Trastorno de somatización
El trastorno de somatización es un trastorno caracterizado por la presencia de síntomas somáticos persistentes acompañados de pensamientos, sentimientos y conductas relacionadas con la salud que resultan excesivas y desproporcionadas. Los síntomas pueden tener una causa médica conocida o no, y generar multifrecuentación a los servicios de atención primaria, urgencias y/o especialistas.
El trastorno de somatización, actualmente denominado por la nueva clasificación de los trastornos mentales americana (DSM-5) como trastorno por síntomas somáticos, se caracteriza por la presencia de síntomas somáticos, con explicación médica o no, persistentes y acompañados de pensamientos, sentimientos y conductas desproporcionadas con elevado padecimiento. A la vez, existe una disminución de la calidad de vida de forma severa de las personas que lo sufren.

El origen de la enfermedad es incierto, pero se sabe que se gesta por múltiples condiciones biológicas, psicológicas y ambientales que interaccionan de forma no lineal, generando una vulnerabilidad para presentarlo. Existe habitualmente una hiperfrecuentación a múltiples especialistas por parte de los pacientes, con peticiones de diversas exploraciones complementarias, que pueden llegar a menudo a ser iatrogénicas, donde el enfermo se suele sentir incomprendido y maltratado por el sistema sanitario. El síntoma más habitual es el dolor, y los aparatos más frecuentemente afectados son el aparato digestivo, el aparato locomotor y la piel.
Los síntomas
A. Uno o más síntomas somáticos que causan preocupación o suponen una interferencia significativa en la vida diaria.
B. Excesivos pensamientos, sentimientos o conductas en relación con los síntomas somáticos o asociados a preocupaciones por la salud, como se manifiesta por al menos uno de los siguientes:
1. Pensamientos desproporcionados y persistentes sobre la gravedad de uno de los síntomas.
2. Ansiedad por la salud o los síntomas persistentemente elevada.
3. Tiempo y energía excesivos dedicados a estos síntomas.
¿A quién afecta la enfermedad?
La prevalencia del trastorno en la población general se sitúa alrededor del 5-7% y en poblaciones de atención primaria hablamos de rangos amplios de entre el 5 y el 35%. Es más frecuente en mujeres en una proporción 2:1 y se acostumbra a iniciar al principio de la edad adulta. El 30% de las personas que sufren este trastorno tenderán a la cronicidad.
El diagnóstico
El diagnóstico es CLÍNICO; es necesario realizar una adecuada anamnesis clínica con el paciente y/o familiares por parte de un profesional sanitario especializado. Se dispone de diferentes escalas para valorar la gravedad de los síntomas o trastornos comórbidos asociados.
El tratamiento habitual
Es necesario el abordaje multimodal: psicoeducación, tratamiento psicológico, cognitivo-conductual y tratamiento farmacológico en el caso de que existan comorbilidades psiquiátricas. La base del tratamiento es una buena relación médico-paciente que evite exploraciones complementarias innecesarias e iatrogenia.
Las pruebas más habituales
Anamnesis clínica. Evaluación psicológica. Analítica sanguínea, constantes vitales, peso y talla.
Prevención
Colaborar con los profesionales sanitarios con visitas regulares y programadas y gestión adecuada de la demanda de pruebas complementarias para evitar iatrogenia. Hacer actividad física de forma regular, intentar tener un buen descanso nocturno, estar activo y participar en actividades laborales y/o de ocio, aprender y practicar terapias de relajación tipo mindfulness y evitar el consumo de tóxicos.
Profesionales destacados de Vall d'Hebron que tratan esta enfermedad
Dra. Amanda Rodríguez-Urrutia