Citología cervical
La citología cervicovaginal, también denominada prueba de Papanicolau, consiste en recoger una muestra de células de la pared del cuello del útero, o cérvix, para analizarla y detectar e identificar cambios anormales en las células de esta zona producidos por el virus del papiloma humano (VPH), antes de que se desarrolle un cáncer y algunas infecciones. Si el examen muestra la presencia de VPH, el médico puede solicitar otras pruebas, como la colposcopia (vincular a colposcopia).
¿Para qué sirve?
La citología cervicovaginal está indicada para detectar, de forma precoz, cáncer de cuello de útero o anomalías precancerosas del cuello uterino, de modo que se pueda iniciar un tratamiento temprano, lo que aumenta las posibilidades de curación de la enfermedad.
¿Cómo se hace?
Mientras la paciente está acostada en una camilla con las piernas en cada uno de los estribos para la exploración ginecológica, el médico o la médica que realiza la prueba introduce un espéculo en la vagina. Este aparato permite separar las paredes vaginales y ver el cuello uterino.
Posteriormente, el profesional puede extraer una muestra de las paredes de la vagina o del exudado vaginal en el fondo posterior de esta zona. Acto seguido se recoge una segunda muestra de la parte externa del cuello del útero, el ectocérvix, y otra del canal del cuello uterino que comunica el interior de la cavidad uterina con la vagina, también denominada endocérvix
Finalmente, estas muestras se envían al laboratorio, donde se analizarán con un microscopio.
Para realizar esta prueba no es necesaria una preparación previa, aunque es conveniente que la paciente no tenga la menstruación, para evitar posibles errores.
Riesgos
No hay riesgos, aunque, a veces, se pueden producir sangrados debidos a la extracción de la muestra; pero no suelen durar más de un día.
Es conveniente que la paciente esté relajada durante la prueba, ya que si hay una contracción de la vagina, la prueba puede producir alguna molestia.