¿Para qué sirve?
La manometría gastrointestinal permite detectar alteraciones en el movimiento del esófago, así como la apertura y el cierre correctos del esfínter esofágico, necesarios para que los alimentos pasen correctamente de la boca al estómago. También es útil para valorar el estado del esfínter esofágico interior y verificar que se cierre correctamente en personas que tienen acidez, ardor, dolor retroesternal o neumonías de repetición. Además, permite comprobar el resultado de algunos tratamientos, quirúrgicos o no, que afectan a la motilidad del estómago.
¿Cómo se hace?
En primer lugar, se introduce por la boca una sonda delgada que se conecta a un aparato que registra los movimientos, lo que se denomina motilidad, del intestino delgado. Posteriormente se comprueba que el dispositivo está bien colocado, gracias a una radiografía.
Durante la prueba los pacientes deben estar tumbados en la cama y se les da una comida ligera que pueden ingerir sin dificultad.
Esta prueba dura una media de 6 horas.
Una vez realizada la prueba, el profesional hace una lectura e interpretación de los resultados, con el fin de definir o descartar un diagnóstico.
Riesgos
El proceso de colocación de la sonda es molesto y puede provocar náuseas, que desaparecen cuando la sonda está en la posición adecuada.