Tratamiento del cáncer de próstata
Los pacientes con enfermedad localizada pueden recibir tratamientos de intención curativa, fundamentalmente cirugía o radioterapia en sus diferentes formas. Sin embargo, estos tratamientos radicales no son inocuos y pueden presentar efectos colaterales que afectarán a la calidad de vida de los pacientes tratados: alteraciones en la erección, pérdidas de orina y/o trastornos digestivos.
Vigilancia activa
No todos los tumores prostáticos son de alta agresividad o suponen un impacto en la supervivencia, ni siquiera deterioro de la calidad de vida en los pacientes. Son los tumores que etiquetamos de bajo o muy bajo riesgo, poco agresivos y poco voluminosos, que se pueden controlar sin necesidad de tratamiento activo inmediato, vigilándolos de cerca, eso sí.
Prostatectomía radical
Es la cirugía en la que se extirpa la glándula prostática. En esta operación, el/la urólogo/a extirpa la totalidad de la próstata y las vesículas seminales. En algunos casos también se extirpan a la vez los ganglios linfáticos que hay cerca. El uso del sistema robótico DaVinci y el abordaje mínimamente invasivo permiten llevar a cabo este procedimiento con más exactitud y con resultados excelentes
Radioterapia
En este tratamiento se administra una radiación ionizante desde una fuente de irradiación externa que está integrada en unos equipos denominados aceleradores lineales. Se consigue modular la radiación y aplicarla directamente sobre la próstata protegiendo todo lo posible los órganos vecinos (vejiga, recto y uretra). Consiste en unas cuantas sesiones de tratamiento que se realizan en el hospital de manera ambulatoria.
Tratamientos sistémicos
En caso de enfermedad diseminada, el tratamiento que se propone se basa en la supresión de la testosterona, nuevas moléculas hormonales y quimioterapia en función de la fase de la enfermedad.