Enfermedades autoinmunes
La disfunción de nuestro sistema inmune en el reconocimiento de las estructuras, células o proteínas del organismo es responsable de la aparición de enfermedades autoinmunes sistémicas. Las llamamos autoinmunes porque, de forma equivocada, la respuesta inmune se dirige contra el propio organismo, y sistémicas porque afectan a diferentes órganos y sistemas como el pulmón, riñón o sistema nervioso, al margen de la ya conocida afectación musculoesquelética.
En los últimos años, el mejor conocimiento de estas enfermedades ha permitido su correcto diagnóstico de forma precoz, haciendo posible la instauración de un tratamiento apropiado con el fin de reducir el daño que producen.
Es precisamente la modulación del sistema inmune, la principal estrategia terapéutica para aproximarnos a estas enfermedades. Los diferentes inmunodepresores o la utilización de moléculas dirigidas frente a componentes clave del sistema inmune permiten restaurar, hasta cierto punto, o al menos minimizar la respuesta inmune anómala propia de estos trastornos. La utilización juiciosa de estos tratamientos hará posible en un futuro inmediato administrar una terapia personalizada y de precisión a las y los pacientes que las padecen.
Las vasculitis en sus diferentes formas según afecten a vasos de distinto calibre, el lupus y el síndrome antifosfolipídico, la esclerodermia o las miopatías inflamatorias son, entre otras, algunas de las enfermedades autoinmunes sistémicas clásicas.