El trasplante de microbiota fecal puede mejorar la colitis

El trasplante de microbiota fecal restaura la microbiota intestinal y, en combinación con antiinflamatorios, puede ser un buen candidato a tratamiento para las enfermedades inflamatorias intestinales

31/10/2019

La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) es una enfermedad compleja en la que hay desequilibrios en la microbiota (disbiosis) y una activación exagerada del sistema inmunitario, provocando alteraciones en la barrera intestinal. El equipo que lidera la Dra. Chaysavanh Manichanh, responsable del laboratorio de Microbiota del grupo de Investigación en Fisiología y Fisiopatología Digestiva del Vall d'Hebron Instituto de Investigación (VHIR), ha publicado un estudio en el que demuestran que el trasplante de microbiota fecal restaura la microbiota intestinal y, en combinación con antiinflamatorios, puede ser un buen candidato a tratamiento para las EII, en concreto, para la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. El estudio, que se ha llevado a cabo en ratas y ratones, se publica en la revista EBioMedicine.

Los investigadores tomaron como punto de partida estudios previos que señalan la eficacia del trasplante de microbiota fecal (TMF) para tratar infecciones por Clostridium difficile (C. difficile) en ensayos clínicos en humanos. En general, están poco estudiados los efectos del TMF, tanto en ensayos clínicos como en los modelos animales adecuados en la EII. Por este motivo, el estudio conducido por la Dra. Manichanh se planteaba el objetivo de escoger el mejor modelo animal, entre rata y ratón, para el estudio de la EII; así como observar los efectos del TMF sobre la microbiota y en los síntomas de la enfermedad.

El primer paso fue humanizar la microbiota de los roedores mediante un trasplante de materia fecal procedente de un donante humano sano. De esta manera los investigadores consiguieron obtener un modelo animal con una microbiota similar a la de los humanos. Y ya en este punto, “comprobamos que en el modelo de rata se conseguía una similitud mayor a la microbiota humana y por lo tanto, seguimos el estudio con este modelo animal”, explica la Dra. Manichanh.

A continuación, mediante la administración de dextrano de sulfato de sodio (DSS) se les indujo símptomas parecidos a los de la enfermedad inflamatoria intestinal en humanos. El DSS es un compuesto que provoca la muerte de las células epiteliales del intestino y la rotura de la mucosa intestinal, provocando la entrada de bacterias y estimulando la respuesta inflamatoria en el intestino. Los investigadores observaron como el DSS provoca disbiosis (pérdida de diversidad bacteriana y alteración en la composición de la microbiota), acortamiento del colon y alteraciones en la respuesta inmunitaria.

Finalmente, las ratas se sometieron a otro trasplante de microbiota fecal, del mismo donante que el trasplante inicial, para ver si podía corregir las alteraciones provocadas por el DSS a nivel de microbiota, de inflamación y de respuesta inmunitaria.

Los investigadores usaron diferentes escalas para comprobar las fases de recuperación. “A nivel histológico, se comprobó una recuperación física de la barrera intestinal”, destaca la Dra. Manichanh. “El DAI score, o índice de severidad de la enfermedad, mostró que después del TMF la longitud del colon se recupera, pero que esta recuperación es más significativa si también se suspende el tratamiento con DSS”, añade.

En la microbiota se observaron cambios, como por ejemplo, una proliferación de microorganismos parecidos a los de la microbiota previa a la inducción de la inflamación y también se evidenció una recuperación de la diversidad.

Los resultados mostraron también como el tratamiento en forma de TMF reduce de manera significativa la cantidad de linfocitos TCD4 esplénicos (del bazo). En aquellos animales en los que después del segundo TMF se retira el DSS, es decir que se deja de provocar inflamación intestinal, se observa una mejoría de las lesiones al colon.

“Los resultados son más efectivos si el tratamiento de trasplante de microbiota fecal se hace sin inflamación (retirando el agente inflamatorio, el DSS)”, concluye la Dra. Manichanh. Por ello, de cara a utilizar el TMF en humanos, los investigadores recomiendan combinarlo con un tratamiento antiinflamatorio o bien hacerlo en pacientes en fase de remisión, ya que de esta manera los resultados serán mejores.

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