Quemados críticos
Las quemaduras se producen porque el organismo interacciona con una fuente de energía que eleva la temperatura del tejido. Este hecho provoca unas lesiones de los tejidos que coagulan las proteínas y producen la muerte celular. Aunque pueden ser una lesión local, pueden acabar repercutiendo en el funcionamiento de órganos y de sistemas internos. En la mayoría de los casos las quemaduras se producen porque el cuerpo interactúa con una fuente energética térmica, es decir, que tiene una temperatura más alta que la nuestra y nos transmite calor. Es el caso de las llamas, el agua hirviendo, los objetos calientes y las radiaciones solares. También hay quemaduras que se originan por una energía mecánica de fricción como en los casos de arrastre.

¿Cómo afectan las quemaduras?
Cuando una quemadura es extensa y afecta al 15 % del cuerpo de un adulto o al 10 % del de un niño o de una persona mayor de 50 años, se denomina enfermedad del gran quemado. En esta enfermedad se liberan una gran cantidad de factores proinflamatorios desde la quemadura hasta el resto del cuerpo a través de la corriente sanguínea. La fase aguda incrementa la permeabilidad de las membranas de los vasos sanguíneos y de las células del cuerpo, lo que provoca cambios en la distribución corporal de los líquidos y depresión de la función celular.
Para hacer frente a la quemadura, el cuerpo inicia al cabo de pocos días una respuesta inflamatoria generalizada que consiste en un aumento notable del catabolismo para conseguir recursos energéticos. Además, ofrece también una respuesta hiperdinámica que traslada los recursos a las zonas lesionadas. Si la quemadura no se cuida pronto, la respuesta inflamatoria puede acabar consumiendo los recursos, agotar al enfermo, provocar el fallo de los órganos y, finalmente, la muerte.
Sin embargo, una vez curado, el paciente puede presentar secuelas funcionales y estéticas debido a la cicatrización o la retracción de las cicatrices. Este es el caso de las cicatrices hipertróficas o queloides, bridas cicatrizales que limitan la movilidad de las articulaciones, retracciones palpebrales o microstomías, entre otros.
Los síntomas
Según la gravedad de las quemaduras hay diversos grados y se manifiestan de manera diferente:
- Quemaduras de primer grado: se manifiestan en forma de eritema y dolor, pero sin herida.
- Quemaduras de segundo grado superficiales: son muy dolorosas porque causan flictenas que producen un fondo rojo y húmedo.
- Quemaduras de segundo grado profundas: se pueden dar o no flictenas y su aspecto es seco, blanquecino. Además, se disminuye la sensibilidad al dolor.
- Quemaduras de tercer grado: se muestran como escaras, parecidas al cuero, con un aspecto seco, hundidas y con un color oscuro. En este caso se pierde totalmente la sensibilidad al dolor.
¿A quién afectan las quemaduras?
Las quemaduras son un traumatismo frecuente, grave e incapacitante que, principalmente, se da en accidentes laborales, domésticos o de tráfico. La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria calcula que, al año, tres de cada mil habitantes sufren quemaduras que necesitan atención médica. Los centros de atención primaria (CAP) atienden la mayor parte de los casos, pero entre el 15 y el 20 % necesita ingresar en el hospital.
El diagnóstico
El diagnóstico es clínico y hace falta personal profesional altamente especializado para curarlas, ya que se trata de una patología infrecuente.
El tratamiento habitual
Según el grado de la quemadura, los tratamientos pueden ser de:
- Primer grado: cremas hidratantes.
- Segundo grado superficial: si no hay complicaciones, se pueden curar solas con un tratamiento tópico.
- Segundo grado profundo y tercer grado: necesitan cirugía de injerto de piel, ya que se necesitan como mínimo tres semanas para que se curen de manera espontánea. Además, puede haber complicaciones en los resultados estéticos y funcionales.
- Quemaduras extensas: requieren apoyo específico y vital en una unidad de quemados.
La prevención
La mayoría de las quemaduras son evitables y, por lo tanto, las principales herramientas de prevención son la educación de la sociedad y la legislación.