamiento habitual
Los tratamientos disponibles para las enfermedades alérgicas varían en función de sus características, de la gravedad y de si están enfocados al alivio de síntomas o a cambiar el curso de la enfermedad:
- Tratamiento sintomático: Se dispone de terapias farmacológicas efectivas para el tratamiento sintomático de las enfermedades alérgicas. También se pueden realizar terapias de evitación o buscar alternativas seguras en el caso de la alergia a fármacos.
- Tratamiento modificador de la enfermedad: Cuando el control de los síntomas es parcial o inefectivo, y las pruebas diagnósticas identifican un desencadenante claro, se puede optar por tratamientos modificadores de la enfermedad destinados a incrementar el umbral de tolerancia de los pacientes a los alergenos, con la consecuente mejora sintomática y la reducción en el uso de medicación para el alivio sintomático.
Prevención
Actualmente todavía no hay recomendaciones específicas para evitar la aparición de la enfermedad. En el caso concreto de la alergia a alimentos, se ha observado que la introducción precoz de los alimentos considerados tradicionalmente como “alergénicos” a partir del 4-6.º mes de vida, teniendo en cuenta el desarrollo psicomotor y digestivo de los niños, puede reducir el riesgo de aparición de la enfermedad.