¿Para qué sirve?
Las pruebas de exposición controlada a alimentos o fármacos sirven para confirmar o descartar reacciones alérgicas, cuando no se ha podido llegar a un diagnóstico concluyente con otras pruebas.
¿Cómo se hace?
Para realizar una prueba de exposición controlada, en primer lugar se tiene que informar el paciente sobre la prueba, explicarle para qué sirve y los riesgos que implica. Se le tiene que entregar al paciente por escrito una hoja de información y solicitarle que firme un formulario de consentimiento informado.
Las pruebas se hacen al gabinete de enfermería, situado en la segunda planta de la Antigua Escuela de Enfermería, donde una enfermera realiza las pruebas cutáneas y algunas de exposición a alimentos y medicamentos, o en el Hospital de Día de Alergiología, donde se dispone de todas las herramientas para diagnosticar y tratar cualquier reacción adversa, así como de un médico y personal de enfermería formado para llevar a cabo este procedimiento.
En las pruebas con medicamentos, este se administrará por la vía más segura según cada situación (oral o intravenosa). Cuando sea necesario, se fraccionará la dosis o se disminuirá la velocidad de administración según la reacción adversa documentada y el tipo de fármaco a estudiar.
Una vez acabada la administración del fármaco, los pacientes tienen que estar unas horas en observación para poder diagnosticar las reacciones no inmediatas.
Riesgos
Dado que el procedimiento no está exento de riesgos, para realizar una prueba de exposición se tiene que valorar la relación riesgo-beneficio. En el caso de estudios con medicamentos, solo se harán con fármacos importantes. Es decir, en los casos en que es más eficaz que otras alternativas (si es que hay).
La mayoría de reacciones que se producen durante la prueba son reacciones leves, que se diagnostican y tratan de manera precoz. Sin embargo, se pueden producir reacciones graves, como la anafilaxis o el choque anafiláctico.
Alternativas
No hay alternativas a las pruebas de exposición, puesto que se trata de la última etapa de un proceso diagnóstico. Aun así, si se logra el diagnóstico con pruebas anteriores (cutáneas o analíticas) puede no ser necesario hacerlas.