Enfermedades inmunolgicas
El estado inmune de una persona depende de su salud general: nutrición adecuada, evitar exposiciones a humo de tabaco y productos químicos, en la medida en que sea posible. En la primera infancia, las vacunas e inmunizaciones prescritas en el calendario vacunal ayudan a constituir un sistema inmune competente.
En el caso de las inmunodeficiencias primarias, es importante su detección. La presunción se hace por la presencia de enfermedades infecciosas frecuentes. Las inmunodeficiencias secundarias se producen en el curso del tratamiento de una neoplasia o también en los pacientes trasplantados que deben tomar medicación inmunosupresora de por vida.
En el caso de las enfermedades autoinmunes, es necesario seguir la medicación, también muchas veces de por vida, y evitar el frío y el sol excesivos que son desencadenantes de la manifestación autoinmune. En el caso de las afectaciones de las articulaciones o musculatura, es necesario seguir los consejos de rehabilitación específicos para mantener la funcionalidad de los órganos afectados.

En el caso de un déficit inmunitario, la administración de gammaglobulinas (proteínas de la sangre encargadas de nuestra defensa) puede tener un papel importante. Cuando la deficiencia inmunitaria está en las células de defensa no hay beneficio con el uso de gammaglobulinas, en cambio los antibióticos pueden impedir o reducir las infecciones que se pueden sufrir.
En el caso de las enfermedades por exceso o mala regulación de la respuesta inmune, se utilizan antiinflamatorios y fármacos que frenan la inmunidad por diferentes vías. Cabe mencionar los corticoides y los llamados fármacos biológicos, que son proteínas dirigidas a bloquear una vía de activación de la inmunidad o de la inflamación. También otros fármacos tienen acción beneficiosa para un mecanismo poco claro, como pueden ser los medicamentos que se usan para tratar el paludismo.